El mundo del vino siempre se ha considerado un poco elitista, incluso snob, pero la verdad es que muchas personas que dicen saber de vino en realidad conocen unos cuantos conceptos básicos, es posible que les guste probar vinos nuevos y, sobre todo, tienen mucha palabrería.
Básicamente esos son los tres pilares en los que se sustenta su ‘amplio conocimiento’ de este maravilloso mundo. Vamos, que el postureo es el protagonista.
Clase rápida para ser un experto en vino
Te damos una clase acelerada para convertirte en un expero en vino conociendo unos cuantos conceptos básicos. Se acabó eso de que ese amigo que se pasa horas y horas demostrando todos sus conocimientos, acapare la carta de vinos de los restaurantes y no te dé ni siquiera la alternativa de opinar porque él es el que sabe lo que tú quieres beber...
Es bastante curioso que el vino, un producto tan ligado a la tierra, se haya convertido en una bebida tan elitista. A pesar de que España es uno de los grandes productores de vino a nivel mundial, el consumo baja y los potenciales consumidores apuestan por otras bebidas que les resultan mucho más fáciles de entender (y de pedir cuando van a comer o cenar sin miedo a quedar como unos catetos).
La cuestión es lo que hemos comentado al principio, expertos en vino hay unos cuantos, pero personas que piensan que lo son hay muchas más. Realmente, ¿lo importante es saber de vino o aparentarlo? Parece que en algunas circunstancias, la clave está en aparentarlo.
Si estás harto de que te peguen un repaso en conocimiento de vino, que nunca te atrevas a opinar y tampoco quieres invertir horas y horas leyendo sobre esta deliciosa bebida -que si realmente te gusta, lo harás-, tenemos una guía básica que te va a ayudar mucho. ¡Conviértete en un experto en vino con estos 15 conceptos básicos!
Mira la carta de vinos con cara de máxima concentración
Llegas al restaurante y te dan un tomo (literalmente) de vinos que no sabes ni por dónde meterle mano. Lo primero que tienes que hacer es poner cara de concentración y revisar la carta. Lo sabemos, no tienes ni idea de lo que estás viendo, ni de lo que quieres. Es el momento de hablar con el sumiller.

Pregunta por los vinos de la zona
Olvídate de elegir los clásicos Rioja o del Ribera del Duero (que ya están muy vistos). Si no estás en esa zona de producción, pregunta por vinos de la zona donde te encuentres. Y ya si quieres parecer más entendida pregunta por los tipos de uva de cada uno y sobre las diferentes Denominaciones de Origen.

Habla con el sumiller, es tu amigo
Después de haber revisado convenientemente la carta (y no tener ni idea de qué beber porque es como si te hubiesen dado un libro en otro idioma) es el momento de ponerse interesante y preguntarle al sumiller: "Y tú, ¿qué me recomiendas?", para luego añadir la coletilla: "Vosotros sabéis qué tenéis en la bodega".
Entonces el sumiller te preguntará que cómo te gusta el vino y que en qué has pensado y es el momento de decirle: "Pues me gustaría probar algo de la zona, sin demasiada madera (si vas a tomar un tinto), que sea ligero y que encaje con la comida". Y ya dejarte asesorar por sus recomendaciones.

Haz el ritual de cata del vino
‘¿Quién probará el vino?’, pregunta el camarero o sumiller botella en mano y eres tú el elegido. En ese momento a tu copa llegará un dedo de vino que tienes que probar. No te abalances a beberlo como si vinieses del mismísimo desierto.
Un verdadero experto en vino debe hacer el ritual de cata al completo: mirar el color (sobre un fondo blanco, mejor), a continuación hay que oler el vino ‘a copa parada’ –lo que viene siendo sin girar la copa-, después hay que levantar la copa, girarla suavemente y volver a olerlo.
Para terminar hay que dar un pequeño sorbo, mover el vino por la boca y contestar: ‘está perfecto’. Ya si te vienes arriba puedes decir: ‘vamos a dejar que pierda un poco de temperatura’ (si es un vino blanco y es en verano) o ‘vamos a dejar que se abra’ (si es un vino tinto con mucha madera que acaban de abrirte y no han aireado).

Huele el corcho
Es posible que te dejen el corcho sobre la mesa. Después de la pequeña cata que acabas de hacer es un gran momento para cogerlo, acercártelo a la nariz y olerlo. No tienes ni idea de para qué hacerlo, pero te hace ser todo un experto, así que, no lo dudes.
No tienes que decir nada, luego lo devuelves a su sitio y ya. En realidad un corcho solo tiene que oler a corcho y se supone que sirve para detectar defectos del vino: si huele a vinagre o a moho, es un indicativo de que el vino no está bien.
Pero, evidentemente, en ningún restaurante te servirán un vino en mal estado y si el camarero o sumiller lo ha olido antes, lo habría detectado y no te lo serviría. Es decir, es puro postureo.

Los posos no son el enemigo
No caigas en la trampa clásica de: si el vino tiene posos significa que está malo o picado. Un vino con posos indica que no ha sido filtrado ni clarificado durante el proceso de elaboración, por lo que generalmente en la propia botella se indica que puede contener ‘sedimentos’. Si el vino no te sabe mal, no se te ocurra hacer ninguna referencia que indique no está bien o te descubrirán sobre la marcha.

Atrévete un vino rosado, ¿y por qué no?
El cúlmen de un experto en vino está en revisar la carta y decantarse por un vino rosado para la comida. Hasta hace poco los rosados eran vinos muy poco consumidos por los ‘expertos en vino’, de hecho tomarlos no estaba demasiado bien visto entre los que presumían de sus grandes conocimientos vinícolas.
Pero ahora la cosa ha cambiado. Estos vinos están muy de moda y son muy versátiles para tomar con comidas ligeras (no te pidas un guiso y un rosado, ESO NO), especialmente en épocas de calor.

Los vinos espumosos no son para el postre
Atrévete con un vino espumoso para empezar la comida y dile a tus comensales que lo has elegido porque es una opción refrescante para abrir boca. Así sin más ni menos.
Lo cierto es que los espumosos son muy buenas opciones para tomar en aperitivos y si ya los acompañas de arroces o mariscos, acertarás seguro. Posiblemente sorprenderás a algunos de tus comensales que aseguran este clásico: ‘a mí no me gustan los espumosos’.

Propón maridajes diferentes
¿Quién dijo que las carnes siempre van con tintos y los pescados con blancos? Atrévete a maridar pescados con tintos y carnes con blancos.
Recuerda: tú eres moderna y sabes de vino. Nadie se atreverá a discutírtelo. Eso sí, por favor, asegúrate que la combinación es buena o esta estrategia será un absoluto fracaso.

Los taninos son tus amigos
Los taninos son una sustancia química de origen vegetal que se encarga de transferir los aromas y sabores al vino. Están presentes en partes de la uva como la piel, el hollejo o las pepitas y la madera.
Decir la frase: ‘tiene un tanino agresivo’ es el cúlmen del postureo de vinos. Viene a ser que el vino es áspero al paladar y te hará quedar muy bien. Eso sí, úsala siempre que veas que sabes usarla. Si la utilizas mal, el efecto será el contrario.

No te escandalices con los tapones alternativos
No seas purista y no te lleves las manos a la cabeza cuando veas una botella con una tapón diferente. Los tapones de rosca, los tapones que emulan corcho y están hechos a base de plástico e incluso las chapas que sustituyen a los tapones no hacen al vino peor. Hazte la moderna y di que es tendencia.

El vino más caro no siempre es el mejor
Así que no vayas de ‘listilla’ y no te dejes el sueldo en pedir el vino más caro de la carta. En cuestión de vinos el precio viene determinado por varios factores:
- La popularidad que tenga, es decir, un Rioja o un Ribera del Duero serán más caros que un vino de una Denominación de Origen menos popular.
- El método de crianza: los vinos con más madera (reservas o grandes reservas) son más caros que los vinos jóvenes. Pero esto no implica que los vinos más baratos sean peores vinos, ni siquiera que vayan a gustar más. Los vinos más frutales y con menos madera están de moda, no harán que te dejes el sueldo en la bebida y posiblemente tengan más éxito entre los comensales que un vino más contundente. Recuerda lo que hemos hablado antes de las Denominaciones de Origen menos conocidas, son lo más chic, en lo que a vino se refiere.

¿Te atreves con los aromas?
No te vuelvas loca con los aromas de los vinos o te pillarán a la primera frase que pronuncies. Lo mejor es centrarte en clásicos que nunca fallan:
- Vinos tintos: aromas a frutas rojas (maduras si son vinos con madera) y especias.
- Vinos blancos: aroma floral y a fruta blanca. No te vengas arriba o se te verá el plumero.

Busca aliados: un buen proveedor de vinos
Cuando tengas una comida o cena en casa y tengas que elegir un vino no lo dudes: busca un buen proveedor que te aconseje y te recomiende vinos.
Si vas a un sitio con personal experto, puedes ser todo lo sincero que quieras y contarle un poco tus gustos, qué vas a comer o cenar y que te dé diferentes alternativas. Siempre acertarás y aprenderás cosas nuevas.

Y, lo más importante: bebe y disfruta del vino
De nada sirve hacer todo esto si en realidad no te gusta el vino. Beber vino es la mejor forma de aprender sobre él. Así que olvídate de estudiar manuales y prueba, cata y disfruta (siempre con moderación, claro está).
Con el tiempo no necesitarás ninguno de estos consejos porque aprenderás sobre vino de la mejor forma y serás capaz de moverte como pez en el agua en este mundo que algunos se empeñan en convertir en snob y que en realidad es puro disfrute.
