Solo se come el tallo, que sabe ácido, y curiosamente no solo en platos salados, sino que es muy utilizado en repostería. En apenas dos líneas ya te hemos dado argumentos de peso para etiquetar al ruibarbo como el producto vegetal más sorprendente. Y ni siquiera le hemos añadido todavía a la ecuación el hecho de que en España sigue siendo un gran desconocido.
No será porque no se ha informado y divulgado sobre él antes. Prueba de ello es esta joya de texto conservado por el Ministerio de Agricultura que versa exclusivamente sobre el ruibarbo y su cultivo. ¡La fecha, noviembre de 1945!
Sin embargo, el ruibarbo apenas se conoce por las personas que no son expertas en temas culinarios. Sí, puede que su nombre suene de oídas, pero son minoría las personas que le ponen cara y, sobre todo, que han probado alguna vez una receta que lo lleve, al menos de forma consciente.
Su origen
Como decíamos en la entradilla del texto, es una verdura de hoja verde de la que solo se puede consumir el tallo porque las hojas son tóxicas. Por lo tanto, esto ya te da una pista de qué hacer con él si algún día lo adquieres: se suele vender sin las hojas, pero si no es así, debes desecharlas.
Emparentado con otros productos que sí conocemos mucho mejor como la acelga o la espinaca, y de aspecto parecido al apio, el ruibarbo -Rheum rhabarbarum, nombre científico- no se encuentra con facilidad en fruterías y mucho menos en los supermercados, por lo que si das con él, es una idea comprar una buena cantidad y congelar. Casi siempre, si preguntas por su origen, verás que es de importación, ya que en nuestro país se cultiva poco. De hecho, ni siquiera en origen es un vegetal cercano ya que es originario de las zonas frías (estepa) de China. Por cierto, antes de continuar, si te gusta cultivar en casa, debes saber que es fácil comprar semillas para plantarlas.
Aunque se usa desde hace milenios como producto medicinal, en este caso nos interesa desde el punto de vista gastronómico, donde tiene un uso que se aleja de la mayoría de vegetales. Y es que, si bien se preparan platos salados con él, sobre todo salsas para acompañar pescados y carnes, y sopas, lo más habitual es que se utilice en repostería.
Esto se debe a que el sabor ácido de su tallo acepta de maravilla el contrapunto del azúcar. De hecho, es muy habitual que se preparen compotas de ruibarbo por este motivo. Además, está muy extendida la combinación con jengibre y, dado que se recoge en la misma época que las fresas, suele utilizarse mucho con esta fruta.
Prueba de ello es esta receta de pastel de ruibarbo y fresas que hemos probado y merece mucho la pena por lo sorprendente de su sabor. Y más si lo acompañas con un helado, nata e incluso con algún queso suave -vale este consejo para cualquier dulce que lleve ruibarbo-.
Seguramente son precisamente los pasteles típicos de la cocina anglosajona, tanto británica como estadounidense, el plato en el que más se recurre al ruibarbo, pero también se puede utilizar para hacer smoothies, galletas y hasta panes.
A nivel nutricional, además, es un producto muy interesante, como todos los vegetales -lógicamente, si se hace en compota, ya deja de serlo tanto por el altísimo contenido en azúcar de este tipo de alimentos-. Casi toda su composición es agua, de manera que se trata de un producto bajo en calorías, 4,5 por cada 100 gramos, y con una cantidad interesante de fibra que ayuda al tránsito intestinal. Además, contiene vitamina C y minerales como el hierro, el calcio y el potasio.