La migraña es actualmente un problema de salud pública ya que en la actualidad representa la condición neurológica más prevalente en España. En concreto, de acuerdo a la Sociedad Española de Neurología (SEN) más de 5 millones de españoles padecen de migraña, lo que supone alrededor del 12-13% de la población.

Existen múltiples factores de riesgo asociados al origen de migraña, entre los que encontramos el patrón dietético. Entre estos aspectos relacionados con la dieta encontramos el consumo de cafeína que se encuentra muy extendido en la actualidad ya que por encima del 80% de la población consume productos con cafeína de forma diaria.
Durante mucho tiempo el consumo cafeína se ha relacionado con la migraña, tanto como posible desencadenante de esta condición neurología, como por el contrario otros estudios han sugerido su posible efecto beneficioso en este sentido.
A nivel fisiológico, la cafeína presenta una estructura similar a la adenosina, por lo que es capaz de unirse de forma selectiva con sus receptores e inhibir el efecto asociado a la activación de esta vía. En lo relativo a la migraña, algunos estudios indican que la cafeína podría atenuar la sensación de dolor debido a su unión a estos receptores de adenosina, además este efecto antinociceptivo también podría ser atribuido a la inhibición de la actividad ciclooxigenasa (una enzima que produce compuestos involucrados en los procesos de inflamación y dolor).
Tanto es así que se ha visto como la combinación de cafeína (100-130 mg, equivalente a un café aproximadamente) junto con una dosis estándar de analgésicos puede provocar una mayor reducción de la percepción de dolor que cuando se administra el fármaco de manera aislada. De la misma forma, la combinación con paracetamol o ácido acetilsalicílico podría inducir una disminución en hasta un 40% de la dosis analgésica necesaria para alcanzar el mismo efecto analgésico.
Así, los analgésicos que contienen cafeína han demostrado ser efectivo en el tratamiento de diferentes tipos de dolor de cabeza primario y secundario. Inicialmente el papel de la cafeína sobre las migrañas era atribuido a sus propiedades vasculares.
La cafeína provoca una vasoconstricción cerebral y por ello se pensaba que este mecanismo explicaba los beneficios de la cafeína sobre la migraña, sin embargo, el rol de la vasodilatación sobre la migraña no se encuentra completamente dilucidado. Desde que la migraña se considera un desorden de tipo neurológico y no tanto vascular, el efecto de la cafeína se atribuye en mayor medida a su papel como antagonista de los receptores de adenosina.

También la cafeína incrementa la motilidad gástrica, pudiendo tener implicaciones clínicas en pacientes con migraña en los que es común la gastroparesia (retraso del vaciamiento gástrico), lo que disminuye la eficacia de los fármacos al enlentecer su absorción.
Otro mecanismo propuesto es la inhibición de la fosfodiesterasa, lo que puede provocar una disminución de la producción de óxido nítrico, cuyos niveles en el plasma venoso yugular incrementan en un ataque de migrañas. Por otro lado, diferentes autores han sugerido que los cambios que provoca el café en la microbiota intestinal podrían repercutir de manera positiva sobre las migrañas a través del conocido eje cerebro-intestino.
Sin embargo, el consumo excesivo de cafeína podría ser uno de los factores desencadenante de la cronificación de las migrañas. Algunos investigadores atribuyen este efecto al incremento de la pérdida urinaria de magnesio (involucrado en la transmisión nerviosa y neuromuscular) con el consumo excesivo de cafeína (estudio). Aún así, hasta el momento no se han realizado estudios de provocación que confirmen el efecto desencadenante de la cafeína sobre las migrañas, pudiendo ser simplemente un síntoma premonitorio (ya que el consumo de cafeína está asociado a diferentes síntomas relacionados con las migrañas como la fatiga).
Por tanto, no existe suficiente evidencia que muestre que una dosis aguda de cafeína sea capaz de desencadenar un episodio de migrañas, y más bien el efecto adverso sería consecuencia de un consumo excesivo y cronificado en el tiempo.
Por todo ello, el consumo de cafeína en una dosis inferior a 200 mg/día (equivalente a unos dos cafés) parece una recomendación prudente dado los potenciales efectos beneficiosos asociados a la ingesta de cafeína, y por otro lado para reducir los posibles efectos adversos derivados de un consumo elevado.