Los carotenoides son pigmentos orgánicos que encontramos principalmente en las plantas, en algas, bacterias fotosintéticas y algunos tipos particulares de hongos. Estos pigmentos brindan el color amarillo anaranjado tan característico a alimentos como el maíz, las zanahorias, la yema de huevo o los narcisos.
Hoy en día se han identificado más de 750 de carotenoides naturales, pero solo observamos alrededor de entre 35 a 40 en nuestra alimentación diaria. Así, algunos de los carotenoides dietéticos más comunes son: alfacaroteno, betacaroteno, luteína, zeaxantina, licopeno y beta-criptoxantina.
Algunos de estos carotenoides presentan la capacidad de convertirse en vitamina A cuando son liberados en el cuerpo. Es el caso del betacaroteno, alfacaroteno y la beta-criptoxantina. Por ello son también conocidos como carotenoides de provitamina A. Sin embargo, el resto de los carotenoides no pueden convertirse en esta vitamina.
¿Cómo funcionan?
Los carotenoides son compuestos solubles en agua, lo que significa que tienden a absorberse mejor con grasa. Además, a diferencia de determinados alimentos y vegetales especialmente ricos en proteínas, tanto cocinar como picar alimentos con un alto contenido en carotenoides ayuda a aumentar la fuerza del perfil nutricional cuando ingresan al torrente sanguíneo.

Los suplementos de carotenoides pueden ayudar a reducir el riesgo de desarrollar degeneración macular relacionada con la edad, un trastorno ocular que destruye la visión central y aguda lentamente, lo que acaba dificultando tanto la visualización de los detalles finos, como la lectura. Es una enfermedad muy común en personas de más de 60 años.
En este sentido, los estudios han mostrado que incorporar al menos seis miligramos de luteína al día puede ayudar a disminuir el riesgo de desarrollar degeneración macular en un 43 por ciento.
Dado que los carotenoides son compuestos con cualidades antioxidantes, ayudan a disminuir la inflamación en el cuerpo. La reducción de la inflamación ayudaría a proteger contra las enfermedades del corazón.
Algunos estudios han demostrado que los carotenoides pueden ayudar a reducir el riesgo de desarrollar aterosclerosis, una enfermedad que consiste en la acumulación de placa en las paredes de las arterias, estrechando los vasos sanguíneos.
Así, los estudios han demostrado que los carotenoides pueden ayudar a mejorar factores de riesgo de aterosclerosis, como hipertensión, obesidad abdominal e intolerancia a la glucosa. De hecho, cuando aún no ha progresado hasta convertirse en una enfermedad cardiovascular completa, los carotenoides podrían ayudar a mejorar la aterosclerosis leve o temprana.

La mayor parte del envejecimiento de la piel -sin tener en cuenta el envejecimiento natural- es causada por la radiación UV. Los estudios han mostrado que los carotenoides, cuando se consumen, se almacenan en la piel, convirtiéndose así en una maravillosa línea de defensa contra el daño de la piel como consecuencia de la radiación UV.
Entre los carotenoides más interesantes y útiles en este sentido, tanto el licopeno como el betacaroteno parecen proporcionar esta protección para la piel. Así, los suplementos también son efectivos para prevenir el enrojecimiento de la piel causado por la radiación UV.
Otros estudios han demostrado que los carotenoides pueden ayudar a proteger contra el desarrollo no solo del cáncer de piel, sino de los pre-cánceres cutáneos, al promover la diferenciación celular e inhibir el ciclo celular.
Pero los beneficios que nos ofrecen los carotenoides no acaban aquí. Además de las cualidades conocidas, y mencionadas, existen algunos posibles beneficios adicionales que sugieren algunos estudios:
- Refuerza las defensas. Se cree ampliamente que los carotenoides ayudan a aumentar la inmunidad, en especial la provitamina A, dado que la vitamina A en sí misma es necesaria para el buen funcionamiento de nuestro sistema inmunológico.
- Salud de los huesos. Un estudio sugiere que determinados carotenoides (en especial el licopeno), posee un efecto positivo en la salud de los huesos.
- Reducción del riesgo de cáncer. Algunos estudios han mostrado que una ingesta elevada de carotenoides se asocia con un riesgo menor de desarrollar cáncer de pulmón en personas no fumadoras.
Los alimentos que naturalmente contienen carotenoides incluyen principalmente: zanahorias, mangos, tomates, ciruelas, mandarinas, tomates, papaya, melón cantalupo, batata, col rizada, espinacas, albaricoques, plátano, pimientos rojos, maíz amarillo.
Si bien es cierto que existen muchos beneficios potenciales para la salud que proporcionan los carotenoides, consumirlos en dosis altas puede acabar siendo dañino. ¿Lo mejor? Obtener los carotenoides a través de una dieta saludable que incluya diariamente frutas y verduras frescas.