Hay quien va al supermercado a hacer la compra sin pararse a leer el etiquetado de los productos alimenticios que adquiere (siquiera para descubrir si se encuentra, o no, dentro de la fecha de caducidad o de consumo preferente), y quien se pasa toda una tarde analizando el aporte nutricional de todo lo que pone en el carrito, incluyendo la lista de ingredientes usados por el fabricante en el proceso de elaboración.
Sea como fuere, es cierto que las etiquetas de los productos alimenticios contienen una gran cantidad de información, realmente valiosa, aunque en ocasiones difícil de entender para muchas personas.
Entre toda la información que figura en la etiqueta, algunas son obligatorias en absolutamente todos los casos, mientras que otras son obligatorias únicamente en determinados casos. Pero lo que realmente nos va a dar información sobre lo que consumimos son los ingredientes. Conviene que nos fijemos en la cantidad, orden, aceites (mejor de oliva, sin refinar, por lo general), harinas (mejor integrales, por lo general), evitando un exceso de sal, azúcares añadidos y aditivos.
En cualquier caso, la normativa establece que el etiquetado debe ser comprensible, legible y fácilmente visible; además, debe no inducir a error al consumidor y ser cierta (decir la verdad). Y lo que es aún más importante: no puede atribuir al producto propiedades o efectos que no posea, atribuir cualidades preventivas, curativas o terapéuticas, y sugerir que dicho producto posea características especiales o particulares cuando el resto de los productos de la misma categoría presenten las mismas características.
¿Todos los productos alimenticios deben facilitar la información nutricional?
La información nutricional es otro elemento importante en el etiquetado de un producto alimenticio, puesto que nos informa acerca de su valor energético, y las cantidades que aporta de hidratos de carbono, azúcares, proteínas, grasas, grasas saturadas y sal, además de otros nutrientes como podría ser el caso de vitaminas y minerales.
Eso sí, la inclusión de otros nutrientes como fibra alimentaria, almidón, polialcoholes, vitaminas o minerales es opcional.
Aunque no existe obligación de facilitar esta información en aquellos alimentos que son envasados por parte del comercio minorista para su venta inmediata, a partir de diciembre de 2016 es obligatoria su inclusión en todos los alimentos envasados.
No obstante, existen algunas excepciones previstas en la norma, como es el caso de té, café, sal, infusiones de hierbas, agua mineral y bebidas alcohólicas, entre otros.
Nos encontramos posiblemente ante uno de los elementos más importantes en la etiqueta de un alimento o de un producto alimenticio. ¿Por qué? Fundamentalmente porque nos proporciona una información muy valiosa acerca de los distintos ingredientes que contiene el producto en cuestión, y que el fabricante ha usado en su elaboración.
Debemos recordar que los ingredientes aparecen por orden, de mayor a menor peso (o, lo que es lo mismo, de mayor a menor cantidad), por lo que aquellos que encontremos en las primeras posiciones serán los que presentan una mayor proporción en su contenido.
Básicamente en este listado nos encontramos con aquellas sustancias o productos utilizados en la fabricación del mismo, y que, finalmente, permanecen en el producto que se pone a la venta.
Eso sí, no todos los productos alimenticios o alimentos deben llevar un listado de ingredientes. Es lo que ocurre, por ejemplo, con los productos que proceden de un único ingrediente, como frutas y hortalizas, el queso, mantequilla o leche sin ingredientes añadidos durante el proceso de elaboración; vinagres de fermentación o bebidas que tengan más de 1,2 por ciento de volumen de alcohol.

Asimismo, es necesario tener en cuenta otro aspecto importante: en el listado de ingredientes se destacan aquellas sustancias que son causantes de alergias o intolerancias alimentarias, y que han sido usados en la fabricación y que, por tanto, están o pueden estar presentes en los productos.
Aditivos
Los aditivos alimentarios son clasificados por categorías, y tienden a ser designados por su nombre o por su código europeo, el cual comienza con la letra ‘E’ seguida de tres dígitos:
- Tintes y colorantes. Son clasificados entre E100 y E199.
- Conservadores. Son clasificados entre E200 y E299.
- Antioxidantes. Son clasificados entre E300 y E399.
La fecha de duración es aquella hasta la que el alimento conserva todas sus propiedades, y encontramos bajo la frase fecha de consumo preferente, o “consumir preferentemente antes del fin de…”, seguido del día, mes y año (o mes/año, o año únicamente)
No obstante, no se debe confundir la fecha de consumo preferente con la fecha de caducidad, que únicamente aparece en aquellos productos alimenticios que se caracterizan por ser muy perecederos, como es el caso de ensaladas envasadas, carne picada o pescado fresco.
En el caso de alimentos congelados, como carnes congeladas o productos de la pesca o marisco congelados, se incluiría la fecha de congelación.
Además de los elementos mencionados anteriormente, también existe mucha más información que podemos encontrar en las etiquetas de los alimentos que compramos en el supermercado. A continuación, te mencionamos algunos:
- Cantidad neta. Se indica en gramos, kilogramos, litros, centilitros o mililitros, en función del tipo de producto.
- Condiciones de conservación y / o utilización. Es normal que el fabricante indique pautas específicas de conservación y / o uso cuando el alimento pueda presentar unas condiciones especiales.
- Empresa responsable de su fabricación. Se indica el nombre y / o razón social del fabricante, así como la dirección de la empresa y los datos de contacto.
- País de origen (o lugar de procedencia). Se trata de una información útil en todos los casos, y obligatorio en algunas circunstancias, como carnes de porcino, caprino, ovino y aves de corral.
- Lote. Aunque existen alimentos que están exentos de incluir la información relacionada con el lote, es común encontrarla en el etiquetado de muchos productos. Se encuentra precedida de la letra “L”.