En Cuba no es una moda disfrutar de comidas y cenas en casas particulares. Es una tradición muy arraigada de hecho. Y siguiendo esta línea, en Europa ha crecido en los últimos años esta costumbre que ya tiene su anglicismo particular, mail sharing, algo así como “compartir comida”. Hace referencia el término a la economía comunitaria, el germen de la tendencia culinaria, aunque con los años ha evolucionado y es innegable que también se trata de una línea de negocio.
El boom en España de las cenas en casas particulares se produjo a mediados de la década pasada. Es obvio a poquito que investigues algo. Fue entonces cuando proliferaron las aplicaciones e iniciativas de este estilo, primero en Barcelona, y después en Madrid, sobre todo. En la ciudad condal encontramos el proyecto 62 escalones, este sí muy arraigado a la citada economía comunitaria: cenas para muchos comensales que no se conocen entre sí en una vivienda particular. Todo por la parte social, no la económica. Pero este proyecto, al menos en redes sociales, desaparece hace ya más de un lustro.

También lo hicieron muchas de las apps que fomentaron lo que entonces muchos medios de comunicación catalogaron como ‘Airbnb gastronómico’ porque estas sí incluían en su espíritu un componente económico. La más famosa fue VizEat, fundada en 2011, pero había más, tanto en España como en Europa: Mealsharing, Meetmeals, GrubClub, Cookening… En realidad, no desaparecieron, sino que evolucionaron al concentrarse la mayoría bajo el sello EatWith, la app más famosa dedicada a este tipo de iniciativas de cenas en casas de particulares.
Lo que ocurre es que el concepto también ha evolucionado desde entonces, ya que no solo se pueden encontrar experiencias sociales y gastronómicas como una simple cena en casa de desconocidos. También pop-ups, eventos, talleres de cocina o food tours por las ciudades. Ya no es solo cenas en casas particulares.
La evolución del catering de toda la vida
En paralelo a esta tendencia creciente en la década pasada de las cenas en casas particulares creció también otra alternativa a los restaurantes: contratar cocineros profesionales para cocinar en tu casa.
No tiene nada que ver lo uno con lo otro, puesto que las cenas en casas particulares nacen de la economía comunitaria, del deseo de experimentar a nivel social, y contratar chefs es la evolución del catering de toda la vida, que por cierto sigue a la orden del día. Ahí está el éxito de Cristina Oria o Isabel Maestre, por ejemplo.

Pero una cosa es el catering y otra, directamente, contratar un cocinero para que tome tu cocina y se adueñe de ella. Este es un servicio en auge y no solo en Navidad. Se hace durante todo el año. Prueba de ello son negocios como Take a Chef, que tiene un enfoque formal y muy profesional, pensando sobre todo en cenas y comidas formales.
De esta tendencia ha surgido también otra, que es la de contratar cocineros para el día a día. No como Cristiano Ronaldo y Georgina Rodríguez cuando buscaban cocinero a tiempo completo con un sueldo de más de 5.000 euros al mes. Es algo más económico y sencillo lo que proponen apps como Cocinero a domicilio: “en sólo 3 horas cocinamos el menú familiar para toda una semana”.
Y así es como el mundo de la gastronomía se va reinventado, encontrando nuevas líneas de negocio y oportunidades. Igual que ocurrió con el delivery durante la pandemia. No es demostrable, por cierto, que aquel encierro tan largo hiciera mella en la experiencia cada vez más popular de competir cenar en casas particulares con desconocidos, pero por motivos obvios es innegable que la pandemia hizo daño a este tipo de planes de ocio, ya fueran enfocados desde el punto de vista social o del económico.