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Qué Medicamentos No Debes Administrar a los Niños

Damos demasiados fármacos a los niños, y en dosis inadecuadas (de adulto). Aspirina, Betadine, jarabe para la tos… Los grandes remedios de los adultos pueden hacer mucho...

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Damos demasiados fármacos a los niños, y en dosis inadecuadas (de adulto). Aspirina, Betadine, jarabe para la tos… Los grandes remedios de los adultos pueden hacer mucho daño cuando se suministran a un niño pues le hará más resistente a los medicamentos en el futuro. Apréndete de memoria estos básicos para no meter la pata.

"De cada 10 enfermedades de los niños, 7 se curan solas, sin necesidad de administrarles ningún medicamento". Son palabras de la doctora Ana Martínez, presidenta de la Asociación Andaluza de Pediatría de Atención Primaria (APap). Según esta especialista, actualmente los niños toman demasiadas medicinas, “algo que repercutirá en su salud futura y en su resistencia a los medicamentos”. Si a eso unimos que, muchas veces, se les administran los mismos fármacos que consumen los adultos, el error está servido. Toma nota de lo que no se debe hacer cuando se trata de cuidar la salud de los más pequeños.

-La aspirina está prohibida.

Es la causa más frecuente de intoxicación infantil en el mundo. Si se administra a los niños puede provocarles una grave enfermedad, el síndrome de Reye, que produce inflamación en el hígado y el cerebro.

-La mejor opción: los equivalentes adecuados para ellos son el paracetamol (Apiretal) o el ibuprofeno (Dalsy).

-El Vicks VapoRub, ni tocarlo.

Al menos en la primera infancia (hasta los tres años, pues el mentol que contiene aumenta la producción de mucosidad, estrechando las vías aéreas. “Puede causar serios problemas respiratorios, incluso espasmo”, afirma la pediatra. No debe utilizarse ni siquiera lejos de la boca o la nariz.

-La mejor opción: para aliviar la congestión se puede poner un humidificador en su habitación por la noche, pero sólo durante un par de horas.

-¿A dieta? Jamás antes de los ocho años.

Según la SEEDO (Sociedad Española para el Estudio de la Obesidad), “sólo se puede hablar de obesidad infantil cuando se inicia a partir de los tres años (y hay que tener en cuenta que los niños adelgazan al crecer). El sobrepeso antes de esa edad no se considera un factor de riesgo de obesidad adulta”.

-La mejor opción: comer siempre con el niño y tomar medidas como darle leche semidesnatada e intentar que no pique entre horas y haga más ejercicio.

-El betadine no es apropiado.

Porque la piel de los niños absorbe mayor cantidad de yodo (principal componente de este desinfectante) que la de un adulto. “Está contraindicado, sobre todo, en los recién nacidos, pues interfiere con la prueba del talón”, explica la doctora.

-La mejor opción:  “Lavar bien las heridas con agua jabonosa y aplicar Cristalmina, que además no pica”, añade.

-Los antibióticos, con precaución.

“Como mucho se deberían utilizar dos o tres veces al año, porque su mal uso genera resistencias bacterianas. Los niños tienen un pronóstico de vida más amplio que los adultos y los antibióticos son más peligrosos para ellos”, indica Ana Martínez.

-La mejor opción: tener paciencia y nunca medicar al niño por nuestra cuenta. El médico es el único que puede prescribirlos, y sólo cuando lo considere estrictamente necesario.

-Los masajes técnicos están contraindicados.

Los niños sólo deben acudir al fisioterapeuta bajo prescripción médica. “Un masaje agresivo puede provocar restricciones fasciales que degeneren en malformaciones óseas”, advierte Antonia Talón, del Departamento de Enfermería y Fisioterapia de la Universitat de les Illes Balears.

-La mejor opción:  “Un masaje ligero a distancia de la rodilla y del codo”, añade.

-Los antivomitivos son peligrosos.

“El problema de estos fármacos es que es fácil pasarse con la dosis, porque cada pequeño los absorbe de una determinada manera”, aclara la doctora Martínez. Por lo tanto, existe un alto riesgo de intoxicación.

-La mejor opción: “Lo más efectivo suele ser calmar al niño, contarle un cuento, hidratarlo si vomita más de tres veces...”. Cuantos menos medicamentos, mejor.

-El thrombocid no es para las contusiones.

“Este medicamento sólo sirve para eliminar coágulos, y cuando un pequeño se da un golpe es raro que le salga uno, la mayoría de las veces lo único que se manifiesta es un chichón”, asegura la presidenta de la APap.

-La mejor opción: aplisar localmente hielo o árnica (Arnidol).

-Los antitusivos, en contadas ocasiones.

La tos sirve para que los niños que no saben sonarse expulsen los mocos, es un mecanismo de defensa. “Sólo debe quitarse si impide dormir o hace vomitar”, advierte.

-La mejor opción: la miel con limón tiene el mismo efecto, “y si necesita un antitusivo, hay que administrárselo sólo cuando tenga tos, no cada 6 u 8 horas”, concluye la pediatra.

-¿Gafas de sol? Consultar con el oculista.

Es un tema controvertido, porque hay oftalmólogos que piensan que estas gafas impiden el correcto aprendizaje de habituación del cristalino a los cambios de luz, y otros que las recomiendan para evitar los efectos acumulativos del sol.

-La mejor opción: los niños menores de cuatro años no deben estar al sol, ni realizar actividades que requieran este tipo de protección.

CUIDADO CON LOS REMEDIOS NATURALES

-Hierbas e infusiones. “En bebés pueden interferir con la lactancia, y en niños mayores no son efectivas y pueden llegar a ser peligrosas”, advierte la doctora Ana Martínez.

-La bolsa de agua caliente. Alivia el dolor de estómago y oídos; pero cuidado, ha de estar menos caliente que para un adulto, pues su piel es más fina.

-Miel casera. Si no está pasteurizada no es segura, porque sus esporas pueden transmitir al niño el bacilo del botulismo.

-Zumos ‘duerme bien’. “Su efecto tranquilizante se debe al alto contenido en azúcares, lo que provoca caries”, explica el pediatra Bethold Koletzko. Si a tu niño le cuesta dormir, un vaso de leche caliente es el mejor remedio.

-Estimulantes del apetito. “La mayoría son antihistamínicos, por lo que ralentizan el crecimiento, potencian los accidentes y dificultan el aprendizaje”, según la dra. Martínez.

Por: Leonor Hermoso.

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