Ni tirar, ni reemplazar: Marie Kondo descubre que ordenar también es reparar

Marie Kondo descubre en Japón el arte del kintsugi y aprende que ordenar no siempre implica tirar, sino también reparar con intención.
Marie Kondo
Kintsugi y Marie Kondo - Cortesía de iStock/@mariekondo

Durante años, Marie Kondo ha sido referente mundial en el arte del orden. Su método de organización transformó hogares y mentalidades con una premisa clara: conservar solo lo que genera alegría. Sin embargo, en uno de sus últimos viajes a Japón, la experta vivió una experiencia que amplió su mirada y le hizo cuestionar uno de sus principios más conocidos: la necesidad de soltar lo que ya no cumple una función. Fue en Tokio, durante un taller de kintsugi -el arte japonés de reparar cerámica rota con oro- donde Marie Kondo se enfrentó, por primera vez, a la posibilidad de no tirar. Frente a un plato roto, no buscó reemplazarlo. Decidió unir sus piezas. Y en ese gesto encontró belleza, emoción y una lección profunda: no todo lo que se rompe debe desaparecer.

El kintsugi no busca esconder las grietas, sino resaltarlas. No restaura los objetos para que parezcan nuevos, sino que los transforma en algo aún más valioso: fragmentos unidos con dignidad, convertidos en piezas únicas. Marie Kondo, acostumbrada a ayudar a otros a desprenderse, descubrió que también se puede ordenar desde la reparación, no solo desde el descarte. Y así lo ha explicado en su cuenta de Instagram, @mariekondo.

El arte de unir lo roto que ha conquistado a Marie Kondo

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Kintsugi significa “reparación con oro”. Se trata de una técnica ancestral que utiliza barniz con polvo de oro para reconstruir piezas rotas. Pero más allá de su valor artesanal, es una verdadera filosofía de vida: aceptar las fracturas como parte de la historia del objeto. Hacer de la herida un punto de belleza, no de vergüenza.

Marie Kondo describió la experiencia como profundamente transformadora. Al recomponer aquel plato, no sintió que estaba arreglando algo dañado, sino dándole una nueva vida. Y, en el proceso, también soltó la necesidad de perfección.

El orden también puede conservar

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Esta vivencia no contradice su método. Lo enriquece. El orden, tal como lo entendía Kondo hasta ahora, estaba ligado al acto de decidir qué dejar y qué soltar. Por ejemplo, ya os lo contamos cuando os trajimos el ritual de limpieza de primavera de Marie Kondo. Pero ahora incluye también el valor de reparar lo que aún importa, aunque ya no sea perfecto.

El acto de conservar no tiene por qué ser una forma de apego desordenado. Puede ser una elección consciente de dar una segunda oportunidad, de valorar lo vivido, de integrar las marcas del tiempo. En lugar de eliminar las grietas, hacerlas visibles y valiosas.

De ordenar por estética a ordenar con alma

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La experiencia con el kintsugi llevó a Marie Kondo a redefinir su relación con el orden. Ya no se trata solo de crear espacios despejados o cajones simétricos. También se trata de reconocer lo que ha resistido, lo que tiene historia, lo que conserva su lugar en nuestra vida a pesar de las fracturas.

El orden no es solo limpieza visual. Es también un proceso emocional. Sanar, aceptar, recomponer. Cada grieta dorada es una prueba de que hubo ruptura, pero también voluntad de volver a unir.

Menos perfección, más significado para Marie Kondo

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Este aprendizaje no implica dejar de ordenar ni abandonar el criterio de selección. Implica comprender que el orden no siempre se construye soltando. A veces, se construye cuidando lo que queda, valorando lo que aún nos acompaña, transformando lo roto en algo aún más fuerte.

Marie Kondo ha demostrado que también se puede encontrar alegría en lo imperfecto. Que el oro no está solo en lo nuevo, sino en las reparaciones sinceras. Y que ordenar puede ser un acto de amor hacia lo que ha cambiado y aún tiene algo que ofrecer. Pero, si queréis saber más, os dejamos FlyLady, Swedish Death Cleaning y otros métodos de orden para organizar todas las estancias de la casa.

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