El mes de septiembre, para los amantes de las frutas de verano, temporada que se asemeja con el paraíso si te gustan este tipo de alimentos, es doblemente dura la vuelta a la rutina porque la decadencia de la calidad y cantidad de melones, sandías, paraguayas, nectarinas y demás variedades es más que evidente.
Aunque el mango nacional está a punto de asomar y en el horizonte aparecen las ansiadas naranjas, el bajonazo es inevitable, si bien hay un halo de esperanza que se mantiene a lo largo del final de septiembre y el mes de octubre gracias a una fruta asociada (con razón) al verano que tiene una vida extra en otoño: el melocotón.
45 municipios localizados al sureste de la depresión del río Ebro, entre las provincias de Teruel y Zaragoza -en su mayoría, en el Bajo Aragón-, conforman la Denominación de Origen Protegido (DOP) Melocotón de Calanda, una de las frutas cultivadas en nuestro país más peculiares, y al mismo tiempo un manjar muy apreciado por cocineros y comensales expertos.
Su peculiar forma de cultivo
“Grande, carnoso, duro, de color entre amarillo crema y amarillo pajizo, uniforme, exento de residuos, de sabor dulce y con un intenso aroma que lo hace irresistible”, así es el melocotón de Calanda según describe el Consejo Regulador de la DOP, que toma el nombre de la localidad turolense de Calanda.
Si ya se gana la categoría de alimento especial por el hecho de ser el único melocotón que no se consume en verano, el melocotón de Calanda es todavía más especial por cómo se cultiva. “Además del medio geográfico, el sistema de cultivo peculiar dota al melocotón de unas cualidades excepcionales”, presumen desde la Cooperativa del Campo San Miguel, una de las que cultiva y distribuye esta variedad de melocotón.
Ese sistema de cultivo peculiar al que se refiere la cooperativa se denomina aclareo, que tiene lugar en junio y julio y “consiste en quitar el 70% de los frutos existentes en el árbol hasta dejar una distancia cómoda de 20 centímetros entre fruto y fruto”, indica el Consejo Regulador de la variedad. De esta manera, añade la citada fuente, “da como resultado un fruto más voluminoso y carnoso”. Hasta tal punto es así que para conseguir la etiqueta negra que distingue al melocotón de Calanda la pieza debe tener un diámetro que mida como poco 73 mm.
Pero no acaba aquí el sistema de cultivo de esta fruta aragonesa. Queda por explicar lo más llamativo: se cultivan metidos en bolsas individuales. “Se protege cada fruto con una bolsa de papel parafinado, translúcido y transpirable. Este trabajo se realiza a mano de forma artesanal, y tiene como finalidad proteger al fruto de la picadura de insectos”, afirman desde la Cooperativa del Campo San Miguel, que indica además que la bolsa “permite el paso del sol, pero no del agua -gotas de lluvia o humedad de la mañana-, del polvo, ni de otros agentes externos; de esta manera se consigue un melocotón de excepcionales cualidades”.
Por lo tanto, lo que hace la bolsa es crear una especie de microclima ideal para la maduración óptima de cada melocotón, cuya carne es firme y dulce -la piel es muy amarilla-
Tiempo para disfrutar de este manjar
A partir del mes de julio se pueden recoger ya algunos melocotones de Calanda, pero como decíamos anteriormente, es en septiembre y octubre cuando las piezas marcadas con etiquetas negras abundan en supermercados y, sobre todo, en fruterías donde se dé prioridad al género.
El proceso de cultivo, que se lleva a cabo de forma artesanal, a mano en el caso del embolsado de los melocotones, permite controlar al detalle la evolución de la fruta, que una vez protegida por la citada bolsa solo tiene un enemigo: el granizo, que es el factor que puede marcar de forma decisiva si la cosecha de un año es buena en calidad y cantidad o no.
Afortunadamente, ni siquiera el granizo puede acabar con toda la producción de este manjar que te recomendamos encarecidamente probar este otoño. Primero, para probarlo sin la influencia de otros alimentos, solo, pero también en elaboraciones en las que seguramente ya hayas probado el melocotón de verano, como es el caso de las cremas, las ensaladas, los guisos o, lo más rápido, sencillo y rico, con yogur y frutos secos o cereales no azucarados.