A lo mejor eres de lo que esas personas que cuando va a hacer la compra con ganas de probar algún ingrediente poco habitual en su dieta, acaba volviendo a casa con lo mismo de siempre. Pasas por la pollería pero no te atreves con las perdices de temporada, en la pescadería los salmonetes tienen buen color pero de los boquerones no te saca nadie, y la frutería siempre te quedas pensando cómo sacarle partido a esos pomelos hermosos que dan ganas de no dejar ninguno en el lineal. Respuestas para todo no tenemos, pero sí algunos consejos para que te atrevas por lo menos con este último.
Tan llamativo como es el pomelo abierto por la mitad gracias a su tamaño y a su bonito color rojizo, lo es el árbol que le da vida a este cítrico porque es de las especies más grandes dentro de esta familia. El árbol del pomelo -puedes encontrar referencias a él como pomelero o toronja- es una especie subtropical que, como todos sus “primos hermanos”, no tolera bien ni el frío ni las heladas, de ahí que se cultive en zonas específicas como el Caribe, si bien hay también cultivo de pomelo en áreas concretas de China e incluso en España, fundamentalmente en la Comunidad valenciana.
Ríndete ante su amargor
Si no lo has probado nunca, debes saber que una vez retirada su gruesa cáscara, te encontrarás una fruta cítrica que se puede dividir en grandes gajos y que es muy jugosa con la característica acidez de su familia, los cítricos, pero con un sabor amargo muy marcado.
Es este amargor tan penetrante en el paladar el que frena a mucha gente con el pomelo. Es entendible porque este tipo de sabores no son aptos para todos los gustos por muy bueno que esté el del pomelo en concreto, pero las reticencias aparecen también en muchas ocasiones simplemente por el desconocimiento de las posibilidades culinarias que ofrece esta fruta.
Si hiciéramos una encuesta a pie de frutería, pocos clientes sabrían dar más de un par de usos del pomelo. Más allá de solo o edulcorado con azúcar o miel, que son las formas más primarias para tomarlo, el consumidor, en general, no tiene claro cómo sacarle partido. Por eso vamos a demostrarte que es realmente fácil.
Aprovéchalo en crudo

Para no perder su jugo, que es la clave de este vegetal, la primera recomendación es aprovecharlo en crudo como ingrediente de platos fríos. No necesariamente tiene que ser un postre, aunque aporta un matiz especial a la macedonia de frutas de toda la vida. Hablamos, por ejemplo, de las ensaladas, donde quizá sea, junto a la granada, la fruta que más juego da en este tipo de recetas porque a su sabor hay que unirle el aporte estético que ofrece, algo que en las ensaladas en concreto se agradece especialmente. Siempre cuesta un poco menos hincarles el diente si son coloridas y atractivas, ¿verdad? El pomelo es una elección fantástica para conseguirlo.
Buen compañero de otros cítricos como la naranja, el pomelo también es una excelente pareja de las carnes, ya sea en jugo o en crudo. El primero con pollo resulta una mezcla exitosa, mientras que para la segunda fórmula es realmente original -y rico, por supuesto- utilizarlo como condimento de un carpaccio de carne roja o ibérica, por ejemplo.
Y por si estas ideas te resultaran escasas, no hay que olvidar la vertiente líquida del pomelo, su zumo, al que se recurre de forma habitual en coctelería y también se puede consumir tal cual, y la vertiente dulce, entre cuyas posibles elaboraciones nos quedamos, sin ninguna alguna, con la mermelada.