Revista Mía

Bollos industriales de tu infancia que puedes seguir comiendo (aunque no deberías)

No es nuestra intención ser cómplices de que retomes un vicio del pasado, sino sacarte una sonrisa recuperando los recuerdos alegres que estos productos traigan a tu mente.

Si fuiste una niña en los años 80 y 90, e incluso en los dosmil, probablemente tus meriendas no pasarían el filtro hoy en día de ningún experto en alimentación que exista sobre la faz de la tierra. Pero eras muy feliz con ellas. Mucho, mucho. Ese rato en el que los abuelos te recogían del cole y te llevaban a la tienda de ultramarinos del barrio a que escogieras lo que quisieras era lo más parecido a entrar en el paraíso en esa edad. Y claro, la vista no se iba a fruta. Se iba a esos productos empaquetados con colores y muñecos vivos que te pedían a gritos que te los llevaras a casa. Y no como mascota precisamente. Son los bollos de tu infancia, muchos de los cuales todavía puedes seguir comiendo aunque no deberías.

Fue en el año 66 cuando en España, con el lanzamiento de Bony, Tigretón y Bucanero, cambiaron las meriendas para siempre, seguramente a peor, porque entonces no existía la información al respecto que hoy conocemos acerca de la composición de la bollería industrial. La ley no obligaba a las empresas del sector a ser transparentes ni la ciencia era tan consciente como lo es ahora de los perjuicios que este tipo de alimentos producen en la salud de las personas que los toman.

Si puedes eliminar al 100% este tipo de productos de tu dieta y de las de tus hijos si los tienes, estarás haciendo lo correcto, vaya por delante. Pero eso no quita que sean adictivos ni tampoco el hecho objetivo de que al verlos en los lineales de las tiendas te lleve mentalmente a una época que recuerdas, casi siempre, con suma felicidad. Esa nostalgia es la que hemos querido rescatar recopilando en una selección los grandes clásicos de las meriendas del pasado que se siguen vendiendo, en muchos casos con variaciones, actualmente.

Bollycao

Con este bollo nacido en el año 75 había un ritual para comérselo que solo los fans conocen de verdad: devorar todo el pan y dejar el corazón de chocolate limpio para el último bocado, que valía por todo el bollo.

Ahora el donut cuantas más cosas lleve, más gusta. Le ha sentado fatal la contemporaneidad a un bollo que origen era sencillo y adictivo, ya estuviera cubierto por azúcar glas o, el favorito de muchos, por chocolate de cobertura. Pero nada de tapar toda su superficie, tipo bombón que le llaman ahora. El donut de choco original solo estaba tapado hasta la mitad con una capa de fondant que era una perdición.

La merienda de los millenials tardíos, los que crecieron en los dosmil, son estos panecillos tipo brioche con pepitas de chcolate que fueron un pelotazo de La Bella Easo, esa marca de las que muchos padres devoraban las madalenas, ¿te acuerdas? Los Doo Wap ahora se llaman Weikis, y siguen siendo una merienda habitual entre los niños de hoy, desgraciadamente para su salud.

Llegamos al primer gran bollo industrial que ha acompañado a las últimas cuatro o cinco generaciones de españoles. Nacido en el 66, en la primera hornada de este tipo de dulces, junto a Tigretón y el extinto Bucanero, se mantiene original en la esencia a lo que fue: un pastelito de chocolate con nata en su interior.

El bollo de la discordia, ese que más debate genera. O lo amabas o lo odiabas con todas tus fuerzas. Hoy es más habitual ver dulces de todos los colores, pero entonces no lo era tanto. Y este bollo recubierto por azúcar glas rosa y relleno con una capa de algo parecido a la nata generaba desconfianza. Por eso había personas que no veían claro eso de comerse un bollo rosa y otros que preferían no preguntar ni leer la etiqueta.

Todavía nos preguntamos algunos que nunca le pillamos el punto al Bony cómo es posible que siga vendiéndose si ya en los 80 y los 90 no conocíamos a nadie que lo tomara. Pero debe ser que estáis ahí fuera muchos a los que sí os enganchara la combinación del bizcocho con chocolate y mermelada de su interior.

Palabras mayores para los que crecieron en los 90 y a comienzos de los dosmil. En esencia, no deja de ser muy parecido al Tigretón porque combina nata y chocolate, pero fue la novedad de la época - es imposible sacarse de la cabeza sus anuncios- y ya se sabe lo que puede conseguir el marketing. Lo cierto es que en los coles e institutos, a la salida, había Phoskitos como hormigas, a patadas. Menos mal que ya se ven menos y que la fruta ha hecho acto de presencia a cambio...

Este es el bollo "friki" de la lista porque no todo el mundo se acuerda de ellos. Todavía se venden, e incluso se hacen de más sabores, pero el original de cacao y avellanas era el rey. Lo había también de mermelada de fresa, pero ese solo caía cuando no había otra cosa en la gasolinera en la que paraban tus padres camino de la playa. El círculo rojo, uno de esos bollos que era más de adolescentes que de niños.

Cerramos el top con un bollo estelar. Otro al que, como le pasa al dónut, le han sentado mal los tiempos modernos, porque últimamente se han hecho hasta versiones unicornio. Nunca jamás podrá existir una versión que le llegue a la suela de los zapatos a los clásicos, ¿o es que nadie tiene un solo recuerdo positivo con unos Donettes de chocolate en la mano? El bollo de las tardes en el parque por excelencia a partir de los 90.

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