Si la época medieval es tu favorita, puedes ir a Puy du Fou, el parque temático en clave histórica que está de moda en Toledo, o puedes visitar la ciudad francesa de Carcassone, esa que todo el mundo visita pensando en que así eran los pueblos medievales sin saber que la mayor parte de lo que ven es posterior. Y resulta que en España tenemos una joya medieval que se visita mucho menos: está en la provincia de Teruel y es uno de los pueblos más bonitos de España y de Europa.
Conocido como el pueblo rojo de España, hablamos de Albarracín, un municipio escondido en un paraje natural idílico de la provincia aragonesa de Teruel que fue la primera ciudad de dicha región en ser declarada Conjunto Monumental allá por el año 1961. Es tal el interés cultural que suscita que también está declarado Bien de Interés Cultural. Es decir, es un pueblo protegido y al que se ayuda en su conservación con fondos públicos.

Así es Albarracín
Aunque son los pueblos blancos de Málaga y Cádiz los que acaparan las miradas y los focos durante los meses de verano con permiso de las localidades más bonitas de la provincia de Girona y algunos pueblos de la sierra mallorquina, hay maravillas en el interior peninsular para una escapada de fin de semana también en esta época del año.
Albarracín es una de ellas. Su emplazamiento elevado y entre montañas, con una muralla que lo protege (día zonas en realidad), sus casas medievales y sus calles, estrechas y empedradas, y también sus monumentos de interés cultural, como la catedral del Salvador del siglo XVI y su castillo sobre el peñasco son algunos de sus muchos atractivos. Muchos en poco espacio, ya que Albarracín tiene una extensión de 457,2 kilómetros cuadrados en los que viven poco más de 1.000 habitantes.
Sus murallas, que datan del siglo X aunque fueron ampliadas en el siglo XI, y su torre del Andador es protagonista en todas las imágenes del pueblo, que brilla con luz propia sobre todo en las imágenes aéreas.

Con la sierra del mismo nombre como testigo de la fama que poco a poco va cogiendo Albarracín (con razón), sus calles se llenan de vida. Entre ellas, la calle Santiago, la principal del casco histórica, que aguarda la casa de Julianeta, una casa de yeso y madera que es símbolo del pueblo.
Además, puedes completar tu escapada a Albarracín visitando la casa de la calle Azagra, la iglesia de Santa María y la Plaza Mayor, y disfrutando de su entorno natural. Mención especial en este sentido para la ruta del río Guadalaviar, que gira en torno al entramado urbano del pueblo en un recorrido asequible que no dura mucho más de media hora dependiendo del ritmo de cada uno.
Pasarás por puentes colgantes y pasarelas colgadas de las rocas y disfrutarás de vistas inmejorables de uno de los pueblos más bonitos de España.
En definitiva, Albarracín es uno de esos sitios que nos pone en nuestro sitio cuando pensamos que hay que salir muy lejos de casa para disfrutar de lugares increíbles.