Cómo combatir la obsolescencia programada

El habitual diseño de productos, con una vida útil limitada, obliga a los consumidores a comprar otros nuevos con más frecuencia, con los efectos que conlleva para nuestro bolsillo y el medio ambiente.
La educación del consumidor es clave para luchar contra la obsolescencia programada, para saber qué productos comprar y cuándo.

¿Has notado que la batería de tu teléfono móvil cada vez dura menos?, ¿O que la vida media de tu ordenador se ha ido reduciendo progresivamente y ya no te duran en buenas condiciones tanto tiempo? Estamos ante un problema muy común que tiene nombre propio: la obsolescencia programada.

La obsolescencia programada es una práctica en la que se programa intencionalmente la vida útil de un producto para que, una vez pasado ese período de tiempo, deje de funcionar correctamente. De este modo, el consumidor se ve obligado a adquirir un nuevo producto.

Dispositivos afectados por la obsolescencia programada

La obsolescencia programada afecta a una gran variedad de productos de uso cotidiano, desde electrodomésticos hasta dispositivos electrónicos. Los teléfonos móviles, los ordenadores, tabletas e impresoras son aparatos que acaban siendo obsoletos.

¿El motivo? Una vez transcurrido cierto tiempo, ya que no permiten algunas actualizaciones, la capacidad de la memoria es limitada u, otras veces, dejan de funcionar sin razón aparente. Esto es lo que se conoce como obsolescencia programada.

Como explica Jordi García, Iberia team leader de Kingston, empresa proveedora de componentes electrónicos, “en los teléfonos móviles, una de las primeras señales de deterioro es la disminución de la duración de la batería”.

La educación del consumidor es clave para luchar contra la obsolescencia programada, para saber qué productos comprar y cuándo. - liam1949

“En cuanto a los ordenadores, uno de los primeros síntomas de que le está afectando la obsolescencia programada es que empiece a presentar errores con las actualizaciones de software, o que tengan problemas de calentamiento y componentes como la memoria RAM o la tarjeta gráfica empiecen a dar fallos”, continúa el experto.

García añade otro ejemplo, el de las impresoras. “Muchas de ellas están diseñadas para que los cartuchos de tinta se agoten rápidamente, lo que obliga a los consumidores a comprar nuevos cartuchos con frecuencia. O, incluso, a veces el precio de los cartuchos de tinta es más elevado que el coste de comprar una impresora nueva que te los incluya por defecto”.

“Si nos fijamos en los electrodomésticos de casa, algunos como las lavadoras o los frigoríficos, tienen piezas que se desgastan con el uso y que son difíciles o costosas de reparar, lo que hace que sea más rentable adquirir un modelo nuevo”, finaliza.

Consecuencias de la obsolescencia programada

Hay una tendencia generalizada a considerar que, cuando un producto se estropea, rápidamente hay que comprar otro. Esto genera un consumo exacerbado, supone un alto coste, genera residuos y tiene un impacto medioambiental muy grave. 

Es decir, no solo se explotan más recursos de nuestro maltratado medioambiente, sino que también se generan más residuos.

La Oficina Internacional de Reciclaje estima que, en 2025, se generarán 53,9 millones de toneladas de desechos. Además, en muchos casos estos productos obsoletos no son biodegradables y dañan el medioambiente al contener materiales tóxicos o sustancias químicas peligrosas, sobre todo si no se tratan correctamente.

Con la obsolescencia programada se explotan más recursos del medioambiente y se generan más residuos. - cunaplus

Por no hablar del elevado coste para nuestra economía personal. Antes de comprar un nuevo dispositivo, recomendamos la sustitución de las piezas o una posible reparación, para ampliar así la vida de nuestros aparatos tecnológicos.

Tipos de obsolescencia programada

  • Obsolescencia funcional: un producto deja de funcionar adecuadamente debido a su diseño o construcción.
  • Obsolescencia percibida o de diseño: se diseñan dispositivos más estéticos que nos hacen pensar que el antiguo ya no sirve. Por ejemplo, los nuevos modelos de smartphone.
  • Obsolescencia sistémica/tecnológica: los dispositivos y sus complementos dejan de ser compatibles. Por ejemplo, deja de haber piezas de repuesto para reparar un producto.
  • Obsolescencia legal: regulaciones que limitan o prohíben el uso de algunos productos. Por ejemplo, las limitaciones a los vehículos diesel.

La solución está en nuestras manos

  • Mantén y cuida los dispositivos de manera regular para evitar daños. Es importante atender a detalles que parecen nimios, como la acumulación de polvo y, para evitar futuros problemas, limpiarlos con frecuencia, ya que puede provocar el mal funcionamiento de los ventiladores internos que llevan muchos dispositivos.
  • En lugar de comprar dispositivos nuevos, es mejor reemplazar los componentes desactualizados, como las memorias RAM o las unidades de almacenamiento SSD en los ordenadores.
  • Trata de reparar el dispositivo cuando sufre algún daño, en lugar de descartarlo y comprar uno nuevo directamente.
  • Usa de manera responsable los componentes, para evitar un uso excesivo o inadecuado. Por ejemplo, evita dejar el ordenador, el móvil o la tableta encendidos de manera constante, ya que esto puede provocar problemas de sobrecarga o recalentamiento.
  • Antes de comprar, infórmate bien de la calidad y las características del producto. Aunque pueda parecer atractiva la idea de comprar un producto a bajo precio, estos suelen tener un rendimiento y un tiempo de vida mucho más limitado.
Reparando un teléfono móvil y la batería para reciclarla. - Parilov
  • Adopta hábitos de consumo más sostenibles, apoyando conceptos como la “alargascencia” frente a la obsolescencia. Es decir, apostar en tu día a día por patrones de consumo que dilaten la vida útil de productos y bienes. Y apostar por el reciclaje y la reutilización.
  • Cuando el producto deje de funcionar correctamente, se puede optar por la donación a lugares como centros educativos o sociedades sin ánimo de lucro que los necesiten, o reciclarlos si ya no se les puede seguir dando uso.

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