Sushi, sushi y más sushi. Esto era todo lo que se sabía en España de la gastronomía japonesa hasta hace bien poco. Por no saber, buena parte de la opinión pública no sabía hasta hace nada -algún despistado queda, seguro, pero muchos menos- ni siquiera diferenciar entre lo que es el sashimi y el nigiri, que probablemente sean las dos formas de comer pescado crudo originarias de Japón más extendidas en occidente.
Pero hace ya más de un lustro que la cultura japonesa vive un boom en países como el nuestro: ya no es tan extraño conocer a gente que ha viajado al país del sol naciente o tiene en mente hacerlo, y también son cada más comunes, afortunadamente, los restaurantes especializados en comida nipona que se asientan en nuestras ciudades. Nos referimos a comida japonesa de verdad. Y con recetas que van más allá del omnipresente sushi, como es el caso del ramen o de su repostería, que guarda una joya que poco a poco está dejando de ser un secreto, el mochi.
El minimalismo de la repostería japonesa
En Japón, como en todo el mundo por diferente que nos pueda parecer su cultura a la nuestra, también son golosos. Y mucho. De hecho, pueden presumir de una repostería sobresaliente, con mucha variedad de dulces, con el mochi como su gran bandera a nivel internacional -quizá solo le hace sombra el kakigori, la picada de hielo con siropes coloridos-.
Este postre de moda hecho a base de harina de arroz y judías es la definición gráfica de lo atractivo que puede ser lo minimalista en la cocina porque su presencia resulta austera e inocente si lo comparamos con la estética que suelen tener los platos dulces. Pero seguramente sea esta imagen menos habitual en un postre lo que también le aporta una dosis extra de curiosidad en todas aquellas miradas que se enfrentan a ellos por primera vez.

El mochi, como la gran mayoría de los dulces japoneses, no se concibió inicialmente como un bocado para cerrar una comida, sino que se trata de una receta para acompañar a las celebraciones en el ámbito del hogar -Año Nuevo, sobre todo-, puesto que es ahí donde está su origen, en las casas. De ahí dieron el salto a la gastronomía comercial, que aprovechando los puentes que ha tendido la globalización también en lo culinario, se han ido colando en la vida occidental hasta el punto de que aquel que los prueba se engancha por completo.
La receta del mochi

No es una masa sencilla de elaborar porque es muy pegajosa -es habitual que algunos comensales poco concentrados al masticarlo acaben en el hospital-, hasta el punto de que lo sigue siendo en boca, como decíamos antes. Para nuestro gozo, sobre todo de aquellas a las que la repostería no les supone un reto, sino todo lo contrario, cada vez proliferan más los comercios que los elaboran en las grandes ciudades españolas. En ellos, encontrarás muchas versiones más allá de los de pasta de judía dulce, porque se hacen de té verde, helados variados, nata e incluso chocolate, en lo que es su versión occidentalizada, entre otros muchos sabores. Aunque su esencia, la que los ha hecho famosos, es de corazón dulce, se pueden incluso comer salados estos originales pastelitos que no dejan de ganar adeptos.