Retrasar la jubilación aumenta el riesgo de morir entre los 60 y los 69 años, según un estudio

Un estudio publicado en España recientemente demuestra que la mortalidad aumenta en las personas de entre 60 y 69 años que deciden prolongar su vida laboral activa.
Un hombre jubilado

Un estudio recién publicado por Fedea (Fundación de Estudios de Economía Aplicada) concluye que retrasar la edad de jubilación no compensa por el riesgo asociado que conlleva para la salud y la esperanza de vida. Un estudio demuestra que seguir trabajando aumenta la mortalidad de las personas entre los 60 y los 69 años. 

Jubilarse tarde no es una decisión inteligente. A grandes rasgos, este es el titular de un estudio publicado por la Fundación de Estudios de Economía Aplicada. Los investigadores aseguran que posponer la retirada de la actividad profesional tiene un impacto negativo en la salud y la esperanza de vida.

Esta conclusión tiene mayor impacto entre las personas de 60 y 69 años. En esta franja de edad, dice el estudio, la tasa de mortalidad aumenta de manera considerable por cada año que se retrasa la jubilación. En concreto, el estudio dicta que un prolongar la vida laboral durante doce meses más “aumenta el riesgo de morir entre los 60 y los 69 años en 4,4 puntos porcentuales (38%)”

Por este motivo, los investigadores concluyen que no merece la pena estirar la vida laboral para disfrutar de los beneficios fiscales (la pensión mínima a partir de 2024 es de 1.000 euros en España) correspondientes a seguir activos a nivel profesional más allá de la edad de jubilación. Dicho de otro modo, jubilarse a tiempo es una forma de reducir los riesgos de fallecer de forma prematura. 

Una mujer mayor - Rubén García

El estudio, denominado ‘El efecto de eliminar la jubilación temprana sobre la mortalidad’, ha sido elaborado por los investigadores Cristina Bellés, Sergi Jiménez y Han Ye, que han elaborado un cruce de datos de perfiles extraídos de la Muestra Continua de Vidas Laborales (MCVL) del ministerio de Seguridad Social con los resultados oficiales de la mortalidad en función de la edad.

Los investigadores aseguran que el impacto negativo en la salud de seguir trabajando en lugar de optar por la jubilación es mayor en aquellas personas que se han dedicado a trabajos peligrosos o en malas condiciones laborales, si bien suelen ser los que retrasan menos la jubilación, matiza el estudio. Esto es así, aclaran, porque son oficios que suelen tener activos mecanismos que facilitan la jubilación anticipada sin que eso afecte a la cuantía de las pensiones. Ocurre así en trabajos vinculados al mar o la minería del carbón. De hecho, en España hay contemplados excepciones (graves) para jubilarse a los 52 años

Por todo lo expuesto, los firmantes del trabajo de investigación publicado por Fedea hacen hincapié en la necesidad de diseñar mejores políticas de jubilación, poniendo el foco en detalles como “el grado de exigencia física, emocional y mental de las distintas ocupaciones a la hora de fijar las edades mínimas y legales de jubilación”. Estas condiciones, añaden los investigadores, “no pueden ser iguales para todos”.

Un hombre en edad de estar jubilado - Rubén García

En paralelo, los investigadores proponen a las autoridades el desarrollo de políticas de jubilación progresivas. “Permitir a los trabajadores reducir gradualmente su carga de trabajo puede incentivarles a permanecer más tiempo en la población activa sin afectar negativamente a su esperanza de vida”, argumentan.

Y a modo de conclusión, los investigadores señalan que, si bien está fuera de su alcance, creen que “los impactos heterogéneos en la mortalidad de retrasar la jubilación apuntan a las posibles consecuencias distributivas de aumentar la edad legal de jubilación”, por lo que son partidarios de ahondar en la vía de “examinar los efectos distributivos de las reformas de pensiones, teniendo en cuenta las consecuencias en salud y mortalidad”.

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