Cereales hidriolizados: ¿en qué afecta este proceso químico a la alimentación de tu bebé?
El cambio de la lactancia a la alimentación complementaria de tu hijo implica una concienzuda lectura de etiquetas que te ayudamos a descifrar.
Si no has sido madre o padre recientemente, esto que te vamos a contar en las siguientes es tan curioso como, probablemente, desconocido para ti. Si lo has sido, es posible que hayas llegado hasta aquí desesperada por saber más acerca de esa palabra que aparece en muchos de los debates sobre alimentación para bebés a partir de los seis meses de vida: la hidrólisis o cereales hidrolizados, que es como suele estar reflejado en el etiquetado de los productos industriales que utilizan esta técnica. ¿Qué es? ¿Es realmente necesaria? ¿Qué consecuencias tiene?
Como la mayoría de los lectores no serán químicos, y si lo son no necesitarán realmente leer este tipo de información, no es necesario detenernos demasiado en destripar el proceso en sí. Basta con saber a grandes rasgos que la hidrólisis, también conocida como dextrinización, es un proceso químico en el que se utiliza agua para descomponer las cadenas del almidón, presente en la mayoría de los cereales, en pedazos más pequeños.
Dicho de otro modo, la hidrólisis es la técnica más extendida entre las casas comerciales de producción de alimentos para bebés para elaborar las famosas “papillas”.
El contenido de azúcar se dispara
Durante muchos años, antes de que en el último lustro se haya dado muchísima más visibilidad a la educación alimentaria -los índices de obesidad infantil, casos de diabetes, etc. así lo requieren- y se hayan introducido mejoras en las normativas que afectan a detalles tan importantes como el etiquetado, había pasado desapercibido el uso de hidrólisis en este tipo de productos, que en principio se utilizaba con el pretexto de que los cereales se digerían mejor por el bebé tras someterles a dicha reacción clínica.
Sin embargo, no se le daba la importancia que tenía a un efecto inmediato de la hidrólisis en los cereales, que hace que se dispare el contenido en azúcar no presente en ellos de forma natural al transformarlos. Todavía hoy es tan sencillo como acudir al lineal de los productos de alimentación para bebés de cualquier superficie comercial que los venda o mirar en su tienda online y leer la etiqueta de los cereales que sí estén hidrolizados y comprobarás que el contenido en azúcar supera, con creces en muchos casos, la barrera de los 20 gramos por cada 100.
Para que tengas algún indicador fiable con el que comparar este dato, ningún alimento procesado puede presumir en su etiquetado de ser bajo en azúcar si tiene más de 5 gramos por cada 100. Estamos hablando de productos con cuatro veces más.
Compara etiquetas

papilla
La alarma que han expandido los expertos en nutrición al respecto a través de altavoces tan potentes como el de las redes sociales y el hecho de que cada vez sean más las cabezas de familia concienciadas por introducir hábitos saludables en casa desde edades muy tempranas, ha hecho reaccionar a la mayoría de las marcas clásicas, que poco a poco han lanzado productos similares pero sin someter a los cereales a dicho proceso.
La diferencia, como también puedes comprobar de forma objetiva tú misma si comparas etiquetas, es abismal, puesto que donde antes el bebé ingería alrededor de 20 gramos de azúcar por cada 100, ahora toma poco más de un gramo en la mayoría de casos.
Aunque no sea el azúcar lo único en lo que debemos fijarnos a la hora de comprar los cereales para los más pequeños -ya sabes que lo ideal es hacerlo todo casero-, porque también es muy importante que las harinas con las que se fabriquen no sean refinadas, por ejemplo, el de evitar los cereales hidrolizados es un paso en la dirección correcta si lo que buscas es reducir la ingesta excesiva de azúcar no presente de forma natural en los alimentos lo antes posible.