¿Por qué siempre tengo hueco para el postre?

¿Por qué cuando terminamos de comer y nos sentimos saciados, aún somos capaces de comer el postre? ¿Y por qué somos capaces de comer más cantidad de comida cuando estamos en un buffet?
Comerse el postre

Si eres de las personas a la que le pasa esto, tranquilo, no eres el único. La respuesta poco tiene que ver con la fuerza de voluntad, sino con otro tipo de factores que tienen una gran influencia en nuestras elecciones alimentarias, como el placer, el sistema de recompensa, las experiencias previas con los alimentos...

Las propiedades sensoriales de los alimentos son las que nos dirigen hacia la elección de uno u otro alimento, sin olvidar que el aprendizaje y la experiencia previa también influyen en la elección de alimentos.

Siempre hay hueco para el postre. Pero, ¿sabes por qué siempre solemos tener ganas? - Istock

¿Por qué tengo hueco para el postre?

Si te preguntas el por qué puedes seguir comiendo aun sintiéndote lleno, es por la saciedad sensorial específica.

No te asustes. Es un término un poco científico, pero explicado de manera más sencilla, hace referencia a que podemos saciarnos de un alimento en concreto, pero ante el estímulo de otro alimento con otras propiedades sensoriales diferentes, podemos sentir hambre nuevamente.

Cuando se consume un solo tipo de alimento, llega un momento en el que se alcanza un estado de plenitud atribuido a las propiedades sensoriales de ese alimento en concreto. Pero en el momento que se introduce un nuevo alimento con otras propiedades, diferente del anterior en forma, color, textura u olor, hay mucha probabilidad de que se consuma algo más de este segundo alimento debido a que las cualidades sensoriales de este último no han sido vinculadas con el estado de saciedad del primero. Es decir, tenemos una saciedad específica para cada alimento consumido.

Como ejemplo para entenderlo mejor, cuando tenemos para comer un plato de lentejas, podemos sentirnos saciados de este sabor y no querer repetir. Sin embargo, sí podríamos seguir queriendo comer un segundo plato o un postre.

La saciedad sensorial específica influye en la cantidad de alimento que comemos, ya que ante una variedad de alimentos disponible, el organismo asegura la ingesta de alimentos con cualidades diferentes.

Es decir, aun incrementando la cantidad de ingesta de diferentes alimentos, la saciedad no se ve aumentada. Por eso cuando vamos a un buffet, tenemos la sensación de que podemos comer más cantidad porque tenemos a disposición un sinfín de alimentos con diferentes propiedades nutricionales.

¿Con qué alimentos suele ocurrir?

Normalmente ocurre con los alimentos muy palatables, es decir, con los alimentos que son agradables para el paladar y sentimos placer. Esto se debe a que las vías de placer y de recompensa pueden anular el sistema de regulación energética, y aumentar el deseo de ingerir un alimento, incluso cuando existe una elevada reserva de energía y las sensaciones de hambre y apetito son bajas.

En muchas ocasiones, tras una comida, los más golosos suelen no poder resistirse al momento del postre. - Istock

¿No te ha pasado que alguna vez has comido un helado sin mucha hambre, pero aun así te lo has comido a gusto? Por el contrario, si nos comemos un plato de brócoli sin mucho hambre, seguramente, no nos lo terminaríamos ni lo comeríamos tan a gusto, porque no es un alimento tan palatable.

El consumo de este tipo de alimentos sabrosos para el paladar, desencadena no solo respuestas fisiológicas, sino psicológicas también, ya que somos capaces de asociar la ingesta de un alimento con olores, imágenes y comportamientos específicos. Esto ocurre porque aprendemos a asociar propiedades gratificantes de los alimentos y el cerebro lo recuerda y quiere repetir esa sensación.

Además, estos alimentos inhiben la secreción de dopamina, la hormona del placer, y por eso, esa falta de dopamina se “arregla” a través del consumo de alimentos ricos para el paladar, incluso en ausencia de hambre.

Hay muchísimos factores, externos e internos, que determinan nuestras necesidades. Y estas varían a lo largo de los días, semanas y estaciones. Es normal satisfacer tus necesidades. También influyen factores en nuestras elecciones alimentarias y en la cantidad de alimento que consumimos como el ambiente en el que nos encontramos, el autocontrol, el entorno social...

Habrá días que te apetezca comer postre, y otros que no. Si quieres terminar tu comida con postre, hazlo. Querer comerlo no te hace tener falta de fuerza de voluntad, ya que depende de muchos factores que no son voluntarios. Y además, alimentarse va mucho más allá de una necesidad fisiológica.

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