Muchas personas eliminan el pan de su dieta cuando se proponen perder peso. Si no puedes vivir sin este delicioso alimento y quieres adelgazar, tenemos buenas noticias: puedes seguir tomándolo. Y es que, al contrario de lo que muchas personas creen, los hidratos de carbono no son el enemigo y sí, podemos consumirlos incluso en la cena. Recuerda que lo único que nos hace ganar peso es consumir más calorías de las que quemamos.
Una vez que tenemos esto claro, es importante tener en cuenta que no todos los panes son iguales. No es lo mismo el típico pan de molde que venden en el supermercado (que incluso tiene azúcar, aunque no lo creas), que un buen pan de masa madre, multicereales o integral. Si bien la diferencia calórica entre el pan blanco y el integral no es demasiado significativa, si apuestas por el segundo comerás menos cantidad, pues sacia antes debido a que su alto contenido de fibra hace que el proceso digestivo sea más lento.
Saber elegir un buen pan es clave. Lo primero que hay que saber es que el pan de verdad solo tiene cuatro ingredientes: agua, harina de un cereal (generalmente suele ser trigo); y, en condiciones generales, mejor si es harina integral; levadura y sal. Sin embargo, si te fijas en la etiqueta de muchos de los panes que venden, encontrarás un montón de ingredientes más. Algunos apuntan que llevan semillas o ingredientes que a simple vista nos hacen ver que es un pan saludable. Sin embargo, lo más importante para distinguir un pan de calidad de otro que no lo es se encuentra en la harina. Hay que asegurarse de que no lleve harina refinada, es decir, elegir un pan que se elabore con harina integral, sea del cereal que sea.
Si cuando piensas en pan, te imaginas un el típico sándwich con embutido, es normal que pienses que el pan engorda. Lo importante es acompañarlo de buenos ingredientes como por ejemplo un chorrito de aceite de oliva, tomate restregado, hummus, aguacate... ¿Quién dijo que el pan no tenía cabida en una dieta de adelgazamiento? Te damos 5 motivos por los que no deberías dejar de tomarlo para adelgazar.
Te sientes saciada durante más tiempo
El pan integral, elaborado con el grano entero, es un alimento muy saciante. Tiene más fibra que el pan blanco, por lo que aporta más beneficios al organismo que su versión refinada. Su elevado contenido de fibra nos hace sentir llenas durante más tiempo, pero también se relaciona con una mejora del tránsito intestinal. En cuanto a sus calorías, son las mismas en ambos casos, pero con el pan integral te llenas antes, por lo que necesitas porciones menores.

Reduce la ansiedad por comer
Muchas personas experimentan una gran ansiedad por comer cuando se ponen a dieta. Normalmente suelen apetecernos carbohidratos, macronutriente contenido en el pan. Consumir este alimento en versión integral es una de las mejores maneras de asegurar al organismo un buen aporte de hidratos de carbono complejos, que aportan energía y evitan los picos de azúcar en sangre. Por tanto, consumir pan es una de las mejores maneras de evitar atracones y la ansiedad por comer.

Regula el azúcar en sangre
El pan integral tiene un índice glucémico moderado (de 56 a 59), lo que significa que, una vez ingerido, mantiene estables los niveles de azúcar en sangre. También se relaciona con la prevención de la diabetes. Según el plato de Harvard, la mitad del plato deben ser vegetales, una cuarta parte ha de ser proteína y la otra cuarta parte, granos integrales como el pan, la avena, la pasta, etc.

Tiene pocas calorías
El pan blanco y el pan integral aportan prácticamente las mismas calorías (alrededor de 80 por rebanada), aunque este último es más saludable. Si prescindes de embutidos y otras carnes procesadas nada saludables, y en su lugar optas por ingredientes nutritivos, tendrás un desayuno o merienda perfectos. Por ejemplo, una tostada de crema de queso fresco con peras y nueces. Te damos otras ideas deliciosas y fáciles aquí.

Es esencial para tener energía
Los hidratos de carbono son muy importantes para que el cuerpo funcione: nos brindan energía y eliminarlos de la dieta puede provocarnos problemas de salud. De hecho, las dietas bajas en hidratos como la paleo o la keto se vinculan a problemas de estreñimiento, carencias nutricionales e incluso una menor esperanza de vida.
