El cuerpo humano está formado por un 60 % de agua. La hidratación es fundamental para el transporte de vitaminas, glucosas, minerales y demás nutrientes esenciales para las células. Además, elimina las toxinas que se producen de manera natural en el organismo, regula la temperatura corporal y actúa como lubricante en las articulaciones.

Cuando estamos deshidratados, el nivel de agua que contiene la sangre disminuye, lo que dificulta su circulación y, como consecuencia, todos los órganos y músculos reciben menos nutrientes y menos oxígeno. Una inadecuada hidratación (o una deshidratación) no solo hace que el cuerpo pierda agua, sino que también disminuyen el sodio, el potasio, el calcio, el flúor y otros electrolitos.
Por tanto, mantener de manera constante ese nivel del 60 % de agua es fundamental. Como principales síntomas de deshidratación: un leve dolor de cabeza, debilidad general, mareo, fatiga o somnolencia. Si la deshidratación es moderada, también podría haber algo de taquicardia, falta de elasticidad en la piel y una disminución de la diuresis (orina).
Los casos graves constituyen una emergencia médica que podría llegar, incluso, a ser letal: a los síntomas anteriores se les une una frecuencia respiratoria rápida, vómitos, espasmos musculares, alteración del nivel de consciencia y ausencia total de diuresis. En estos casos, es fundamental acudir a un centro sanitario cuanto antes

Ahora bien, la deshidratación es fácil de evitar bebiendo agua. En principio, en verano, es bueno beber entre 2 y 2,5 litros de agua al día, aunque esto depende de varios factores de la persona (edad, actividad física...) y ambientales (por ejemplo, la temperatura).
Hay que tener en cuenta que es más eficaz beber más o menos cada dos horas unos 330 ml (una lata) que los 2 litros de golpe, y siempre es mejor beber agua que otro tipo de bebida, aunque la sensación con otra sea más satisfactoria
Consejos Prácticos
- Beber agua regularmente: La regla general es beber agua regularmente a lo largo del día, incluso cuando no sientas sed. La sed es un signo de que tu cuerpo ya está deshidratado, por lo que es importante anticiparse y mantenerse hidratado constantemente.
- Escuchar a tu cuerpo: Presta atención a las señales que tu cuerpo te envía. Si sientes sed, es importante tomar líquidos de inmediato. Además, si estás sudando mucho debido al calor o al ejercicio, aumenta tu consumo de líquidos para compensar la pérdida de agua.
- No confiar solo en la sed: Aunque la sed es un indicador importante de deshidratación, no debes depender únicamente de ella. En verano, especialmente cuando las temperaturas son altas, es fácil deshidratarse sin sentir sed. Establece recordatorios para beber agua regularmente, especialmente si estás pasando mucho tiempo al aire libre o realizando actividades físicas.
- Variar las fuentes de hidratación: Además del agua, también puedes obtener líquidos de otras fuentes, como jugos de frutas, batidos, infusiones frías, y alimentos con alto contenido de agua, como sandía, pepino y lechuga. Estas opciones pueden ser igualmente efectivas para mantenerte hidratado y añadir variedad a tu dieta.
- Evitar el exceso de cafeína y alcohol: Aunque el café y el alcohol son bebidas comunes en verano, ambos pueden tener un efecto deshidratante en el cuerpo. Si optas por consumirlos, hazlo con moderación y asegúrate de compensar bebiendo agua adicional.
En resumen, mantenerse adecuadamente hidratado en verano es esencial para garantizar el bienestar y prevenir la deshidratación. Bebe agua regularmente a lo largo del día, presta atención a las señales de tu cuerpo y diversifica tus fuentes de hidratación. Con estos consejos prácticos, puedes disfrutar plenamente del verano mientras cuidas de tu salud.