Según este libro de un profesor de Harvard, el ser humano no está hecho para correr y necesita sentarse (como lo lees)
E. Lieberman, profesor de biología evolutiva en la Universidad de Harvard afirma en ‘Ejercicio’ que el ser humano nunca evolucionó para hacer ejercicio y que, desde el punto de vista científico, es “una actividad extraña”.
La crítica que ejerce Liberman en este libro utilizando las herramientas de la antropología evolutiva atañe a la necesidad de un nuevo enfoque en cómo el individuo concibe el deporte, ya que las formas convencionales en que se promueve no resultan efectivas según el autor. “Todo el mundo sabe que el ejercicio es saludable, pero recetarlo y venderlo rara vez funciona”. Uno de los temas troncales que aborda Liberman es que hemos medicalizado el ejercicio. Se ha empezado a tratar la falta de actividad física como si fuera una enfermedad, y se recetan dosis y tipos específicos de ejercicio para ayudar a prevenir y tratar enfermedades

¿Estamos hechos para hacer ejercicio? ¿Entonces por qué hay pueblos de cazadores y recolectores que prefieren estar sentados? Son algunas cuestiones que aborda Liberman, desde los valles de Tanzania a las cordilleras donde habitan los tarahumaras, pasando por las maratones y los grandes deportistas como Usain Bolt. Con ello, el profesor pretende ayudar a entender cómo debemos entender realmente el ejercicio extrayendo conclusiones de las cuales el lector encontrará argumentos para moderarse. Porque, tal y como expone en el ensayo, “la evolución no nos hizo humanos para correr, sino para andar”.
“Todo el mundo sabe que el ejercicio es saludable, pero recetarlo y venderlo rara vez funciona”.
Veamos los mitos más comunes e inútiles que plantea Liberman sobre el entrenamiento:
1. Actualmente la concepción que tenemos los humanos sobre el ejercicio físico está completamente naturalizada, pero es un comportamiento muy reciente. Durante millones de años, los humanos estuvieron físicamente activos únicamente por dos razones: cuando era necesario o gratificante como conseguir comida o actividades que implicaba la pura supervivencia. Las actividades gratificantes incluían jugar, bailar o entrenar para divertirse o desarrollar habilidades. Pero nadie en la edad de piedra salió a correr cinco millas para evitar la decrepitud, o levantó pesas cuyo único propósito era ser levantado.
2. Evitar el esfuerzo es totalmente instintivo. La actividad física consume calorías que hasta hace poco siempre escaseaban. Cuando la comida es limitada, cada caloría gastada en actividad física es una caloría que no se gasta en otras funciones críticas, como el mantenimiento de nuestros cuerpos, el almacenamiento de energía y la reproducción. Debido a que, en última instancia, la selección natural solo se preocupa por la cantidad de descendientes que tenemos, nuestros antepasados cazadores-recolectores evolucionaron para evitar el esfuerzo innecesario, a menos que fuera gratificante. Es por ello que evitar el esfuerzo es un instinto natural que todavía están con nosotros.

3. Demasiada inactividad física no es saludable, pero no demonicemos un comportamiento tan normal como es sentarse. Las personas de todas las culturas se sientan mucho, incluso los cazadores-recolectores que carecen de muebles se sientan unas 10 horas al día, tanto como la mayoría de los occidentales. Pero hay formas más y menos saludables de sentarse. Los estudios demuestran que las personas que se sientan activamente levantándose cada 10 o 15 minutos despiertan su metabolismo y disfrutan de una mejor salud a largo plazo que aquellas que se sientan inertes durante horas y horas.
Definitivamente, la ausencia de actividad física nos hace más vulnerables a muchas enfermedades, tanto físicas como mentales. El mundo occidental moderno ya no nos requiere estar físicamente activos para asegurarnos la supervivencia, de modo que inventamos el ejercicio. Sin embargo, éste no es una fórmula mágica que garantice una buena salud.