Se ha hablado mucho -y con razón- de los beneficios que la avena puede reportar a nuestra salud, pero, a la hora de tomarla, ¿mejor cocida o cruda?
Para entenderlo bien, lo mejor es comenzar por el principio del proceso. La avena es un cereal procedente de la familia de las gramíneas, y su planta se diferencia mucho a la avena tal y como la encontramos en los paquetes que compramos en el supermercado. De hecho, existen varios formatos en los que podemos encontrar la avena: entera , salvado, harina o en copos. Seguramente la que hayas visto con más frecuencia sea esta última.
La avena es uno de los cereales más apreciados por la gran cantidad de beneficios que contiene. Este cereal cuenta con una gran diversidad de nutrientes muy beneficiosos para nuestra salud. Se ha demostrado como uno de los mejores alimentos para reducir los niveles de azúcar en sangre. Además, su alto contenido en fibra y sus carbohidratos de absorción lenta nos ayudan a sentirnos más saciadas a la vez que eliminamos las sustancias que nuestro organismo no necesita. La avena aporta una buena dosis de energías saludables y reduce los niveles de colesterol en sangre, así que si necesitas activarte de manera saludable, no dudes en incluir la avena en tus menús.
La avena es un alimento muy versátil que puedes tomar de muchas formas, así que no hay excusas para no darle una oportunidad. Una de las formas más populares de tomar la avena es cocida, a modo de porridge. De hecho, se recomienda tomar la avena cocida o mezclada con algún tipo de jugo o leche, ya que de esta forma reducimos las posibilidades de sufrir alguna indigestión producida por el ácido fítico que contiene la avena cruda, que al mezclarse con minerales como el hierro o el zinc podría sentarnos mal.
Al cocer la avena, facilitamos su digestión y a nuestro estómago le llevará menos tiempo metabolizarla. Esto también se debe al cambio de textura que este cereal experimenta al cocerse en agua. La forma óptima para cocer nuestra avena es bastante sencilla: basta con ponerla en una sartén y añadir aproximadamente el doble de agua que de avena. Una vez hecho esto, dejaremos hidratar la avena mientras el agua se calienta y removeremos mientras que se evapora. Cuando ya no quede agua pero la avena siga húmeda, será el momento óptimo para consumirla.
Si bien cocinar la avena es una de las formas más frecuentes para consumirla, también debes tener en cuenta que al exponer este cereal al calor, puede perder una parte de sus propiedades, especialmente lo que concierne al aporte de proteínas y fibra. Entonces, si tomar la avena cruda puede causarnos indigestión y cocinarla le resta propiedades...¿cuál es la mejor forma para disfrutar de este cereal sin inconvenientes? Pues bien, la forma más sencilla de disfrutar de tu avena con todas sus propiedades pero sin riesgo de que te siente mal no es otra que dejar la avena remojar durante toda la noche y consumirla al día siguiente. De esta manera se hidratará y no será igual que tomarla cruda, pero tampoco tendrás que renunciar a ninguna sus propiedades.
A la hora de elegir tu avena, escoge aquella que más te guste: en versión harina, copos gruesos o copos finos, y...¡ya puedes disfrutar!