Los alimentos picantes estimulan la circulación sanguínea, promueven la sudoración, aumentan la temperatura corporal y, por lo tanto, el gasto energético metabólico puede verse ligeramente incrementado, pero “no hay nada de cierto en que ayuden a adelgazar. Los estudios sobre el tema, o bien son en animales (no extrapolables a humanos) o han dado resultados decepcionantes”, explica Julio Basulto, dietista-nutricionista. Por lo tanto, esa creencia tan extendida que asegura que el picante ayuda a perder peso es un mito en toda regla.
¿Por qué se produce el picor?
La razón es la presencia de capsaicina en los alimentos picantes, una sustancia química insoluble en agua, incolora e inodora, responsable del calor y del ardor en la boca que se produce cuando tomamos este tipo de comida. “En algunas personas también puede producir un aumento de la secreción de jugos gástricos y de saliva”, indica Valeria Cogorno, de Clínica Dermaline.
Cuando ingerimos la capsaicina de los alimentos picantes, el cerebro reacciona produciendo endorfinas para reducir la sensación de ‘dolor’ y ardor. Esta sustancia tiene un efecto analgésico y esto hace que también se utilice como tratamiento para dolores musculares, artritis, fibromialgia... “Además, posee una acción antibiótica natural que resulta bastante eficaz”, añade Estrella Alborch, dietista nutricionista de inutralia.com.
Al incluirlo en nuestra dieta, el picante ayuda a que tomemos menos sal (lo que es importante porque normalmente ingerimos casi el doble de las cantidades diarias recomendadas), menos salsas ricas en calorías (porque mejora el sabor de las recetas y hace innecesario el uso de salsas), hace más apetecibles platos saludables (por ejemplo, aporta un toque de sabor a las verduras al vapor) y logra variar el sabor de alimentos que por sí solos nos pueden parecer un poco insípidos.
El primer gesto ante el ardor de una cayena o un jalapeño es beber agua... una reacción inútil porque no consigue calmarnos. La próxima vez que te pique un alimento bebe un vaso de leche: contiene caseína, una sustancia que es capaz de inhabilitar la acción irritante de la capsaicina.
¿Por qué los restaurantes ponen guindilla para acompañar un plato de alubias? Porque el picante estimula la secreción de ácido clorhídrico, los jugos gástricos y el correcto funcionamiento de las enzimas digestivas, de modo que ayuda a mejorar la digestión de algo pesado.
“El picante no es un sabor, se trata de una sensación motivada por un estímulo de los receptores térmicos y del dolor en las membranas de las mucosas al contacto con estos alimentos. Conforme los receptores se van acostumbrando a ello, se van desensibilizando y la tolerancia al picante aumenta. En nuestra dieta podemos incluir desde el ajo o la cebolla a las guindillas, la pimienta (verde, blanca y roja), el pimentón, la cayena, especias como el curry, variedades de pimientos como los chiles (los llamados jalapeños), mostazas o el wasabi”, apunta Estrella Alborch, de iNutralia.com.