Los motivos por los que la sandía es roja y sabe así

Un estudio científico resuelve muchas incógnitas de dónde viene esta fruta dulce y roja que nos hace tan felices en verano.
Semillas de sandía y apendicitis

Si has llegado al comienzo de este texto es que eres una persona curiosa. O a la que le gusta mucho la sandía. Ambos criterios, incluso si se dan los dos en tu caso, son una garantía de que lo vas a leer a continuación te guste. Es una noticia científica pero muy cercana a nuestro día a día porque la protagoniza una de las frutas que más consumimos en nuestro país en verano, la sandía.

Es un artículo divulgativo publicado recientemente en Proceedings of the National Academy of Sciences sobre el origen de la sandía el punto de partida de esta historia para curiosos. Y es que todos tenemos en mente cómo sabe una buena sandía dulce, con esa pulpa rojo que la hace ser tan atractiva, pero pocos saben de su historia. Ni siquiera la ciencia lo tenía claro y gracias a las conclusiones presentadas por los firmantes de este artículo científico se han despejado algunas incógnitas al respecto.

"Basándonos en el ADN, descubrimos que las sandías como las conocemos hoy, con pulpa dulce, a menudo roja que se puede comer cruda, eran genéticamente más cercanas a las formas silvestres de África occidental y noreste de África", concluye la profesora Susanne Renner, investigadora del Instituto de Botánica Sistemática y Micología de la Universidad de Munich y la Universidad de Washington.

Renner es la investigadora principal del largo estudio cuyas conclusiones se han plasmado en el artículo mencionado. El objetivo fundamental del mismo ha sido intentar trazar el pasado de la sandía contemporánea con un objetivo no solo historicista, sino eminentemente práctico: al ser una fruta propensa a las enfermedades, conocer su origen puede permitir a mejorar la productividad de su cultivo, con las consecuencias positivas que ello tiene -entre otras muchas, reducir el uso de pesticidas en su cultivo-.

El origen de la sandía

Sí se sabía antes de la publicación del estudio que la Citrinus lanatus vulgaris, nombre científico de la sandía rayada conocida por todos, es un alimento originario de África, pero existían muchas dudas sobre la región de procedencia.

La región geográfica de su domesticación ha permanecido poco clara durante mucho tiempo con hipótesis en competencia que favorecen el sur de África, África occidental y el noreste de África, especialmente la región de Kordofan, una antigua provincia de Sudán que limita con Darfur del Norte y del Sur, y parte de las sabanas del Sahel occidental. "Todo el mundo pensaba que solo había cuatro especies silvestres y que la sandía dulce que comemos hoy proviene de Sudáfrica", explica Renner en unas declaraciones recogidas en este artículo de sci-ners.com pero en el 2015 un estudiante suyo de posgrado que también firma el artículo recién publicado, Guillaume Chomicki -botánico de la Universidad de Sheffield (Reino Unido), descubrió mediante la secuenciación del ADN que el fruto que se creía hasta entonces que era el antepasado cercano de la sandía -una variedad de sandía de la zona de Ciudad del Cabo, Citrullus lanatus- tenía solamente un parentesco lejano con esta.

Este descubrimiento fue el hilo definitivo del que los autores de la publicación tiraron con infinita paciencia durante años hasta poder concluir que, con una probabilidad muy alta, el origen de la sandía podría estar en un fruto silvestre originario de Sudán, el melón de Kordofán.

Conexión con el melón de Kordofan

No ha sido este un trabajo sencillo porque, según explican los científicos, el ADN más antiguo de las sandías que se conserva apenas tiene 270 años, por lo que los investigadores han tenido que cultivar muestras de todas las sandías en invernaderos de Munich (Alemania) e Ithaca (Nueva York) para poder secuenciar genéticamente todas las muestras y compararlas posteriormente.

Esa larga tarea es la que les ha permitido encontrar aproximadamente 16.000 variantes estructurales genéticas entre ambas variedades. Una vez evidenciada su conexión, han trabajado en intentar descubrir cómo ha sido la evolución de la sandía hasta lo que es hoy, concluyendo que probablemente se volvió más dulce durante la domestificación, si bien el melón de Kordofan -más pequeño y sin rayas ni la pulpa roja- tampoco es una fruta muy amarga.

Los investigadores se apoyan también en evidencias históricas para fortalecer su hipótesis de que el origen de la sandía actual está en el noreste de África, en Sudán. "Sabemos que las sandías grandes y largas se comían crudas 4.360 años antes de las presentes en Egipto, gracias a la iconografía antigua", indica  Guillaume Chomicki, algo que se puede comprobar en una algunos documentos históricos conservados de la época, como un papiro que se adjunta en artículo final publicado. Esta prueba, eso sí, tiene dos inconvenientes: la supuesta sandía se representa cerrada, por lo que es imposible saber si es roja su pulpa, y no deja de ser una conclusión interpretativa que el dibujo sea efectivamente de una sandía.

En cambio, los investigadores sí muestran con evidencias científicas derivadas de su estudio que se produjeron numerosos cambios a nivel genético entre hace 4.000 y 6.000 años, lo que daría sentido a la evolución del melón de Kordofán a lo que hoy conocemos como sandía rayada, y lo que también podría conectarse con la hipótesis de que se consumiera ya en el Antiguo Egipto.

Por lo tanto, a falta de conclusiones definitivas, la hipótesis de los investigadores es que al ser domesticada, la sandía ganó en dulzor y su pulpa se tiñó de rojo por la acumulación de un antioxidante llamado licopeno -hablamos de las sandías rojas, pero también hay otras variedades con pulpa amarilla y, residualmente, de pulpa blanca-.

De todos modos, todavía hay muchas incógnitas por despejar sobre la historia de la sandía; por ejemplo, concretar dónde se domesticó porque también barajan la posibilidad los investigadores de que fuera en África occidental. De hecho, el estudio que ha dado pie a estas nuevas evidencias sigue su curso porque, según se explica en el artículo de sci news, el equipo de investigación está inspeccionado actualmente semillas de melones antiguos para intentar profundizar en lo descubierto hasta la fecha.

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