A todo el mundo le ha pasado alguna vez. Estamos comienzo cerezas y, de repente, sin darnos cuenta, nos tragamos algún hueso. De repente, un escalofrío nos recorre la espalda, porque recordamos ese rumor que dice que esto puede causar apendicitis. Si suponemos que eso es cierto, podemos considerar que hay personas que “viven al límite” porque comen de forma voluntaria las semillas de otras frutas sobre las que se dicen cosas parecidas, como la sandía o las uvas (aunque, a decir verdad, cada vez es más difícil encontrar variedades con semillas). Pero ¿hay algo de cierto en ello o se trata simplemente de un mito sin fundamento?

¿Qué es la apendicitis?
Para entender todo esto, primero hay que conocer un poco de qué estamos hablando. El apéndice es una especie de saquito de pequeño tamaño y con forma de dedo que se encuentra en uno de los extremos de intestino grueso. Por situarnos un poco mejor, el apéndice está en la parte inferior derecha del abdomen.
La apendicitis ocurre cuando el apéndice se inflama. Esto causa un dolor intenso, que normalmente comienza en la parte central del abdomen, cerca del ombligo, y finalmente acaba en la parte inferior derecha. Puede llegar a ser muy grave si no se trata a tiempo, porque la infección se puede extender, causando peritonitis (inflamación del peritoneo, que es la membrana que recubre el interior de la cavidad abdominal) o septicemia, que pueden poner en serio riesgo la vida de la persona afectada.
Como la mayoría de la gente sabe, lo que se hace para tratar los casos de apendicitis es una intervención quirúrgica para extirpar el apéndice. Lo que ya no está tan claro es la causa de la apendicitis.
¿Cuál es la causa de la apendicitis?
Al parecer no hay una sola causa detrás de la apendicitis, sino que puede haber varias. Se apunta a que una de las principales es el taponamiento del apéndice debido a un aumento de la producción de células linfoideas, o bien por un apendicolito, que es una acumulación de heces, compuesto por materia fecal, bacterias, mucosidades y restos de células.
Pero no solo eso. También puede haber otras causas, como la obstrucción del apéndice debido al desarrollo de un tumor, o incluso debido a la presencia de parásitos intestinales, aunque estas dos causas son muy poco frecuentes, sobre todo la última, si nos referimos a nuestro entorno.
¿Y qué pasa con las semillas de frutas?
Llegados a este punto, parece claro que todo lo que pueda obstruir o taponar el apéndice es susceptible de provocar su inflamación y acabar produciendo una apendicitis. Pero ¿eso incluye las semillas de frutas? Pues sí y no. Dicho de otro modo, sí es posible, pero es muy poco frecuente.
Apenas hay estudios científicos sobre el tema, precisamente porque esto no se considera un factor de riesgo a la hora de sufrir apendicitis. Y es que, si tragamos voluntaria o accidentalmente alguna semilla entera, ya sea de sandía o de cereza, lo más probable es que pase a través de nuestro tracto digestivo sin problema y acabemos expulsándola con las heces.

Uno de los pocos estudios en los que sí se investigó este asunto indica que, efectivamente, algunos restos de las semillas que no expulsamos sí podrían llegar a obstruir el apéndice, causando apendicitis, pero es muy poco probable. Concretamente en el estudio se indica que esto ocurrió solamente en uno de los mil novecientos sesenta y nueve casos analizados entre los años 2002 y 2009, lo que supone un 0,05% de los casos. Además, las semillas que se mencionan no son de sandía ni de cereza, sino de otros vegetales, como naranja, melón o higo, además de otros vegetales, como cebada, avena, cominos o nueces.
En definitiva, parece que sí hay algo de cierto en los rumores que relacionan la ingesta de semillas con el desarrollo de apendicitis, pero eso sí, la probabilidad de que esto ocurra es muy baja, así que no deberíamos preocuparnos por ello.