¿Alguna vez has oído, o alguien te ha dicho, que correr en ayunas adelgaza más? Puede que tenga parte de razón. Dentro del perfil de runner, cada persona tiene sus manías, preferencias o hábitos. Uno de ellos es la franja horaria en la que salir a correr. Los hay que prefieren pegarse un buen madrugón y hacerlo antes de ir a trabajar, los que aprovechan el descanso de mediodía, o aquellos que se ponen las mallas y las deportivas a última hora del día porque argumentan que así desconectan del estrés y la rutina.
Si tú eres de las primeras, te interesará saber que correr sin nada en el estómago tiene una serie de privilegios, sí, pero también otros tantos inconvenientes que te desgranamos a continuación. Hay opiniones y valoraciones para todos los gustos, e incluso dentro de un mismo departamento médico o nutricional habrá discrepancias.
Lo cierto es que al correr en ayunas logramos que nuestro organismo utilice como fuente de energía las grasas almacenadas. Esto sucede porque ya ha consumido mientras dormíamos todos los hidratos de carbono previamente ingeridos.Otra ventaja de correr en ayunas es el aumento de rendimiento, ya que, al estar vacío de hidratos, y sin digestiones por hacer, la sensación de estar liviana, ligera y cómoda. Además, ayuda a definir la musculatura.
Por el contrario, no hay que engañarse, correr en ayunas y sin reservas en el estómago tiene una cara B. Es aquella en la que se pueden producir episodios de hipoglucemia (mareos o desmayos) o riesgo de deshidratación. También podría afectarnos el llamado efecto rebote y el hecho de estar vacío nos haga despertar un hambre feroz.
Si no estás acostumbrada al ejercicio físico, es mejor que desayunes y salgas a correr después de hacer la digestión, para evitar sustos de este tipo. Sin embargo, correr en ayunas puede resultarte muy efectivo siempre y cuando sea poco tiempo y con una intensidad moderada.