La nevera nos permite conservar mejor los alimentos y aumentar así su vida útil, pero para optimizarla realmente debemos dejar de tratarla como como un tetris, metiendo las cosas donde caben y no donde deberían estar o lo menos que pasará es que se elimine la fila… porque vaya a la basura.
El electrodoméstico

Debemos mantener limpia la nevera, al menos una vez al mes debemos limpiar las baldas y pareces. Así podremos cambiar el medio limón pocho que hay dentro.
No sobrecargarla, el frío debe circular a través de los alimentos estando en una temperatura entre 4 y 8º C. Los alimentos no deben tocar las paredes o tendrá que hacer más esfuerzo y gastará más energía. Poca broma con esto, una capa de medio centímetro de hielo en la nevera o congelador puede hacer que se gaste un 30% en luz.
Muchos disfrutan con ver una nevera a tope. Ahora lo que se lleva es comprar para los que seamos en casa, ya no tenemos que cocinar para todo el vecindario así que es mejor hacer una lista de la compra y adquirir lo necesario.
No todos los alimentos requieren la misma temperatura, por eso hay diferentes zonas, cajones, baldas… que ayudarán a optimizar el uso.
La puerta, se trata de la zona menos fría. Además, cada vez que se abre y cierra sufrirá una pequeña variación de la temperatura. Por eso no es la mejor opción para guardar los huevos. Ahora sabemos que sufren más con la variación de temperatura así que el sitio indicado sería en la parte central, al fondo y mejor si es en su propio envase.
Estantes superiores y centrales: una zona fría ideal para lácteos.
Estantes inferiores: es la zona más fría de todas. Las frutas y verduras sufrirán mucho y se estropearán antes si las dejamos allí.
Cajones inferiores: suele haber dos para no mezclar frutas y verduras. La temperatura es menor en esta zona, la ideal para que no se estropeen los vegetales.
El fabricante indicará si hay alguna otra zona específica para algún alimento.
Puerta: mantequillas, salsas no caseras, kétchup, mermelada, conservas
Estantes superiores y centrales: lácteos, alimentos ya cocinados o que requieren frío después de abrirlos como los embutidos. Siempre irán bien envasados y cerrados.
Estantes inferiores: alimentos crudos o zona de descongelación. Habrá que tener en cuenta que es posible que la descongelación libere agua, así que es recomendable que estén sobre una rejilla y haya un plato que recoja el agua debajo para evitar que esté en contacto con el alimento que se está descongelando. En el caso de carne o pescado crudo, se tiene que evitar que los líquidos manchen el estante.

Cajones inferiores: frutas y verduras. Ni unas ni otras se lavan al guardarlas o quitaremos la capa de protección que tienen de forma natural. El lavado se hace antes de consumirla. Eso sí, tendremos que darle un repaso al cajón para evitar contaminaciones.
A la hora de colocar los alimentos puedes usar el Sistema FIFO o FEFO. Son las siglas de “first in, first out”, es decir, lo primero que llegó es lo primero que tiene que salir. Aunque a mí me gusta más el FEFO, “first expirate, first out”, es decir, revisemos fechas de caducidad y consumo preferente y coloquemos lo que caduca primero, delante. Así no se nos quedará ningún yogur rezagado… durante meses.
Además de conservar más los alimentos y optimizar el gasto en luz, debemos evitar las intoxicaciones alimentarias. En la nevera pueden dar dos tipos de contaminación: la contaminación cruzada directa, es decir, la contaminación directa de un alimento a otro. O la contaminación cruzada indirecta: por ejemplo, de un cajón sucio al alimento.
Para evitarlo, separaremos siempre los alimentos crudos de los ya cocinados y deberán estar siempre en envases cerrados.
Congelar y refrigerar se debe hacer lo antes posible, no esperemos al último día para hacerlo, ninguno de los dos métodos mata bacterias, sólo las “paran” o “ralentizan”.
Ponle fecha de apertura al brick o lata de tomate. En serio, hazlo. Ya me lo agradecerás cuando el moho no caiga sobre tus macarrones.
Claro que se puede, pero harás que la nevera gaste más energía y subirás la temperatura de lo que tengas al lado. Lo mejor es dejar que atempere media hora, pasarlo a envases más pequeños y después de ese tiempo, a refrigerar.
Nunca es mal momento para reordenar nuestra nevera, ¡ahora mismo, por ejemplo! Y ya sabéis, frente al miedo: conocimiento.