Asadas a la parrilla o en espetos, un sistema de cocción ancestral en el que la sardina se ensarta en una caña, son todo un espectáculo gustativo. Pero las sardinas, además de estar deliciosas, también son un alimento lleno de interesantes propiedades para la salud. ¿Quieres saber más sobre ellas? Te lo contamos en este artículo.

Propiedades. Muy ricas en ácidos grasos insaturados omega 3, con pocas grasas saturadas y llenas de proteínas de alta calidad, todos los expertos están de acuerdo en que es un pescado muy beneficioso para la salud cardiovascular. Además, contiene vitaminas del grupo B, así como A, E y D, que favorecen la absorción de calcio y ayudan a su fijación en los huesos. También son ricas en magnesio, fósforo, hierro…
Compra. Para saber que están frescas, escoge los ejemplares con los ojos limpios y abultados, la piel brillante, con un tono metálico, y la carne firme y elástica. Respecto al olor, debe tener un aroma agradable a mar. Un apunte: consúmelas el mismo día de la compra. Así te asegurarás de que están en perfectas condiciones. Y si, una vez en casa, no las vas a comer y las quieres congelar, debes retirar todas las vísceras, para que no alteren ni su textura ni su sabor.
En la cocina. Las sardinas son un pescado que se presta a múltiples elaboraciones. Se pueden hacer asadas, fritas, a la parrilla… También pueden tomarse en escabeche o como base de guisos marineros. Y si nunca las has cocinado en un arroz, no dudes en probarlas. En el mercado también puedes comprar las sardinas en lata. Ideales para comer en un aperitivo, las puedes incorporar a tus ensaladas estivales, en tortillas o, ¿por qué no?, en un bocadillo. Combínalas con unas tiras de pimientos asados y tendrás una comida estupenda. Además, como las sardinas en conserva se comen en su totalidad, espinas incluidas, aportarán un extra de calcio a tu organismo.