Una sonrisa blanca y radiante es una de las mejores cartas de presentación y uno de los aspectos en los que primero nos fijamos cuando conocemos a una persona. El tono de nuestra dentadura varía con el tiempo, siendo más amarillento con la edad, dependiendo de qué comemos o cómo es nuestra higiene oral.
Todos queremos lucir una sonrisa perfecta y el tono amarillento es algo casi imposible de evitar, aunque esto no quiera decir que no tenga solución.
La mayor parte de las personas se dan cuenta del color de sus dientes casi de repente. Esto se debe a que el cambio es muy gradual y lento, por lo que pueden tardar años en darse cuenta que su tono ha cambiado y ahora es más amarillo o grisáceo de lo que creían.

En realidad, hay muchas razones por las que nuestros dientes cambian de tono. El primero e ineludible es la edad. Con los años, el esmalte, que es la capa más superficial del diente, se va debilitando. Al ser más fina, deja a la vista la siguiente capa, la dentina, que tiene un tono más amarillento.
El color natural de la dentadura es anacarado, y puede variar mucho de una persona a otra.
Otro motivo más común de lo que se cree es la ingesta de determinados alimentos. Algunos productos (también naturales), tienden a teñir nuestros dientes. Y, para muestra, los alimentos que te descubrimos a continuación.
1. El café y el té
Se sitúa a la cabeza y con mucha diferencia, aunque cambiarlo por té tampoco mejora la situación. En ambos casos, el problema es que oscurece de forma notable el esmalte.
Esto ocurre debido a la presencia de taninos (polifenoles ácidos) en su composición, que tienen un impacto directo en la coloración de nuestros dientes. Además, dado que es una bebida ácida, altera el equilibrio del pH de nuestra boca, de forma que daña los dientes mucho más rápido.
Respecto al té, ocurre prácticamente lo mismo que con el café: su contenido en taninos puede afectar la salud y apariencia de nuestra dentadura. Lo más aconsejable en este caso es optar por un té de alta calidad, ya que los de peor calidad suelen tener una mayor cantidad de taninos.
Por otro lado, la investigación sugiere que añadir leche al té (como se suele hacer con el tradicional té con leche inglés), reduciría su capacidad de manchar los dientes.

2. Vino tinto
Es muy visible en los labios, que se quedan más oscuros tras consumir una copa pero, aunque no sea tan evidente, también hace de las suyas con nuestros dientes.
Nuevamente, son los taninos los principales "culpables". Aunque no son los únicos: el vino tinto contiene pigmentos, llamados cromógenos, que le dan a esta bebida su color rojo oscuro tan característico. Dado que el esmalte dental no es completamente liso, cuando bebes vino tinto , estos pigmentos se hunden en los dientes y provocan manchas.
Su acidez natural también ataca el esmalte dental, motivo por el que el vino blanco también se encuentra en la lista.
3. Cacao
No solo mancha los dientes, debido a su concentración de azúcar (en la mayoría de los casos), también es responsable de otros problemas, como las caries.
Los fármacos también pueden afectar al color de los dientes. Si crees que es tu caso, debes preguntar a tu médico.
4. La remolacha
Y otras muchas verduras de color intenso, incluido el tomate. En este caso, sus beneficios son altos para nuestra salud, por lo que, antes de evitarlos, la solución pasa por lavarse los dientes nada más consumirlos.
5. Frutos rojos
Los frutos rojos, las frambuesas o las cerezas se sitúan como las frutas más peligrosas para nuestro esmalte. Además, los cítricos debilitan el esmalte.
¿Deberíamos evitar consumir estos alimentos?
Salvo por el vino, que se trataría de una bebida con alcohol, lo cierto es que el resto de alimentos que encontramos en la lista anterior son opciones adecuadas cuando las incluimos en nuestra alimentación diaria (en el caso del cacao, eso sí, la mejor recomendación es escoger una variedad sin azúcar).
El café y el té son dos bebidas muy reconocidas por las diferentes cualidades que proporciona su consumo regular en nuestra salud. Por ejemplo, son muy ricas en antioxidantes naturales, que nos ayudan a contrarrestar los efectos más negativos de los radicales libres. Siempre y cuando, claro está, las tomemos sin añadir azúcar ni ningún otro endulzante.
La remolacha es baja en calorías pero contiene una cantidad muy interesante de vitaminas y minerales, como la vitamina C y B6, magnesio, potasio, hierro, cobre y manganeso. Son ricas en ácido fólico, una vitamina que juega un papel esencial en el crecimiento, desarrollo y salud del corazón, y resulta indispensable antes y durante el embarazo.

Distintos estudios han mostrado que la remolacha puede ser muy útil a la hora de mantener la presión arterial bajo control, mejorar el rendimiento deportivo y la salud digestiva (gracias a su contenido en fibra), y combatir la inflamación, gracias a su contenido en unos pigmentos conocidos como betalaínas.
Los frutos rojos son también muy ricos en antioxidantes naturales, como las antocianinas, el resveratrol y el ácido elágico. Lo cierto es que, además de ayudarnos a proteger nuestras células, estos compuestos vegetales pueden reducir el riesgo de enfermedades. También aportan muchos nutrientes (destacando la vitamina C), son ricas en fibra y ayudan a combatir la inflamación.
Por tanto, lejos de reducir o eliminar el consumo de estos alimentos, la clave está en mantener una adecuada y correcta higiene dental. Y, preferiblemente, optar por limpiarnos la boca cada vez que comemos.