¿Realmente deberíamos desayunar lácteos, cereales y fruta?

Se suele decir que el desayuno completo debe estar compuesto por un lácteo (por ejemplo, leche o yogur), cereales y fruta. En principio no parece mala opción, pero no es imprescindible y, sobre todo, debemos tener en cuenta que ceñirnos a este esquema suele ser contraproducente. En este artículo contamos por qué.
Desayuno nutritivo

Cuántas veces habremos oído eso de que es necesario desayunar lácteos, cereales y fruta… Nos suelen contar que esos son los elementos imprescindibles que deben formar parte de un desayuno “completo” porque “aporta hidratos de carbono de absorción lenta”, “energía para toda la mañana”, “vitaminas y minerales”… Además se suele poner a la población infantil como “excusa”: “el desayuno que tus hijos necesitan para rendir en el colegio”, “para crecer fuertes y sanos”, “para tener energía”…

“Casualmente”, todo esto podemos verlo y oírlo en anuncios publicitarios de empresas que fabrican productos “de desayuno”: yogures azucarados, galletas, cereales “de desayuno”, cacao soluble en polvo, zumos, etc., lo cual puede darnos una pista para saber por dónde van los tiros.

Este es un ejemplo de desayuno nutritivo perfecto. - Istock

Algunos ejemplos de lácteos, cereales y fruta

Antes de nada, debemos tener claro que, desde el punto de vista nutricional, no hay nada de malo en desayunar lácteos, cereales y fruta… siempre que se trate de opciones saludables. Y es que dentro de esos grupos de alimentos podemos encontrar un amplio abanico de opciones.

Por ejemplo, si hablamos de lácteos, algunos son saludables, como el yogur natural sin azúcar, el requesón o el queso fresco (mejor bajo en sal). También la leche lo es, a pesar de la mala fama que ha ganado en las últimas décadas, debidas en parte a infinidad de mitos que cuestionan su seguridad o su composición nutricional. De hecho, podemos optar tranquilamente por la versión entera porque, a pesar de los recelos que suele generar en muchas personas, su grasa no plantea problemas para la salud.

En cuanto a los cereales, también son una buena opción, siempre que optemos por versiones integrales; por ejemplo, copos de avena, copos de arroz inflado, pan integral, etc.

Por último, la fruta también es una opción saludable, a pesar de los innumerables mitos que circulan sobre ella y de la desconfianza que suscita entre algunas personas por su contenido en azúcares. Es decir, podemos elegir la que más nos guste, desde manzanas, hasta ciruelas, pasando por peras, melocotones, cerezas, caquis o lo que se tercie, tratando de priorizar, eso sí, que sean de temporada y de cercanía, lo que hará que su precio sea más asequible y su impacto sobre el medio ambiente sea menor.

En definitiva, un desayuno saludable podría estar compuesto por ejemplo por un yogur natural con copos de avena y una manzana, o por un vaso de leche con una tostada de pan integral con rodajas de aguacate.

Entonces, ¿qué hay de malo en desayunar lácteos, cereales y fruta?

Como acabamos de mencionar, estos grupos de alimentos son bastante amplios, así que en ellos podemos encontrar opciones saludables, como las anteriores, y otras que no lo son. Precisamente estas últimas son las que suelen abundar en los desayunos, especialmente en los de la población infantil. De hecho, en España la gran mayoría de los niños desayuna leche con cacao soluble y galletas, a lo que a veces se suma un zumo, para tratar de aportar esa ración de frutas que tanto se recomienda. Esto significa que lo primero que hace buena parte de la población nada más levantarse, sobre todo la de corta edad, es ingerir una considerable cantidad de azúcar.

Es fundamental sustituir las galletas y los cereales azucarados por opciones más saludables y nutritivas. - Istock

No es de extrañar. Si nos dicen a todas horas que “el desayuno completo debe estar formado por lácteos, cereales y fruta”, será lo que ofrezcamos a nuestros hijos. Pero si les ofrecemos leche tal cual o yogur natural sin azúcar, es probable que lo rechacen, porque normalmente su paladar está habituado a sabores intensamente dulces desde que son pequeños (por ejemplo debido al consumo de papillas de cereales dextrinados). Así que al final lo que hacemos es añadir cacao en polvo a la leche u ofrecerles yogures azucarados para que los acepten. Y no vemos nada raro en ello, porque estos productos suelen promocionarse como si fueran saludables.

Con las frutas y los cereales ocurre otro tanto de lo mismo: optamos por zumos porque se nos transmite la idea de que son “equivalentes a una ración de fruta” o por “cereales de desayuno” o galletas, porque se promocionan como productos saludables, repletos de vitaminas, minerales y energía. Sin embargo, beber zumo no es igual que comer fruta (su efecto sobre la salud no es el mismo porque no masticamos, los azúcares se absorben más rápidamente, tiene menos fibra, etc), mientras que por su parte, las galletas y los cereales de desayuno son productos insanos.

¿Qué hacemos entonces?

Como mencionamos anteriormente, para una persona sana no hay nada de malo en desayunar lácteos, cereales y fruta… siempre que se trate de opciones saludables: lácteos sin azúcar ni edulcorantes, cereales integrales sin azúcar ni edulcorantes, fruta entera, etc. De todos modos, decir que el desayuno debe estar compuesto por cereales, leche y fruta tiene tanto sentido como decir que debemos desayunar todos los días lentejas con tomate. Dicho de otro modo, el desayuno puede estar constituido por los alimentos que queramos. De lo que se trata es de que sean saludables y, en la medida de lo posible, variados.

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