En general, el pollo es un alimento nutritivo excelente cuando lo incluimos en nuestra alimentación, principalmente porque cuenta con un elevado contenido en proteínas, las cuales se caracterizan por ser de buena calidad.
Además, también es una buena fuente de todas las vitaminas del grupo B, selenio, hierro, zinc, cobre, fósforo y magnesio. A lo que se le une su bajo contenido en grasas, sobre todo en grasas saturadas, motivo por el cual es habitualmente conocido como carne blanca (efectivamente, también por el color de su carne).
Sin embargo, en los últimos años se tiene la creencia de que el pollo de corral tiende a ser más nutritivo y saludable que el criado en una granja industrial. A lo que cabe preguntarnos, ¿es esto verdad?
El pollo blanco (criado en granja industrial)
El pollo blanco tiende a caracterizarse por ser el tipo de pollo que encontramos en la mayoría de los supermercados, y que podemos identificar fácilmente por tener un precio mucho más reducido.
Se trata de un tipo de pollo que se sacrifica entre los 35 a 50 días de vida, tiempo durante el cual el animal no ha podido completar su crecimiento, presentando con ello una carne originalmente poco madura, huesos débiles y, finalmente, un sabor mucho menos sabroso en la cocina.
Este tipo de pollos son criados con una humedad elevada y a densidades igualmente altas, por lo que el riesgo de aparición de determinadas enfermedades es igualmente elevado.
No obstante, el suministro de antibióticos únicamente se lleva a cabo cuando el animal sufre algún tipo de patología, y el tratamiento se detiene antes de llevarlo al matadero, con la finalidad de reducir la presencia de estos fármacos en la carne.
Una de las principales diferencias que encontramos entre el pollo de corral y el pollo de granja industrial (también conocido comúnmente como pollo blanco) es el tiempo de crianza. Es decir, el pollo de corral se deja crecer más tiempo, durante alrededor de 90 días aproximadamente. De esta forma, puede alcanzar un mayor peso, y también más altura.
Dado que cuenta con un mayor grado de crecimiento, los huesos se encontrarán mejor formados, y la carne no solo estará más hecha, sino que en la cocina dispondrá de un mejor sabor.
No obstante, es común que el pollo de corral tenga un color amarillo debido a su alimentación, principalmente a base de pienso de maíz.

Cuando hablamos de pollo de corral es común confundirlo con el pollo ecológico, pero la realidad es que originalmente son dos tipos diferentes. La versión ecológica, también conocida habitualmente como pollo biológico, se caracteriza por haber sido criado libre de cualquier tipo de medicamento y productos químicos.
Además, los cereales y otros alimentos con que son alimentados también son de origen ecológico, estando libres de cualquier sustancia o ingrediente transgénico. De hecho, los pollos ecológicos u orgánicos únicamente pueden consumir alimentos orgánicos (o ecológicos) certificados, y no se les permite recibir hormonas o antibióticos, pero sí vacunas preventivas.
Es muy habitual que el consumidor piense que el color amarillo presente en la carne de pollo podría ser una señal de mayor calidad, a diferencia de otras carnes con la piel más oscura.
Por ejemplo, el pollo de granja industrial se caracteriza por ser más blanco, además de engordar mucho antes. Mientras que otras razas de carne amarilla o marrón pueden ser una señal de que el animal es de corral, porque tiende a tardar bastante más en madurar (hasta 90 días).
El color de la carne también tiene relación con su alimentación. Un pollo que ha sido criado a base de pienso amarillo acabará adquiriendo este color. Pero debemos tener presente algo imprescindible: no todas las aves de piel amarilla han sido criadas en corral con las mejores condiciones, por lo que podría deberse a otros factores como el uso de colorantes en el alimento o a su raza.
De hecho, aunque es común que el pollo de corral tenga una carne de color amarillo, esto es principalmente debido a su alimentación, la cual se caracteriza por ser a base de maíz.
Teóricamente, criar pollos de corral tiende a ser mejor no solo para el animal en sí, sino también para los consumidores.
Por ejemplo, un estudio publicado en el año 2014 encontró que la carne de pollo de corral era significativamente más alta en proteínas, zinc y hierro, y su contenido en grasa era relativamente menor, en comparación con la carne procedente de pollos de granja industrial.
También es cierto que muchas personas encuentran que el pollo de corral es más sabroso que el pollo de granja industrial. Y una posible razón podría tener que ver no solo con su alimentación, sino con el tiempo de crianza.
Los investigadores creen que la cantidad de ejercicio ejercido por los pollos de corral a diario podría ayudar a un mejor desarrollo muscular, lo que daría como resultado no solo una mejor textura, sino sobre todo un mejor sabor.
Eso sí, el pollo de corral no es necesariamente ecológico u orgánico, pero sí se requiere que sea criado al aire libre, y durante mucho más tiempo (en comparación con el animal de granja industrial).
Por tanto, aún cuando es posible encontrar algunas diferencias en su composición nutricional (menos grasas y más proteínas), sí es común encontrar que el pollo de corral es mucho más sabroso, por lo que proporcionaría mayores propiedades organolépticas en la cocina.