Adiós a los lácteos, las legumbres, los cereales y el azúcar. Hola a la carne, el pescado, las aves, las frutas y las verduras. Estas son las principales directrices de la dieta paleo, una de las más polémicas pero también de las más seguidas en todo el mundo.
La base sobre la que se asienta es clara: recuperar la forma de alimentación del Paleolítico en la que no hay espacio para los procesados de ningún tipo puesto que lo que predominan son los alimentos que se cazan o se recolectan. Son las proteínas, por tanto, la principal fuente de nutrientes para el cuerpo ya que los hidratos quedan prácticamente a un lado y las grasas hacen su aparición tan solo en ingredientes como, por ejemplo, el aceite de oliva extra virgen.
Al resultar tan restrictiva en cuanto lo que recomienda o no comer, no es fácil muchas veces ni hacer la compra ni mucho menos elaborar un menú semanal con el que seguir el objetivo de la dieta paleo, por eso hemos decidido dejarte una serie de platos a modo de ideas para que puedas seguir fácilmente esta rutina alimentaria sin tener que darle demasiadas vueltas cada día a qué recetas preparar en tu cocina.
Tortilla de verduras
Lo mejor de las tortillas es que aceptan de buena gana cualquier ingrediente y son muy sencillas de preparar incluso para aquel que no es nada cocinillas. Y es que no creas que solo puedes tomarla sola tipo francesa o con patatas, sino que puedes probar a cocinar con ella todo aquello que te guste. En el caso de que sigas la dieta paleo, nuestra recomendación es que la prepares con todo tipo de verduras. El resultado será un plato nutritivo y deliciosa.
Una de las cosas que debes hacer si sigues la dieta paleo es aprovechar todos los recursos a tu alcance para darle un aire diferente a determinados ingredientes. Por ejemplo, el calabacín no solo puedes tomarlo a la plancha o al horno, prueba a tomarlo en crudo cortado en espirales a modo de espagueti porque pueden servirte de base para ensaladas o platos calientes como este con gambas previamente salteadas y acompañadas de tomate, aguacate y, por ejemplo, huevo duro.
Fácil de preparar, puede ser una muy buena opción como cena en tu día a día pero también puedes utilizarla como recurso cuando tengas que preparar una reunión de picoteo para amigos o familiares. Ensarta los trozos de pechuga de pollo marinados previamente y añade tus verduras favoritas como por ejemplo berenjena, pimiento, calabacín o zanahoria, además de cebolla y tomate. Puedes probar a añadirle un poco de picante o una fruta como la piña para añadirle un toque de lo más interesante.
Para tomar pescado, nada como prepararlo al horno sobre una cama de patatas con un chorrito de aceite de oliva virgen extra por encima o pasarlo por la plancha y acompañarlo como guarnición de verduras o champiñones salteados previamente con hierbas aromáticas.
Como idea para postre, nada como un helado que ponga el toque dulce al menú. Solo tendrás que jugar con diferentes combinaciones de frutas: mango y coco, fresa y plátano o piña y naranja, por ejemplo, hasta dar con la que más te guste. Puedes congela los trozos de fruta cortados previamente y triturarlos cuando vayas a consumirlo o, si lo prefieres, licuar todo en crudo y ponerlo a congelar unas horas hasta que se solidifique a modo de polo. En cualquiera de las dos versiones te encantará también como merienda saludable.