El buen precio, el delicioso sabor y las virtudes nutritivas de los mejillones, los convierten en una auténtica joya gastronómica. Te damos unos sencillos trucos para prepararlos correctamente.
Sacar las ‘barbas’
Con ayuda de unas pinzas de punta fina, buscar los filamentos o barbas que están adheridos a las conchas. Estos filamentos, también llamados bisos, les sirven a los mejillones para adherirse a las rocas.
Quitar los filamentos
Cuando los filamentos estén fuera, tirar con fuerza para arrancarlos por completo. Después raspar las conchas con un cuchillo de hoja corta para quitar las adherencias que tengan.
Limpiar las valvas
A continuación, frotarlos enérgicamente con un cepillo de cerdas cortas y fuertes por todos los lados para que no quede ningún resto en las valvas. Depositarlos en un bol a medida que se limpian.
Poner en remojo
Cubrirlos con agua fría y añadir un pellizco de sal, dejarlos en remojo durante un rato para que suelten todas las impurezas que contengan en su interior. Cambiar el agua un par de veces y frotarlos entre sí.
Cocer y abrir
Ponerlos en una cazuela y calentar a fuego vivo hasta que todos estén abiertos. Mover la cazuela de vez en cuando con energía para facilitar su apertura. Desechar aquellos que no se hayan abierto.
Aderezar
Puedes poner en la cazuela un vasito de vino blanco, laurel, unos aritos de cebolla e incluso unos trocitos de cáscara de limón. Estos ingredientes aderezarán y darán un delicioso sabor a los mejillones.
10 trucos útiles
1 - Los buenos mejillones hay que comprarlos frescos y de buena calidad. Si los compras cocidos o congelados también te servirán, pero nunca serán igual que los frescos recién cocidos. Si decides comprarlo en conserva, es mejor comprarlos al natural o bajo en sodio.
2 - Cuando vayas a comprarlos asegúrate de que estén bien cerrados o casi cerrados. Si están abiertos, haz una prueba para comprobar que se encuentran en buenas condiciones: golpéalos y, si reaccionan, quiere decir que están sanos. Además, recuerda que lo más conveniente es consumirlos durante los tres días posteriores a su compra para asegurarte de que estarán frescos. Y en cuanto a la cantidad, calcula que un kilo de mejillones equivale a unos 700 gramos de molusco (la cáscara, aunque es fina, añade al menos un tercio del peso).
3 - Para que se conserven vivos y en buen estado hasta que los cocines, envuélvelos en un paño o bolsa mojada y escurrida; átalo e introdúcela en el compartimento correspondiente a las verduras del frigorífico.
4 - Si los compras enlatados, conviene tener algunas precauciones. Por ejemplo, que las latas abombadas o abolladas es mejor descartarlas, al igual que las que tengan líquido en su parte superior. Si se trata de un mercado al aire libre evita adquirir latas que hayan estado expuestas al sol. Ya en casa, una vez que hayas abierto el envase, recuerda que si no consumes todo su interior, es mejor guardar los restos en un recipiente tapado, no en la misma lata.
5 - No te agotes raspando los mejillones. Coge un estropajo de acero inoxidable de limpiar cacerolas y frótalos con él debajo del grifo del agua fría.
6 - Al cocer los mejillones, si te quedan algo secos, prepara una besamel con un poquito de cebolla. Si quieres también puedes añadirles pimientos rojos.
7 - A la hora de cocerlos no se debe echar ni sal ni agua. Se hacen solos con su propio jugo y con sólo un poco de aceite de oliva o un poco de vino. También puede añadirse una hoja de laurel, pero nada más.
8 - Hay que tener cuidado con el tiempo de cocción. Si nos pasamos, se encogerían mucho y perderían lustre.
9 - Una vez cocidos, los mejillones válidos deben de estar abiertos o casi abiertos, si hay alguno cerrado hay que tirarlo.
10 - Es importante fijarse en el jugo que sueltan; si huele muy bien (a mar) y no lo vas a usar en ese momento, puedes colarlo y congelarlo, te servirá a la hora de hacer paella. En cambio si el jugo huele regular, será porque había algún mejillón en mal estado; entonces hay que tirarlo.