Comer grasa es bueno: las razones por las que una nutricionista recomienda incluirlas en la dieta

Las grasas suelen ser la mala de la película y muchas personas la eliminan de su dieta. Sin embargo, son fundamentales para la síntesis y el equilibrio de hormonas esenciales como el estrógeno, la progesterona y la testosterona.
Grasas saludables

Hace tiempo que está de moda consumir poco o casi nada de grasas en la alimentación. Muchas personas consumen productos tipo “bajo en grasas”, “0% materia grasa”, “light” por temor a introducir grasas en su alimentación pensando que son perjudiciales.

Sin embargo, un déficit en el consumo de grasas puede alterar los niveles hormonales del cuerpo, y por ende, producir efectos negativos en la producción de hormonas necesarias para el correcto funcionamiento del organismo. Por eso, el consumo de una cantidad óptima de grasas es esencial para tener una alimentación saludable y un buen equilibrio hormonal.

Además, las grasas también son esenciales para la absorción de vitaminas liposolubles, como la vitamina A, D, E y K. Estas vitaminas son necesarias para una buena salud y desempeñan un papel importante en la prevención de enfermedades crónicas.

¿Todas las grasas sirven por igual para el buen funcionamiento del organismo?

No, no todas las grasas son iguales. Es importante diferenciar entre los dos tipos de grasas principales:

  • Grasas saturadas, comúnmente llamadas “grasas malas”: son más perjudiciales para la salud. Se encuentran en alimentos como la mantequilla, la bollería, carne roja…
  • Grasas insaturadas, también llamadas como “grasas buenas”: destacan los ácidos grasos omega-3 y omega-6, que son esenciales para la salud y nos aportan numerosos beneficios. Se encuentran en alimentos como los pescados azules (salmón, sardina…), las nueces y los aceites vegetales.
Alimentos ultraprocesados ricos en grasas saturadas vs alimentos poco procesados ricos en grasas insaturadas - Shutterstock

Es importante mantener el equilibrio de consumo entre estas grasas, poniendo especial atención a las saturadas, ya que un consumo excesivo de estas grasas puede aumentar el riesgo de enfermedades cardíacas, derrames cerebrales y otras enfermedades crónicas.

¿Qué hormonas pueden verse afectadas si sigo una alimentación baja en grasas?

Una dieta baja en grasas puede disminuir los niveles de estrógeno (hormona sexual que se encuentra principalmente en la mujer) y testosterona (hormona sexual masculina más importante), lo que puede afectar negativamente la función reproductiva y la salud en general.

Además, esto puede impactar de manera negativa especialmente en las mujeres en la etapa de la menopausia, que dependen de los niveles adecuados de estrógeno para mantener la salud ósea y prevenir la osteoporosis.

También puede repercutir negativamente a la producción de hormonas tiroideas, que son esenciales para diversas funciones corporales vitales, como el metabolismo la velocidad de la quema de calorías. Si no se consume el requerimiento óptimo de grasas esenciales, esto puede llevar a problemas de tiroides (una glándula importante que regula el metabolismo), como hipotiroidismo e hipertiroidismo.

Otro efecto negativo de una dieta baja en grasas es la alteración de los niveles de hormonas de crecimiento, como la insulina y el cortisol, hormonas importantes para el control del azúcar en sangre para que no haya tantos picos y la respuesta al estrés.

Es importante incluir grasas saludables en la dieta para mantener un equilibrio hormonal adecuado. Los ácidos grasos omega-3 y omega-6 son esenciales para la producción de hormonas y la salud en general, y deben ser parte de una dieta equilibrada. Un consumo óptimo ayuda a equilibrar los niveles de estas hormonas y previene problemas como la disfunción hormonal, la infertilidad, problemas tiroideos…

Para asegurarse de un consumo adecuado de grasas, se recomienda incorporar una amplia gama de alimentos ricos en grasas insaturadas en la dieta, como los pescados azules, las nueces, los semillas y los aceites vegetales.

Algunos alimentos ricos en omega 3 - Shutterstock

También es muy recomendable limitar el consumo de alimentos ricos en grasas saturadas, como la carne y los productos ultra procesados como la bollería, y elegir opciones más saludables y productos más frescos, como la verdura y fruta.

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