¿Tú eres de los que tiene gotelé en las paredes de casa? Esta técnica de pintura con textura granulada, que deja eso que parecen pegotes de pintura en las paredes, es seña de identidad de las casas españolas del siglo pasado, aunque se ha seguido utilizando en viviendas nuevas hasta hace no tantos años. Lo cierto es que el gotelé está en desuso, priman las paredes lisas, pero hay una razón que invita a dejarlo en las paredes de casa.
Si visitas una vivienda española de los años 70 u 80 sin reformar, el gotelé está omnipresente. Por su acabado rugoso, este estilo de pintura es muy protagonista en la decoración de una casa; parece que come espacio, sobre todo si la paredes de la casa no son blancas. Durante muchas décadas después, incluso en los primeros años de este siglo, se siguieron entregando viviendas de obra nueva con las paredes en gotelé por la sencilla razón de que es más rápido y cómodo de hacer que una pared lisa, que requiere un acabado mucho más pulido, un trabajo más delicado en definitiva.
Actualmente, es muy difícil que una casa nueva se entregue con las paredes en gotelé, y si es así, es muy habitual que las personas que la adquieren lo eliminen antes de entrar a vivir. Y no es barato quitarlo precisamente. Además, se lía una bastante grande en la casa, por lo que es mejor hacerlo antes de tener muebles. Es este, la que hay que montar, además del gasto que supone quitarlo, uno de los motivos por los que en muchas casas antiguas la gente no retira el gotelé salvo que haga una reforma integral.
Sin embargo, hay otra razón de peso para mantener en las paredes de la casa la pintura de gotelé. Y no es que sea una solución económica o práctica para los pintores; es que lo es también para quienes habitan la casa. Lo explicamos a continuación.

La ventaja del gotelé
El gotelé fue la técnica elegida para pintar las paredes de las casas en una época de gran y rápido crecimiento en las ciudades, sobre todo en los barrios obreros. Se quedó porque era una solución funcional, económica y práctica.
Es esta última característica, lo práctico que es, la gran ventaja del gotelé con respecto a las paredes lisas u otro tipo de soluciones de moda, como papeles pintados o azulejos. El gotelé oculta como ninguna otra técnica las imperfecciones de las paredes, sobre todo de aquellas más antiguas, que suelen presentar irregularidades por la construcción rápida y económica de la época.
En construcciones más modernas las irregularidades no son tan visbiles, pero sí las manchas que enseguida se quedan en las paredes lisas, donde hasta un dedo deja huella. Ni el borrador mágico, por mucho que repasemos, puede acabar con todas estas marcas que poco a poco van tiñendo las paredes lisas, como bien sabrás si tienes peques en casa. Y en esto, el gotelé también es un gran aliado porque su textura rugosa ayuda a que se disimulen mucho mejor.
Por lo tanto, si tus paredes tienen gotelé, que básicamente consiste en la aplicación de pintura texturizada con acabado en relieve, teniendo en cuenta además que la operación de retirarlo es costosa y puede provocar que tengáis la casa unos días, podéis plantearos si dejarlo por un motivo de practicidad. Este argumento cobra especial fuerza si, como decíamos antes, hay niños pequeños en casa, los principales “enemigos” de las paredes lisas, que requieren un mantenimiento mucho mayor que las paredes pintadas con gotelé, lo cual también afecta directamente al bolsillo familiar.