¿Cómo podemos saber si una galleta es saludable?

Esta es una de las preguntas más recurrentes en el mundo de la alimentación. ¿Qué criterios debemos considerar a la hora de elegir una galleta para conseguir que sea saludable?
Cómo podemos saber si una galleta es saludable
Muchas galletas supuestamente saludables en realidad no lo son. - Istock

Las galletas están presentes de manera habitual en la alimentación de muchas personas. Una buena parte de la población, especialmente la infantil, las consume a diario, sobre todo en el desayuno o en la merienda.

No es de extrañar, porque reúnen muchas características que resultan atractivas. Por lo general tienen un precio muy asequible y unas características organolépticas que gustan mucho: aspecto llamativo, textura crujiente, sabor intensamente dulce… Además, están muy disponibles: podemos encontrarlas en cualquier tienda de alimentación, pero también en muchos otros lugares: máquinas expendedoras, quioscos, estaciones de tren y un largo etcétera. Y por si fuera poco, se anuncian sin parar y por todas partes.

La influencia de la publicidad

La publicidad es precisamente uno de los factores que más influyen en su consumo. Esto se aprecia claramente en las galletas dirigidas al público infantil, cuyos envases y anuncios suelen estar repletos de colores llamativos, personajes infantiles (sobre todo, dibujos) e incluso promociones (regalos, sorteos, etc.).

Pero las galletas dirigidas a la población adulta no se quedan  atrás. También se promocionan intensamente, aunque aquí las estrategias son diferentes y están centradas principalmente en la salud: se hace referencia a la presencia de ciertos nutrientes (vitaminas, minerales, etc), o se hace mención expresa a algunos ingredientes, ya sea por su presencia (por ejemplo, aceite de oliva) o por su ausencia (por ejemplo, azúcar o aceite de palma).

Galletas - Getty Images

También se emplean otros reclamos relacionados con la salud. Uno de los mensajes más recurrentes y que se incluye en muchos envases consiste en transmitir la idea de que un desayuno completo debe estar formado necesariamente por leche, cereales y fruta. Y como las galletas están elaboradas con cereales (o mejor dicho, con harina procedente de cereales), se transmite la idea de que deben o pueden formar parte de ese desayuno “completo y saludable”.

La cosa llega hasta tal punto que aún hoy muchas personas siguen convencidas de que las galletas tipo María son saludables. Aunque no es de extrañar que lo piensen, si tenemos en cuenta que todavía se ofrecen esas galletas en los menús de la mayoría de los hospitales y se incluyen en muchas de las dietas “de adelgazamiento” que reparten muchos profesionales de la salud, que obviamente están desactualizados.

¿De qué están hechas las galletas?

Si nos preocupa la salud, lo más habitual es que cuando vamos a comprar galletas nos fijemos en la información nutricional que figura en la etiqueta, y más concretamente en la energía que aportan y en la cantidad de azúcares y de grasas que tienen. Sin embargo, esta información por sí sola no nos dice mucho. Deberíamos interpretarla como una información complementaria a la lista de ingredientes, que es la más importante y la que realmente nos informa acerca de la composición del producto.

A la hora de consultar la lista de ingredientes, debemos saber que estos se enumeran en orden, según su peso, así que los que aparecen en primer lugar son los que se encuentran en mayor cantidad. Es decir, si por ejemplo el primer ingrediente es azúcar, significa que este es el más abundante, así que no será necesario que nos detengamos a consultar la información nutricional porque ya sabremos que esas galletas tienen mucho azúcar.

Generalmente las galletas están compuestas por tres ingredientes principales: harina, azúcar y grasa. Es lo que ocurre por ejemplo en una galleta tipo María, que por mucho que nos hayan contado, no es saludable: tiene una alta proporción de azúcar, de harinas refinadas y de grasas saturadas y aporta una importante cantidad de calorías.

La clave está en reducir el consumo de galletas cada día. - Istock

¿Hay galletas saludables?

La estrategia que suelen seguir muchas marcas para tratar de elaborar galletas que parezcan más saludables consiste, sobre todo, en sustituir esos ingredientes que acabamos de mencionar por otros que sean o parezcan más saludables. Por ejemplo, se sustituye el aceite de palma por aceite de oliva o por aceite de girasol alto oleico, la harina refinada por harina integral y el azúcar por edulcorantes. Luego se destacan estos cambios en el envase, junto con otros mensajes del tipo “100% natural” o “cero calorías” y arreglado.

El problema es que siguen siendo galletas. Es decir, aunque sus ingredientes sean “mejores” o “menos malos”, se trata de un alimento que aporta muy poco en nuestra alimentación (desde el punto de vista nutricional o de la salud) y que puede desviarnos de una dieta saludable, sobre todo por dos motivos: puede desplazar el consumo de otros alimentos que son más saludables (por ejemplo, podríamos optar por comer más fruta fresca en el desayuno, en lugar de elegir galletas) y además nos habitúa a sabores intensamente dulces, lo que puede llevarnos a rechazar otros alimentos mucho más interesantes (si nos acostumbramos a ese sabor de las galletas es muy posible que una manzana apenas nos sepa a nada).

En resumen, no se trata de buscar “la mejor galleta”, sino de reducir su consumo en la medida de lo posible, optando por alternativas mucho más saludables: frutas, hortalizas, frutos secos, cereales integrales, etc.

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