Tipos de sal y cómo usarlas en la cocina

Celta, Maldon, persa... ¿conoces todas las variedades de sal que existen? Te contamos sus diferencias y cómo sacarles el máximo partido en tus platos.
Tipos de sal

La sal es uno de los condimentos más utilizados en la cocina de todos los hogares. No en vano forma parte de la lista de los sabores básicos (salado, dulce, ácido o amargo). Compuesta principalmente por sodio y cloruro sódico, no solo es fundamental para realzar el sabor de los alimentos, sino que nuestro cuerpo la necesita para su correcto funcionamiento. Eso sí, en pequeñas cantidades. 

En España consumimos mucha sal. Según la Agencia Española de Consumo, Seguridad Alimentaria y Nutrición, ingerimos de media 10 gramos de este compuesto al día, que es casi el doble de lo que recomienda la Organización Mundial de la Salud. Un consumo excesivo puede incrementar en exceso la tensión arterial, y esto podría provocar infartos al corazón o cerebrales, e insuficiencia cardiaca. Así que ya lo sabes, la sal, mejor en pequeñitas cantidades. Y si quieres eliminarla de tu dieta, siempre puedes echar mano de ciertos sustitutos que potencian el sabor de los alimentos de manera natural.

Si le preguntásemos a nuestras abuelas cuántos tipos de sal existen, lo tendrían claro: sal gorda y sal fina. Si bien es cierto que hace algunos años la oferta se limitaba a estas dos, lo cierto es de de un tiempo a esta parte han ido llegándonos muchas novedades en este aspecto. La sal kosher (una de las menos procesadas) es una de las que ha ido ganando más fama en los últimos años. Es la que utilizan los judíos para agregar a su carne kosher. Otras sales que también tienes que conocer son la sal rosa del Himalaya, la sal celta o la sal negra. Cada una de ellas cuenta con unas particularidades especiales. Algunas tienen más oligoelementos que otras, en función de su nivel de refinado y lugar de procedencia. Además varían en sabor, solubilidad y composición.

Aunque es complicado distinguir cuál es cuál una vez la hemos añadido al plato, sí es cierto que cada una marida bien con según qué plato. ¿Quieres saber cómo sacarles todo el partido a las diferentes sales? Te damos todas las claves.

Sal yodada

La sal yodada es una variante de la sal común a la que se le añade yodo, un mineral esencial para el correcto funcionamiento de la glándula tiroides y la producción de hormonas tiroideas. El yodo es imprescindible para el desarrollo neurológico, especialmente en niños, y para el metabolismo en general.

En muchos países, incluida España, la sal yodada se recomienda como medida de salud pública para prevenir los trastornos por déficit de yodo, como el bocio y problemas de desarrollo intelectual. Este tipo de sal tiene el mismo sabor y poder de salado que la sal común, por lo que puede usarse exactamente igual en la cocina diaria: en guisos, ensaladas, carnes, pescados y cualquier receta.

Sal rosa del Himalaya

Esta sal tiene su origen en las minas de Khewra (a unos 300 km del Himalaya) y se caracteriza por una consistencia dura, con granos gruesos y de color rosa. Es una de las sales más de moda en la actualidad, en parte debido a las propiedades que posee, pues contiene una gran cantidad de minerales (potasio, magnesio y fósforo). Marida a la perfección con carnes y pescados a la parrilla. 

 

Sal negra

La sal negra de Hawái, también llamada Perla Negra, se recoge manualmente en la isla de Monokai. Es una sal de grano grueso, brillante y con una textura crujiente. Se compone de sal marina y carbón vegetal activo. Si quieres añadirla a tus platos, has de saber que combina especialmente bien con el carpaccio, los huevos o incluso las ensaladas, especialmente si contienen algún producto de mar.

Sal celta

La sal celta se extrae del agua del mar. Contiene altas cantidades de minerales (potasio y magnesio). No está refinada, está secada al sol y no se le añade ningún tipo de aditivo, por lo que está considerada una sal orgánica. Su sabor es bastante intenso y queda muy bien con pescados y carnes (especialmente el cerdo).

Sal Maldon

La sal Maldon tiene su origen en Essex (Inglaterra), y es especialmente reconocible porque tiene forma similar a la de las escamas de pescado. Esta sal se emplea sobre todo como toque final a los platos como carnes, pescados a la brasa, hortalizas o foie gras, a los que aporta un toque crujiente. Lo más recomendable es agregarla poco antes de servir para evitar que se deshaga con el calor.

Sal Persa

Esta sal tiene su origen en un lago iraní y debe su color a los minerales presentes en ella. Su sabor es ligeramente dulce y con cierto toque cítrico. Si quieres sacarle todo el partido, lo mejor es que la añadas al pescado en papillote. Otra opción es emplearla para decorar las copas de diversos cócteles.

 

Sal marina

Es una de las más utilizadas. Se obtiene a partir de agua evaporada de mar, un proceso que se lleva a cabo en las salinas. Contiene cloruro sódico, pero en función de su lugar de procedencia pueden tener trazas de calcio, potasio, hierro y yodo. De ella se suele decir que es más saludable que la sal común, pero los expertos señalan que no es cierto. Tiene un sabor especialmente salado, por lo que lo ideal es utilizarla en alimentos menos salados y así lograr cierto equilibrio.

 

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