Cinco motivos que nos impiden adelgazar y por los que comemos en exceso según un neurobiólogo

Jack Lewis es el nombre de este neurobiólogo que en su libro La ciencia del pecado: ¿Por qué hacemos cosas que sabemos que no deberíamos hacer? nos habla de las batallas neuronales entre tentación y contención que tienen lugar en nuestro cerebro a la hora de comer.
iStock - Irene Miller
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La gula, uno de los conocidos como siete pecados capitales, se refiere al exceso desmedido en el consumo de alimentos o bebidas, más allá de lo necesario para satisfacer el hambre. No se trata solo de comer en exceso, sino de un deseo incontrolado y egoísta que busca la satisfacción inmediata a través del placer sensorial de la comida, descuidando la moderación y el autocontrol.

De ello habla el neurobiólogo Jack Lewis en su libro La ciencia del pecado: ¿Por qué hacemos cosas que sabemos que no deberíamos hacer?, en el que reúne los últimos descubrimientos en neurociencia para arrojar luz sobre un tema tan universal y fascinante como es la tentación. Y no solo en términos de comida, pues cada capítulo inspirado en uno de los siete pecados capitales, y en ellos este neurobiólogo habla de las batallas neuronales entre tentación y contención que tienen lugar en nuestro cerebro, sugiriendo estrategias para ayudarnos a gestionar nuestros impulsos más problemáticos. 

Ya te hemos traído otros avances en neurociencia cuando os hablamos, por ejemplo, sobre las cinco señales que indican un envejecimiento sano de la memoria según los expertos. Pero ahora te dejamos, de mano del libro de Jack Lewis, los motivos que nos impiden adelgazar y por los que comemos en exceso. De esta lectura, el autor pretende que "sacar valiosas lecciones orientadas a la introspección y análisis de nuestro propio comportamiento, con el objetivo explícito de mejorar nuestra salud, nuestra felicidad y nuestra productividad, ayudándonos a decir 'no' más a menudo, especialmente en las situaciones más difíciles de resistir".

iStock - Olga Yastremska.
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En su capítulo dedicado a la gula, Jack Lewis comienza explicando que "las motivaciones psicológicas habituales para comer en exceso son variadas, pero suelen reflejar una respuesta automática a emociones negativas". Es decir, que es una respuesta compulsiva y automática a los sentimientos, por ejemplo, como la tristeza y la ansiedad. Y, además, señala como un problema la normalización gradual de la sobrealimentación en todo el mundo a día de hoy. 

Pero asegura, eso sí, que "comer en exceso no es un invento reciente. La tentación del ser humano de entregarse a las delicias culinarias ha existido probablemente desde el principio de los tiempos. La principal diferencia es que, mientras que en los países desarrollados el azote de la glotonería parece estar más extendido entre las personas de nivel socioeconómico más bajo, durante la mayor parte de la historia de la humanidad esos excesos solían estar reservados exclusivamente a los ricos".

Y tras explicar esto de forma extensa, el neurobiólogo va explicando los motivos que nos impiden adelgazar y por los que comemos en exceso, que son más o menos los siguientes:

1. La amplia disponibilidad de alimentos

iStock - Getty Images.
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"En la Edad de piedra comer alimentos ricos en calorías hasta hartarse era una inversión de futuro y una estrategia de supervivencia sensata en tiempos de hambruna. Ahora que la mayoría de los habitantes del mundo desarrollado viven en un entorno caracterizado por la sobreabundancia de alimentos y no por la escasez, por primera vez en la historia de la humanidad tenemos más probabilidades de morir de enfermedades relacionadas con la obesidad que de inanición", comienza diciendo este profesional.

Además, asegura la neuroquímica ha evolucionado para fomentar los atracones. Explica que cuando el estómago está vacío, produce una hormona llamada grelina que envía una señal al cerebro, específicamente al hipotálamo, para activar la búsqueda de comida. A menos que ocurra algo urgente que cause la liberación de adrenalina y cortisol, hormonas que inhiben el hambre, la necesidad de comer dominará hasta que se satisfaga. Sin embargo, las hormonas que generan la sensación de saciedad, como la colecistoquinina (CCK) y la leptina, liberadas por el intestino y las células grasas, tardan más en llegar al cerebro. Esto crea un retraso entre sentirse lleno y realmente dejar de tener hambre, lo que puede llevar a comer en exceso, como disfrutar de un postre incluso después de estar satisfecho.

2. La capacidad para tomar decisiones alimentarias sanas se erosiona a lo largo del día

iStock - Getty Images.
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Aunque al principio del día algunos de nosotros podemos resistirnos a las opciones de desayuno altas en grasas y azúcares, eligiendo en su lugar un tazón saludable de avena con fruta fresca, más tarde nuestra fuerza de voluntad puede flaquear y terminamos sucumbiendo a un antojo dulce y grasoso. El autor señala que un nivel bajo de azúcar en sangre nos vuelve susceptibles a tomar decisiones apresuradas e impulsivas, que van más allá de simplemente caer en la tentación de parar en un local de comida rápida.

"Los niveles bajos de azúcar en sangre incapacitan los circuitos neuronales del córtex prefrontal que nos ayudan a controlar la tentación de comer alimentos que sabemos que no debemos. Irónicamente, es justo en el momento en que más necesitamos nuestra fuerza de voluntad, cuando nuestra bajada de azúcar nos obliga a buscar comida, cuando las áreas cerebrales que nos ayudan a tomar decisiones disciplinadas nos abandonan", afirma este experto en su libro.

3. Comer por estrés

iStock - Milan Markovic

El ritmo de vida acelerado que llevan muchos habitantes urbanos modernos genera una alta prevalencia de "comer por estrés". Corriendo de un lugar a otro, intentando desesperadamente completar las interminables tareas de una extensa lista de pendientes, y enfrentando retrasos inesperados, obstáculos y otros inconvenientes, solemos tomar decisiones impulsivas.

Jack Lewis señala que "la ciencia ha establecido por fin por qué nuestra determinación parece evaporarse bajo el estrés. Resulta que la hormona del estrés, el cortisol, hace dos cosas en nuestro cerebro para facilitar la demolición total del autocontrol: en primer lugar, aumenta la sensibilidad de la vía de recompensa al aroma apetitoso de los alimentos hipercalóricos; y en segundo lugar debilita las líneas de comunicación entre la vía de la recompensa y las áreas cerebrales responsables de frenar el impulso de consumir esas tentadoras golosina".

4. La calidad del sueño

iStock - Getty Images
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La calidad del sueño de la noche anterior tiene un gran impacto en la regulación del apetito. Las personas tienden a consumir más alimentos cuando no han dormido bien. Para empeorar el ciclo, una de las peores cosas que se puede hacer justo antes de dormir es comer en exceso. Al hacerlo, el estómago genera calor adicional mientras las enzimas descomponen los alimentos. 

Este exceso de calor necesita ser disipado antes de dormir, ya que el cerebro debe enfriarse ligeramente para facilitar el sueño. Para ayudar en este proceso, los vasos sanguíneos de las manos y pies se dilatan cuando intentamos dormir, permitiendo liberar el exceso de calor de manera más eficiente. De hecho, si disfrutas de dormir con los pies fuera de las sábanas, inconscientemente estás facilitando este proceso.

5. Hipersensibilidad a la tentación de las frutas prohibidas culinarias

iStock - Getty Images
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"El concepto de 'alimentación reconfortante' se ha visto respaldado por estudios recientes que demuestran que el neuropéptido oxitocina interviene en la regulación del apetito. La oxitocina es más conocida por su papel en la generación de sensaciones de confort y seguridad cuando experimentamos interacciones sociales positivas, pero también desempeña un papel en la generación de sensaciones de saciedad. Una dieta rica en azúcar reduce los niveles de oxitocina en el hipotálamo, lo que lleva a las personas a buscar más comida", afirma en este caso el experto.

En general, este autor señala "los niveles bajos de azúcar en sangre, el estrés elevado, la somnolencia e incluso la propensión al aburrimiento parecen obstaculizar el trabajo de las áreas del cerebro responsables del control de los impulsos que, de otro modo, nos ayudarían a alejarnos de los alimentos que nos producen placer pero nos hacen engordar"

Aquí os hemos dejado estos cinco motivos que nos impiden adelgazar y por los que comemos en exceso explicados de forma resumida, pero el neurobiólogo profundiza mucho más en su libro La ciencia del pecado: ¿Por qué hacemos cosas que sabemos que no deberíamos hacer? de la editoral Pinolia, que os dejamos abajo.

Cortesía de Pinolia.

Precio: 27,50 euros.

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