La granada no es una fruta, es un tipo de fruto seco único y singular

Según la botánica, la granada no es una fruta en el sentido tradicional.
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El otoño llega con una variedad de alimentos apreciados, pero uno de los tesoros de esta temporada es, sin duda, la granada. Durante los meses de septiembre y octubre, esta deliciosa fruta alcanza su punto óptimo de temporada, aunque en años con condiciones favorables, su disfrute puede extenderse hasta noviembre o incluso llegar a Navidad. La granada es un tesoro culinario, y su versatilidad se manifiesta en una multitud de platos, desde postres elaborados hasta zumos, salsas, guarniciones, y ensaladas. Las recetas que involucran esta fruta son infinitas, creando un verdadero festín sensorial.

Pomegranate half placed on a plate with the seeds spread on plate - Getty Images

Pero aquí hay un dato interesante: según la botánica, la granada no es una fruta en el sentido tradicional. Cuando hablamos de alimentos de origen vegetal, las definiciones pueden no ser tan claras. Dependiendo del enfoque que se tome, un mismo producto puede caer en categorías diferentes. Desde la perspectiva botánica, una fruta se define como un órgano carnoso y comestible. Las frutas consisten en tres capas distintas: el epicarpo (lo que llamamos piel), el mesocarpo (la pulpa jugosa), y el endocarpo (que encierra o sostiene las semillas). Estos frutos carnosos suelen tener un epicarpo delgado y un mesocarpo suculento.

El tipo de endocarpo determina la clasificación del fruto. La mayoría se divide en dos categorías principales: drupas y bayas. Las drupas son frutos con un endocarpo duro que encierra la semilla, ejemplos incluyen el melocotón, la cereza, y la aceituna. Por otro lado, en las bayas, el endocarpo se reduce a filamentos que sostienen las semillas, y aquí entran en juego frutas como el arándano, la uva, y la grosella, así como también el melón, la sandía, el pepino y el tomate.

Sin embargo, la fruta puede ser abordada desde perspectivas adicionales, como la nutrición o la bromatología (la ciencia de estudiar los alimentos desde su composición cualitativa y cuantitativa). Bajo estos enfoques, la definición de fruta se basa más en el uso que se le da al producto que en su naturaleza intrínseca. 

Esto explica por qué, en términos bromatológicos, el tomate o el pepino (botánicamente frutas) se consideran verduras, mientras que la nuez o la almendra (semillas de frutos carnosos) son categorizadas como frutos secos. Si revisamos la definición botánica de un fruto carnoso, la granada no lo es. Ninguna de las tres capas que conforman el fruto es carnosa, suculenta, ni jugosa. Dicho de otro modo, el fruto de la granada no tiene pulpa. Son las semillas las jugosas, no el fruto.

La granada es un fruto singular entre la diversidad de frutos secos. En la botánica, los frutos se categorizan en dos grupos principales: frutos carnosos y frutos secos. Los frutos secos son aquellos que carecen de capas jugosas o suculentas, y la granada encaja perfectamente en esta descripción.

Este fruto, conocido como balausta, es el único de su tipo entre los frutos comestibles, y posee características únicas. En su origen, se desarrolla a partir de un ovario ínfero, lo que significa que durante la floración, el ovario se encuentra debajo de las piezas florales, como los sépalos, pétalos y estambres. Su formación implica no solo el ovario, sino también otras partes de la flor, como el tálamo floral.

En cuanto a su estructura, la granada es un fruto pluricarpelar sincárpico, lo que significa que está compuesto por varios carpelos que se fusionan. Los carpelos son las partes de la flor que contienen los primordios seminales, y cuando el ovario madura, se reflejan en el fruto como cámaras unidas pero diferenciadas, que son visibles en la granada madura. Además, se clasifica como un fruto indehiscente, lo que indica que no se abre naturalmente al madurar, a diferencia de otros frutos secos que sí lo hacen.

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