Montserrat
Subir a la montaña mágica de Cataluña (a 60 km)
Tiene un perfil de sierra dentada, de ahí el nombre de esta montaña de 1.236 m de altura, la más icónica y visitada de Cataluña pues aquí se encuentra el santuario de su patrona, la venerada ‘Moreneta’. Hay varias formas de subir hasta ella, pero hacerlo en tren cremallera o teleférico son las más divertidas. El tren parte de Monistrol de Montserrat y tarda 15 minutos en superar un desnivel de 600 m hasta la base de la Basílica Real. Por su parte, el teleférico se coge en la parada de tren Aeri de Montserrat y el trayecto dura solo 5 minutos. Desde cualquiera de los dos transportes disfrutarás de un paisaje espectacular. Si vas de lunes a viernes aprovecha para escuchar los cantos de su famosa escolanía, una de las más antiguas de Europa.
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Sitges
Playas, arquitectura modernista y ambiente gayfriendly (a 40 km)
Dicen que las playas de esta localidad barcelonesa están entre los mejores arenales de toda Europa. Para comprobarlo no tienes más que sentarte en una terraza de su paseo marítimo, aperitivo en mano, contemplar el mar y dejarte envolver por el sol y la paz que automáticamente sentirás. Si giras tu mirada hacia el pueblo, te asombrará el paisaje que emerge tras las casas modernistas y la Iglesia de Sant Bartomeu i Santa Tecla. Como localidad gayfriendly, en Sitges se respira libertad. La calle Primero de Mayo (apodada la calle del Pecado), llena de bares de copas, es una buena muestra de ello. Puedes llegar hasta este precioso rincón costero en un tren de cercanías desde la estación Barcelona Sants.
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Sant Sadurní D'Anoia
Un buen plan para enoturistas (a 50 km)
La capital de cava, tierra de viñedos centenarios, pertenece a la comarca del Alto Penedés. Es un pueblo con un gran patrimonio arquitectónico antiguo (castillo Vilardell, iglesia románica de Sant Benet), aunque lo más destacable de Sant Sadurní son sus edificios modernistas (calles Diputació, Doctor Escayola o Montserrat) y, cómo no, las Cavas Codorniú, consideradas conjunto histórico artístico desde 1976. De hecho, visitar una bodega debe ser un plan obligatorio para todo el que se acerque a estas tierras, o en su defecto acudir al Centro de Interpretación del Cava, en el que te cuentan la historia de su elaboración. También puedes apuntarte a una ruta teatralizada que el ayuntamiento organiza el segundo sábado de cada mes.
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Cardona
Paseo por una villa medieval y visita a una mina de sal (a 95 km)
Este pueblo de la comarca del Bagés posee un evidente pasado medieval. A medida que te vas acercando a él divisarás sobre una colina el castillo fortaleza del siglo IX rodeado de un magnífica muralla. De todas las joyas arquitectónicas de su interior, una de las más apreciadas es la Colegiata de San Vicente, impresionante templo románico que cuenta con una nave central de casi 20 m de altura. Si tienes el capricho, puedes pasear por el castillo, dormir o almorzar en él porque hoy en día es el Parador de Turismo. Aprovecha tu visita a Cardona para acercarte al Parque Cultural de la Montaña de Sal (a solo 1,3 km del pueblo), creado en lo que en su día fue una de las minas de sal potásica más importantes del mundo.
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Riera de Gualba
Ruta senderista para ver cascadas y saltos de agua en el Parque Natural del Montseny (a 59 km)
Hay que calzarse las zapatillas de trekking para realizar este sendero que parte del pueblo de Gualba, en el corazón del Parque Natural del Montseny. Se trata de remontar el curso del río (o de la riera, en catalán) por una pista de tierra que transcurre paralela al agua hasta llegar a lugares tan bucólicos como el hoyo de la Tordera, el Salto de Gualba que se precipita por un terreno escalonado desde 133 m de altura (hay un mirador desde donde contemplarlo) o el salto del Gorg Negre (que según las leyendas está habitado por hadas). Por el camino te toparás con numerosas fuentes, la más curiosa es la Font de l’abre (fuente del árbol) porque el agua mana de un tronco.
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