La trufa es uno de los alimentos más valorados por los paladares más exquisitos, pero también una de las comidas más caras. Por ese motivo, entendemos que si te arriesgas a comprarla, quieras que sea de la mejor calidad posible para que la inversión merezca la pena. Hoy te enseñamos a distinguir una trufa buena de una que no.
Dentro del mundo de las trufas, podemos encontrar una sorprendente cantidad de variedades. De entre estas variedades, la trufa negra es una de las más valoradas. Este tipo de trufa, conocida científicamente como Tuber melanosporum, se cría principalmente en zonas frías, junto con otras especies de plantas como la encina. Para recolectarla, normalmente no es suficiente el ojo del hombre, sino que se utilizan perros especialmente entrenados para encontrarla. Aunque esta es la más popular, hay también otros tipos de trufa negra, como son la Tuber himalayensis o la Tuber brumale. Y, por si quieres profundizar aún más en el mundo de la trufa, también hay otras variedades, como la Tuber magnatum, también conocida como trufa blanca ; o la Tuber Indicum o trufa china.
Otra de las cosas que caracterizan a la Tuber melanosporum es su elevado precio. Probablemente cuando pienses en las trufas, lo primero que se te venga a la cabeza es su elevado precio. Para que te hagas una idea, apenas 50 gramos de trufa negra pueden llegar a rozar los cien euros. Si hablamos de un kilo de este preciado alimento, este podría llegar a alcanzar los 900 euros. Por eso, si te has atrevido a hacer esta arriesgada inversión, te enseñamos las claves para que puedas saber si la trufa negra que has elegido es verdaderamente buena o no.
Toca su exterior
Uno de los principales indicadores de si una trufa es buena o no es su tacto. Una trufa de calidad debe tener un exterior que se perciba terso y duro al tacto. Si el exterior de la trufa está demasiado arrugado y notas que la piel está demasiado blanda al tacto, es posible que la trufa esté pasada o que no sea de buena calidad.
Como suele suceder con una buena cantidad de alimentos, el olor puede ser un gran indicador de si las cosas van bien o mal. Las trufas se caracterizan por tener un olor bastante intenso. De hecho, cuanto más fuerte sea su olor, mejor, ya que significará que la trufa se ha recolectado en una zona húmeda.
Con los alimentos, muchas veces tendemos a pensar que cuanto más grandes sean, mejor. En el caso de la trufa, esto no es necesariamente así y de hecho menos puede ser más: hay trufas bastante pequeñas cuyo sabor es espectacular. De hecho, el tamaño ideal de las trufas suele oscilar los 25 gramos, es decir, no son ni demasiado pequeñas ni demasiado grandes.
Entre los rasgos más característicos de la Tuber melanosporum se encuentran las betas que esta trufa contiene en su interior. Las betas son pequeñas líneas irregulares, que nos recuerdan a las raíces de un planta. Estas líneas deben ser de un color blanco que haga bastante contraste con el negro de la trufa. Si las betas están amarillentas o incluso marrones, significa que la trufa está pasada y que por tanto no se encuentra en sus condiciones más óptimas.
Pese a todos los criterios que te acabamos de mencionar, al final lo más importante es como nos sepa una vez que la comemos. Ya que vamos a tomar un alimento así de exquisito, lo ideal es que sepa intensamente bien y que no tenga notas de otros alimentos. Debes tener especial cuidado si a la hora de comer tu trufa sientes un sabor avinagrado, ya que esto significará que ha estado mal conservada durante demasiado tiempo. Sea como sea, fíate de tu paladar y...¡a disfrutar!