El pollo es un alimento sencillo pero completo, que tiene una gran cantidad de propiedades que podemos aprovechar para mejorar nuestra salud y energía. La alita es solo una de las múltiples recetas de pollo que puedes tomar: hoy te enseñamos cómo puedes comerla para que disfrutes de todos sus beneficios de la forma más cómoda posible.
Casi seguro que alguna vez en tu vida has comido alitas de pollo. Este alimento tiene una gran cantidad de beneficios que deberías conocer: comer las cantidades apropiadas de pollo nos ayudará a nutrir nuestras células con las proteínas que necesitan. Además, el pollo es una de las carnes más saludables que podemos consumir gracias a su bajo contenido en grasas y a la gran cantidad de vitamina B6 que posee. Además, no tienes excusa para no incluir el pollo en tus comidas, ya que es uno de los alimentos más versátiles que podemos encontrar.
Las alitas son una de las formas más simples en las que podemos comer pollo. Hay muchas formas de comer alitas, y no todas ellas implican que tengan que estar sumergidas durante un buen rato en la freidora. Puedes comer este alimento a la plancha para aprovechar sus beneficios de una manera más saludable. Sea como sea la forma en la que decidas comerlas, si algo nos gusta de las alitas es su sabor jugoso, especialmente la de la parte que está adherida al hueso. Quizá te sorprenda saber que por cada cien gramos de alitas de pollo, obtendremos 28 miligramos de calcio, es decir, el 3% de la cantidad diaria recomendada para un adulto.
Lo más probable es que no asocies comer alitas de pollo con la elegancia, pero existen algunas formas de disfrutar de este alimento sin que tengas que complicarte demasiado la vida. La forma tradicional para disfrutar de las alitas de pollo no requiere de ningún utensilio más allá de nuestras propias manos y dientes. Es fácil hacerse un imagen mental de cómo comer unas alitas de pollo: basta con sostenerlas con dos manos y utilizar nuestros dientes para extraer toda la carne. El problema se encuentra cuando los huesos nos impiden disfrutar de nuestras alitas cómodamente.
Una de las formas para comer alitas de pollo sin tener que utilizar nuestros dientes ni mancharnos la barbilla consiste en extraer los dos huesos centrales de la alita. Es importante que sepas que este truco solo funciona si las alitas están correctamente cocinadas: en caso de que estén demasiado crudas o quemadas, tendremos más dificultad para separar la carne del hueso. Todas las alitas de pollo tienen dos huesos en el centro: uno grueso y otro más fino. Para retirar los huesos de forma elegante, basta con pellizcar el hueso más fino y girarlo. Una vez que lo hayamos girado, podremos extraerlo tirando hacia arriba sin mayor complicación.
Una vez hecho esto, es suficiente con repetir el proceso con el hueso de mayor tamaño: pellízcalo con dos dedos y gíralo hasta que sientas que la carne se separa de él. Tirando hacia arriba, podrás separar el hueso de la alita. Con este sencillo truco, podrás disfrutar de todo el sabor y las propiedades de las alitas de pollo sin tener que manchar tu boca de aceite: bastará con que tengas una servilleta cerca para las manos para que puedas disfrutar de tus alitas con la mayor comodidad...¡genial!