Habitualmente consumido en el desayuno o en la merienda, una de las preparaciones más comunes consiste en tostarlo para, posteriormente, añadir por encima mantequilla y mermelada. Aunque hay quien prefiere hacerlo un poco más “saludable”, optando por añadir un poco de aceite de oliva virgen extra por encima.
Por otro lado, también hay quien opta por utilizarlo como un tentempié en los días de calor; por ejemplo, cuando vamos a la playa, a la piscina o al campo, no solo porque es delicioso, sino por la sencillez y la facilidad con que podemos elaborarlo.
Pero aún cuando podamos pensar que el pan de molde sería igual de nutritivo y recomendable que el pan común (siempre y cuando se trate de pan integral), hay nutricionistas que lo equiparan a bollería, debido fundamentalmente a su contenido en grasas y azúcares.
¿Qué es exactamente el pan de molde y cómo se elabora?
El pan es uno de los alimentos preparados más antiguos del mundo. Sin embargo, aunque existe constancia de que ya los humanos preparaban algo similar hace alrededor de 30.000 años, el pan de molde, sin embargo, existe desde hace menos de un siglo.
De hecho, los primeros panes comerciales cortados automáticamente aparecieron en Chillicothe, Missouri (Estados Unidos), el 6 de julio de 1928, cuando se utilizó una máquina originalmente inventada por Otto Rohwedder, la cual se convirtió en la primera máquina cortadora de pan automática.
Popularmente conocido como pan de sándwich, el pan de molde, como su propio nombre indica, consiste en un pan especial que se hornea y elabora en un molde, adquiriendo esa forma y apariencia tan característica.
Es más, como indica el propio Real Decreto 308/2019, de 26 de abril, por el que se aprueba la norma de calidad para el pan, el pan de molde es aquel que para su cocción ha sido introducido en molde.
Aunque es considerado como una de las principales fuentes de fibra, por su elevado contenido en cereales, debemos tener en cuenta que la ley permite la inclusión de otros ingredientes en su composición. Y es aquí donde nos encontramos con uno de los principales problemas del pan de molde, ya que, a menudo, estos ingredientes se caracterizan por ser poco saludables, principalmente azúcar y grasas.
No hay duda que el pan de molde se comercializa en una amplia variedad de formatos y presentaciones. Además, también es común que contenga diferentes ingredientes. Dependiendo de su contenido en fibra, podríamos encontrarnos con pan blanco, pan integral y / o multicereales.
En origen, se elabora con los mismos ingredientes que el pan común o tradicional, como por ejemplo es el caso de la harina de trigo, levadura y agua. Además, como hemos mencionado anteriormente, la ley también ofrece la posibilidad al fabricante de incluir otros ingredientes distintos, como huevos, leche, grasas o azúcares, además de aditivos y conservantes.
El pan es un alimento tremendamente rico en carbohidratos y con pocas proteínas. Sin embargo, en el caso del pan de molde también es común que aporte algo de grasa, un elemento fundamental para proporcionar el sabor y la textura tan características de este tipo de pan.
Pero, en ocasiones, puede contener una elevada proporción de azúcares simples, usados tradicionalmente por el fabricante para facilitar el tostado durante el proceso de horneado y favorecer la fermentación. No obstante, no deben superar el 5 por ciento del contenido total.

Aunque todo dependerá del tipo de pan de molde, de media, cada rebanada proporciona entre 69 y 75 kcal, en caso de que se trate de pan blanco, aunque si se trata de pan integral su aporte calórico puede aumentar un poco más, entre 80 a 95 kcal.
Si analizamos el etiquetado del pan de molde, es posible que, en la lista de ingredientes, no encontremos el tipo de aceite vegetal utilizado en su elaboración, de manera que el fabricante únicamente se limita a anunciar que se trata de “grasa vegetal”, sin especificar cuál. Pero con los cambios en la normativa, el fabricante tiene la obligación de indicar su origen.
En cualquier caso, se trata de un elemento no menos importante, ya que mientras que el aceite de oliva o el aceite de girasol son cardiosaludables, el aceite de palma no lo es. Por suerte, en la mayoría de los panes de molde lo más común es la inclusión de grasas saludables (como el de oliva, girasol o maíz).
También cuenta con un índice glucémico alto, lo que significa que aumenta rápidamente el nivel de azúcar en la sangre, por lo que no se trataría de una opción aconsejada cuando se tiene diabetes.
El hecho de que un determinado pan de molde sea integral o tenga un elevado contenido en fibra (lo que significa que el producto en cuestión contiene más de un 3 por ciento de fibra), o incluso se trate de un pan de molde de multicereales, no significa necesariamente que sea saludable.
De hecho, no solo deberíamos fijarnos en su contenido en fibra, sino en el resto de ingredientes utilizados en su elaboración. Por ejemplo, por mucho que optemos por un pan de molde elaborado con harina de centeno o con harina de trigo integral, dejará de ser una opción adecuada si en su composición también encontramos grasas trans o aceites menos recomendables como el de palma. O si encontramos azúcar en grandes cantidades.
Por tanto, a la hora de escoger un buen pan de molde, es necesario detenernos por un momento delante del estante del supermercado y, con calma, leer la lista de ingredientes y el etiquetado nutricional de aquel que más nos interese.