Poco podía imaginar Harry Houdini, uno de los mejores ilusionistas y escapistas del siglo XIX y de todos los tiempos, que, de sus fabulosas facultades, se derivaría un trastorno psicológico muy común en nuestra época: el síndrome de Houdini. Quien sufre este problema tiende a huir de cualquier conflicto que se le presente, ya sea amoroso, familiar o laboral.
Son individuos fácilmente reconocibles porque suelen tener dificultades en implicarse emocionalmente en ciertos aspectos de la vida y, cuando tienen relaciones de amistad o de pareja, estas suelen ser poco duraderas e insanas. Y es que a estas personas les cuesta comprometerse más allá de sus propios intereses.

De hecho, cuanto más compromiso alcanzan, mayor necesidad de escapar tienen. Se sienten abrumados y con una sensación de bloqueo que les impide transmitir sus sentimientos. Y lo malo es que, en lugar de enfrentarse a los problemas, se inventan excusas para no dar la cara. Esta huida emocional puede ser física, alejándose de la persona en cuestión, o mental, distanciándose tanto que la relación deja de tener sentido.
La sociedad en la que vivimos, que potencia el individualismo y la falta de implicación emocional, tampoco ayuda a reconducir este tipo de personalidades. Por no decir las nuevas tecnologías. Ahora no hace falta estar cerca de una persona para tener contacto con ella y, en el caso de querer romper una relación, ya no es necesario dar la cara. Simplemente cesando toda comunicación con la persona se puede dar por terminada la relación.
Cómo evitarlo
Si, ante un conflicto, te sientes abrumada y tu respuesta suele ser alejarte a toda prisa para no afrontar lo que está pasando, podrías tener el síndrome de Houdini. Aquí tienes una serie de estrategias que puedes poner en práctica y que te ayudarán a controlarlo:
- Enfréntate a tus miedos. Siempre que existe una implicación emocional, hay algunos riesgos que se deben asumir. Si empiezas una nueva relación, del tipo que sea, deja tus miedos atrás porque lo único que hacen es bloquearte y fomentar la huida. Confía en los demás y haz que fluyan tus sentimientos. Y, ante un problema o circunstancia incómoda, hazle frente. Recuerda que de todo se acaba aprendiendo.
- Refuerza tu autoestima. Cuando alguien tiene la autoestima baja, muchas veces no es capaz de ver sus propias cualidades y, poco a poco, va dejando de enfrentarse a nuevos retos por miedo a no conseguirlos. Para ganar seguridad, identifica tus fortalezas, sé generosa con tus logros y no te castigues por tus errores. Muchas veces, nuestro peor enemigo somos nosotros mismos.
- Implícate emocionalmente. Pensar que el mundo no gira a tu alrededor y que no eres el ombligo del mundo puede hacer cambiar tu relación con los demás. En el ámbito de las relaciones, piensa más en la otra persona y procura involucrarte más profundamente. Así establecerás lazos más fuertesy duraderos. Y, sobre todo, no veas el compromiso como un acto de debilidad o de vulnerabilidad.