Si hace unos días, con el estreno de Priscilla, un servidor hablaba sobre el arte de Sofia Coppola para filmar algo tan crudo como el enamoramiento de un hombre de 24 años por una niña de 14, ahora llega Todd Haynes (Carol) para presentar una historia igualmente impactante, si no más.
Con Secretos de un escándalo nos adentramos en el trauma, ya normalizado, de algo terrible e inexplicable. La trama se sitúa veinte años después del mediático romance entre Gracie Atherton-Yu (Julianne Moore), de 36 años, y Joe (Charles Melton), un niño de 13 años, que escandalizó al país. En ese momento, entra en escena Elizabeth (interpretada por Natalie Portman), una actriz que pasa un tiempo con la familia para prepararse para interpretar a Gracie en una película.
A partir de esta premisa, Todd Haynes realiza una disección del trauma infantil con una atmósfera extraña que lleva al espectador a cuestionarse qué tipo de película está viendo. Las casi dos horas de metraje nos sumergen por completo en la terrible relación entre los personajes de Moore y Melton.
Gracias a las cautivadoras actuaciones y la dirección de Haynes, Secretos de un escándalo muestra las consecuencias del maltrato y la manipulación a una edad temprana, personificadas en la inseguridad e inmadurez de Gracie y Joe. Ambos personajes aparecen como personas que no han podido superar el momento en que sus vidas cambiaron, quedando estancados en la infancia.
El personaje de Moore es especialmente intrigante, pues se revela como alguien que refleja sus traumas e inseguridades en un niño de 13 años, a quien seduce y finalmente destruye la vida. La película muestra cómo estas decisiones y comportamientos están enraizados en un ciclo de abusos que produce individuos peligrosos y aterradores como Gracie.

De esta manera, Secretos de un escándalo presenta este horror desde los ojos de una víctima, personificada magistralmente por Charles Melton, quien interpreta a un joven que todavía está lidiando con las manipulaciones sufridas a los 13 años, y se pregunta si está dañando a sus propios hijos simplemente al hablar con ellos.
Todd Haynes logra un ejercicio brillante alrededor de cómo los medios de comunicación abordan historias como esta, y cómo nuestra percepción de la realidad puede verse influenciada por lo que vemos en ellos, priorizando el morbo sobre la verdadera tragedia que se esconde detrás.
Para explorar a fondo los personajes de Gracie y Joe, seguimos al personaje de Natalie Portman, Elizabeth, en un viaje donde Haynes se mete de lleno en el mundo de la interpretación, intentando descifrar qué hace que un actor encuentre atractivo un papel, e incluso si los actores se excitan o no al filmar escenas de sexo.
Pronto comprendemos por qué la protagonista queda fascinada por Gracie, sumergiéndonos en una historia llena de matices que merece ser reconocida como una de las grandes películas del año.