Nunca pensé que el truco que uso para ordenar la ropa en el armario serviría también para organizar los cajones de mi cocina

Descubrí que aplicar un solo criterio me ayudó a vaciar cajones, ganar orden y soltar lo que no uso en la cocina.
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Orden en la cocina - Cortesía de iStock.

Hay zonas de la casa donde el orden se pierde casi sin que nos demos cuenta. Y si hay un lugar donde eso ocurre a diario, es en la cocina. Cada cajón parece tener vida propia: utensilios olvidados, gadgets que prometían mucho y se usaron una vez, cucharas repetidas, moldes que un día juraste usar más seguido pero que llevan años ocupando espacio. Yo ya había asumido que el desorden formaba parte del paisaje de mi cocina… hasta que un día decidí aplicar el mismo criterio que uso para ordenar mi ropa. No era nada complicado. Solo una regla: si no lo he usado en el último año, probablemente no lo necesito. Así de simple. Con esa premisa en mente, empecé a revisar cajón por cajón, como quien hace cambio de armario. Lo que al principio fue un intento por ganar algo de espacio terminó siendo un cambio de mentalidad sobre cómo organizar.

No tuve que comprar nada. Ni bandejas nuevas, ni cajas apilables, ni separadores. Solo vacié, observé con calma y me quedé con lo que de verdad utilizo. Utensilios repetidos, moldes que no recordaba tener, herramientas que solo ocupaban sitio... todo eso se fue. Y lo que quedó por fin tenía sentido y lugar. Me di cuenta de que muchas veces lo que más nos abruma no es el tamaño de los espacios, sino la cantidad de cosas innecesarias que acumulamos sin pensarlo. Mi cocina sigue siendo pequeña, pero ahora está pensada para funcionar, no para almacenar por inercia. Y lo mejor de todo: ahora encuentro lo que busco sin tener que revolver medio cajón cada vez. Ya os conté que el truco de limpieza que nadie te contó: cómo desinfectar el estropajo y evitar que tu cocina huela mal.

Aplicar la regla del año: menos es más (también en los cajones)

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Orden en la cocina - Cortesía de iStock.

La clave de este método está en la honestidad. Si no has usado ese rallador con forma de flor en un año, es probable que no lo necesites. Empecé vaciando los cajones uno a uno. Sacar todo me obligó a ver de verdad lo que había acumulado. Y también me permitió hacer limpieza sin miedo.

A medida que revisaba, iban apareciendo objetos que ni recordaba tener. Algunos aún con etiqueta. Otros que habían sido útiles en otra etapa, pero que ya no encajaban con mi cocina actual. Me di cuenta de que, al igual que con la ropa, los cajones acumulan por inercia. Y que revisar con intención te da una claridad que no se logra simplemente ordenando "por encima".

Por supuesto, no tiré todo. Hay piezas que uso poco pero que quiero conservar, como algunos moldes de repostería o utensilios para ocasiones especiales. Pero decidí que cada objeto debía justificar el espacio que ocupa. Y si no lo hacía, se iba. Algunos los doné, otros los regalé. Lo importante fue liberar espacio y ganar funcionalidad.

Un orden que se nota (y que se mantiene)

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Orden en la cocina - Cortesía de iStock.

El resultado fue más que visual. Claro que ahora los cajones se ven más despejados, pero lo más valioso es que todo está accesible. Sé lo que tengo, dónde está y para qué lo uso. Ya no hay que rebuscar, no hay que sacar medio cajón para encontrar una espátula.

Ese orden, además, se mantiene. Porque no se trata solo de limpiar o recolocar, sino de repensar lo que guardas. Desde que hice esta limpieza, cocino más cómoda y más rápido. Incluso me da más gusto estar en la cocina. Y como no acumulé nuevos organizadores ni cajas extra, todo sigue siendo simple. Os proponemos leer también el método de orden exprés de Marie Kondo para mujeres sin tiempo.

Ordenar como un acto de bienestar

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Orden en la cocina - Cortesía de iStock.

Lo más curioso de todo este proceso es que no lo hice por estética. Lo hice por necesidad. Pero una vez hecho, el efecto emocional fue evidente. Un espacio ordenado da calma. Y cuando ese espacio es la cocina, un lugar tan cotidiano, se nota mucho más.

Reducir el desorden físico ayuda también a reducir el mental. Saber que los cajones no están llenos de cosas inútiles hace que cocinar no sea una batalla contra el caos. Solo por eso, repetiría el método una y otra vez.

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