Las vitaminas juegan un papel fundamental. Estas sustancias orgánicas, presentes en pequeñas cantidades en los alimentos, son esenciales para el funcionamiento adecuado de nuestro cuerpo. Sin embargo, ¿qué son exactamente las vitaminas y por qué son tan importantes para nuestra salud? En este artículo, exploraremos a fondo el fascinante mundo de las vitaminas.
¿Por qué son esenciales las vitaminas para el organismo?
Son necesarias por multitud de reacciones metabólicas: actúan reforzando nuestras defensas, colaboran en la producción de glóbulos rojos y de hormonas, contribuyen al buen funcionamiento del sistema nervioso, ayudan a que la piel y los tejidos permanezcan sanos. En definitiva, su aporte es vital para nosotros.
¿Es necesario que todo el mundo tome vitaminas?
Una persona sana y en situación normal, que trabaja en casa o fuera del hogar y que practique algún deporte, si come de forma equilibrada no necesita tomar ningún tipo de complemento vitamínico.
Una dieta es equilibrada si contiene verdura, fruta, carne, pescado, legumbres, productos lácteos y cereales, a ser posible integrales.
Una alimentación completa y variada garantiza el aporte necesario de vitaminas.
¿Tomar muchas vitaminas puede crear excesos?
Sí. La toma indiscriminada de vitaminas puede dar lugar a una hipervitaminosis; una sobredosis que podría generar un cuadro de síntomas de cierta importancia. Esto puede ocurrir especialmente con las vitaminas liposolubles (A, D, E y K) que se acumulan en la grasa y no se eliminan fácilmente.
El resto de las vitaminas, las hidrosolubles, plantean menos problemas porque, al ser solubles en agua, el excedente no se almacena en el cuerpo sino que se elimina por la orina.
En el embarazo, ¿es necesario consumir vitaminas?
En el embarazo, ya que la gestación tiende a producir anemia, y durante la lactancia. Si el bebé se alimenta con leche artificial se debe comentar con el pediatra la conveniencia o no de darle un complejo multivitamínico; algunos sí lo necesitan.
Por otro lado, en el crecimiento del niño, desde que nace hasta la adolescencia, existen momentos álgidos de desarrollo; y en esas etapas puede necesitar también un aporte suplementario.
Por último, algunos geriatras son partidarios de recetar a los ancianos complejos multivitamínicos en el caso de que su dieta habitual sea pobre o deficitaria.

El problema está en el tipo de régimen. Una dieta de muy pocas calorías (600-800) prolongada más de tres semanas puede crear una insuficiencia vitamínica.
En un plan de adelgazamiento racional para perder peso lenta y progresivamente, sin dejar de tomar los nutrientes imprescindibles, no es necesario añadir vitaminas.
Las vitaminas están en casi todos los alimentos, por lo que con una dieta variada y equilibrada, una persona tiene muy pocos riesgos de sufrir avitaminosis.
De todas formas, en un adulto, si existe una carencia puede manifestarse con algún problema en la piel (dermatitis), el cabello (falta de brillo y caída), con cansancio y fatiga. Si el problema se acentúa conviene acudir al médico para evitar posibles complicaciones.
En los niños, la deficiencia de vitamina D se manifiesta en dificultades del crecimiento o raquitismo.
No cabe duda de que es más recomendable tomar las vitaminas directamente de productos naturales, ya que los alimentos nos aportan y proporcionan de manera armónica todos los nutrientes que poseen (proteínas, minerales, vitaminas). Esta es la principal ventaja; la otra, que al tomar las vitaminas de una forma natural, se asimilan mejor.
Muchas veces, las artificiales o las elaboradas en los laboratorios tienen un excipiente, por ejemplo, lactosa, que a determinadas personas puede producirles gases o digestiones pesadas. Esto no supone rechazar las vitaminas artificiales.
En casos concretos, el paciente las puede necesitar.
En las situaciones de estrés se produce una mayor cantidad de radicales libres, que son oxidantes. La vitamina C es un potente antioxidante, por lo que su toma puede estar indicada en las personas sometidas a estrés y tensión durante un período más o menos largo.

En los fumadores pueden existir carencias de vitaminas A y C, fundamentalmente. No olvidemos que el tabaco es oxidante, por lo que tomar más alimentos ricos en vitamina C será beneficioso. También conviene tomar aquellos que contengan vitamina A porque refuerzan las mucosas del organismo, que en el fumador están más deterioradas.
¿Tomar mucha vitamina puede ser perjudicial?
No. Lo que ocurre es que mal tomadas pueden originar un desequilibrio del sistema vitamínico. Por ejemplo, si tomas un aporte extra de vitamina B, elevas el nivel del complejo B, mientras que el resto de las vitaminas quedan por debajo, en desequilibrio, y el cuerpo intentará reequilibrarse. ¿Cómo? Sencillamente, comiendo más. Lo que hace que engordemos es esta sobrealimentación, no las vitaminas.
- Las vitaminas se alteran con el aire y la luz, por lo que conviene consumir rápidamente los alimentos y no almacenarlos durante largas temporadas. En los climas templados, la verdura de hoja almacenada a temperatura ambiente puede perder en pocos días hasta el 90% de su vitamina C. En la nevera esta pérdida es menor, pero no baja del 20 %.
- Compra verduras y frutas frescas, maduras y de plena temporada.
- Los procesos industriales reducen su nivel. Elige alimentos completos mejor que los refinados. Por ejemplo, pan, pasta y arroz integral.
- Nunca prepares zumos hasta el momento en que vayas a beberlos, pues al contacto con el aire se oxidan, perdiendo rápidamente las vitaminas.
- Intenta comer la fruta con piel; y si la pelas no dejes que con la piel se vaya parte de la pulpa, pues muchas vitaminas se encuentran precisamente debajo de ésta.
- Cuece las verduras al vapor o en olla a presión, el menor tiempo posible y con muy poco agua. Aprovecha el agua de la cocción para elaborar cremas, sopas y purés.
- En cuanto a las carnes y pescados, la mejor forma para evitar que pierdan vitaminas es preparándolos a la brasa o a la plancha.
- Prepara solo lo que vayas a comer, porque cuando los alimentos se recalientan se destruyen sus vitaminas.
Entre las vitaminas naturales y las químicas no hay diferencia apreciable, salvo en la concentración, que es mayor en las últimas. La razón es que con ellas se persigue conseguir un efecto sobre un síntoma orgánico. Por ejemplo, la vitamina B12 química se recomienda en casos de anemia, la D para evitar raquitismo, la vitamina K en hemorragias y la A y E para prevenir el envejecimiento.
En los complejos vitamínicos, las dosis son más reducidas que en el caso de las vitaminas únicas, puesto que su función es reconstituyente. Están recomendados para el cansancio físico y mental.