¡No remover!
¡Alto, suelta la cuchara! Piensa que la comida que está al fondo de la cazuela es la que más sabrá a quemado, si la remueves con todo el guiso terminamos por estropear toda la comida.

Nuevo recipiente
Lo mejor es cambiar la comida a otro recipiente en el que podamos seguir cocinando la receta. Cuando vuelques la comida, obviamente, no insistas en que caiga también la que está pegada al fondo de la olla, ya que es la que se ha quemado y no queremos ese sabor en nuestro guiso. No des por perdida la olla quemada, puedes salvarla con los trucos que te contamos aquí: “Trucos para salvar una olla quemada”.

Probar y corregir
Lo siguiente que debemos hacer es probar el guiso y comprobar las dimensiones del “pequeño desastre”. Por lo general, a la mayoría de guisos se les puede arreglar el sabor fácilmente, basta con añadir un poco más de agua o de caldo, un chorrito de aceite de oliva y rectificar de sal.

Qué añadir
Lo anterior funciona con la mayor parte de los guisos, sin embargo, las lentejas, por ejemplo, se pegan con mucha frecuencia y “arreglar” su sabor cuesta más. En este caso, podemos intentar quitar el sabor a quemado añadiendo un poco más de agua, meter en la olla una hoja de lechuga y dejar que se cueza despacio (la retiraremos al servir el plato). Si lo que se ha quemado es arroz, otro truco es meter media cebolla entre el arroz y cubrirla con más arroz por encima. Dejamos reposar hasta que el sabor a quemado haya desaparecido. También se puede echar una patata pelada y troceada para conseguir el mismo resultado.

Otras opciones
A veces, aunque logremos disimular el sabor quemado, la cocción del alimento está pasada. Si este es el caso, podemos reconvertir los ingredientes en otra receta: por ejemplo, si nos ha pasado con las verduras, podemos convertirlas en una crema o un puré.
