En nuestra dieta tienen especial protagonismo (o al menos, deberían tenerlo) verduras, tubérculos y hierbas que aportan un montón de beneficiosas propiedades al organismo. Sin embargo, en ocasiones olvidamos son sus raíces las que poseen todos los nutrientes que más tarde aprovechamos con su consumo. Estamos acostumbrados a que generalmente las plantas tienen sus frutos comestibles y no es la raíz la que se come, con lo que nos estamos perdiendo verdaderos tesoros gastronómicos.
Las raíces se clasifican de varias maneras. Las ramificadas son aquellas que crecen de la misma manera que las ramas y las hojas de los árboles. También encontramos raíces adventicias, que se forman en diversas partes de la planta. Otro tipo de raíces son las napiformes, cuya particularidad es que su raíz principal es más gruesa y en ella se va acumulando el alimento necesario para el resto de la planta.
Con las raíces se pueden elaborar un montón de recetas, sobre todo cremas que nos aportan toda la energía que necesitamos, aderezos que aportan un toque distinto a nuestros platos o incluso pueden ser las perfectas sustitutas de otros alimentos más calóricos. Este tipo de alimentos también son ideales para añadir a todo tipo de estofados o guisos. Sus múltiples beneficios nutricionales convierten a las raíces en las imprescindibles en cualquier receta, a la que enriquecen con sus texturas y sabores.
Algunas de ellas ya las conoces a la perfección y seguro que nunca faltan en tu dieta. La remolacha, el apio, la zanahoria o el puerro son conocidas por sus beneficios para la salud, además de su gran versatilidad en la cocina. Reducen el riesgo de padecer enfermedades cardiovasculares, ayudan al buen funcionamiento del sistema inmune y regulan la tensión arterial, entre otros beneficios. Sin embargo, y aunque son las más conocidas, no son las únicas raíces que podemos consumir.
¿Has oído hablar del apionabo, la alcachofa de Jerusalén, la chirivía o el salsifí negro? Aunque no son ingredientes especialmente conocidos en nuestra gastronomía, lo cierto es que resultan muy interesantes desde el punto de vista nutricional. Te contamos cuáles son las raíces que deberías conocer y cuáles son sus beneficios para la salud.
Alcachofa de Jerusalén
La alcachofa de Jerusalén no es una alcachofa, y tampoco es originaria de Jerusalén. Se trata de un tubérculo con aspecto similar al jengibre que resulta muy interesante desde el punto de vista nutricional. Contiene minerales como el potasio, magnesio, sodio, calcio, hierro o fósforo. Vitaminas como la A, algunas del tipo B (tiamina, rivoflavina, niacina y biotina) y H también están muy presentes en la alcachofa de Jerusalén. El modo de empleo en la cocina es como el de cualquier otro tubérculo. Se puede preparar al vapor, frito o hervido, así como añadirlo a diversas preparaciones como sopas, cremas, potajes o pucheros.

Apionabo
En nuestro país apenas se consume, pero el apionabo es muy apreciado en la gastronomía francesa. Su sabor es ligeramente dulce y con sabor a perejil. Aunque su aspecto no es lo más agradable del mundo, lo cierto es que no debemos dejarnos engañar por su exterior, pues su sabor es exquisito para hacer cremas o sopas. Es algo intenso y suele eclipsar al resto de ingredientes del plato, así que conviene usarlo con moderación. Tiene un porcentaje muy elevado de agua y muy pocas calorías (solo 42 kcal por cada 100 gramos). Contiene grandes cantidades de potasio, calcio, fósforo y vitamina C, K, C y B 6. Además, es bastante pobre en carbohidratos y apenas contiene grasa.

Chirivía
La chirivía, también conocida como pastinaca, pertenece a la familia de las umbelíferas como también el apio, la zanahoria, el hinojo, el perejil o el eneldo. Antes de la patata, esta raíz era una de las fuentes de energía más utilizadas en la Europa medieval, que la tenían en alta estima debido a su contenido en azúcar. Es muy recomendable consumirla en los meses de frío puesto que fortalece el sistema inmunológico por su contenido en vitamina C. Tiene un sabor anisado y dulce que queda muy bien en muchas recetas. Tradicionalmente se usaba en potajes, guisos, sopas, purés, asados y también se cocinaba al vapor. Combina muy bien con pescados y carnes asadas y, por supuesto, con tubérculos semejantes como la patata. Está especialmente rica asada, puesto que sus azúcares se caramelizan haciendo más potente su sabor.

Ñame
El ñame contiene nutrientes como el calcio, la vitamina C, el fósforo y el potasio, además de antioxidantes variados, y es muy interesante también su aporte energético, siendo ideal para deportistas o personas que consumen muchas calorías al día por su actividad. Se utiliza mucho su harina como espesante porque posee propiedades gelificantes y su almidón, y es que ambos son alternativas ideales para una dieta sin gluten. Se hace un pan muy interesante con su harina, por ejemplo. También se puede consumir como otros tubérculos: cocido, hervido, a la parrilla, o en la mencionada harina.

Rábano Daikon
El rábano Daikon es una variedad japonesa que significa "gran raíz". ¿Sabías que algunos de estos ejemplares pueden llegar a medir medio metro? La apariencia del Daikon es similar al de una zanahoria, pero con un color similar al de la chirivía. Su sabor es como el del rábano común pero con un toque picante. Se puede consumir en crudo o cocido, ya sea en ensaladas, platos de arroz o guisos. Se suele emplear como aderezo y en recetas con curry. En cuanto a sus propiedades nutricionales, destaca su bajo aporte de calorías (20 kcal por cada 100 gramos). Además, es rico en vitaminas del grupo B y provitamina A o minerales como el hierro, el potasio, el magnesio, el sodio, el fósforo o el calcio. También es muy recomendable por sus propiedades que facilitan la digestión.

Salsifí negro
También conocida como escorzonera, esta raíz es típica de países del Mediterráneo. Su interior es blanco y de textura carnosa, siendo su sabor un poco amargo y similar al de las alcachofas, la yuca o el puerro. Lo más recomendable es consumirla cocida para que resulte más digestiva. El agua en la que se ha cocido es muy buena para tratar el reumatismo y la gota. 100 gramos de esta raíz nos aportan 42 kcal, 1,9 g de proteína y 5,2 g de hidratos de carbono. Además, el salsifí negro es rico en potasio, hierro, manganeso, calcio, fósforo, cobre y magnesio. Vitaminas como la C, B1, B2, B6, B9 también están presentes en su composición.

Raíz de taro
La raíz de taro (también conocida como malanga) se consume especialmente en Francia. Sin embargo, cada vez es más popular en todo el mundo debido a su característico color morado. Con esta raíz se suelen elaborar smoothies y todo tipo de bebidas naturales. Sus propiedades nutricionales no son pocas, pues es ideal para mantener estable la presión arterial, aliviar el estrés y combatir el estreñimiento debido a su alto aporte de fibra (el 27% de la cantidad diaria recomendada). También es una buena fuente de potasio, vitamina C y antioxidantes. Se puede consumir como alternativa a la patata, eso sí, lavándolo bien antes, pues puede contener tóxicos.
