La densitometría ósea es la prueba que mide la cantidad de calcio de los huesos, es decir, su densidad. Cuanto más denso es el hueso, más difícil es que se fracture. A partir de la menopausia, se va perdiendo calcio de los huesos, estos se vuelven más porosos y se debilita su estructura, lo que facilita las fracturas.
Las fracturas osteoporóticas se dan en personas con baja densidad de calcio en la densitometría. Primero aparecen en vértebras (incluso sin síntomas) o en muñeca-fractura de Colles.
Si no se trata la enfermedad, con más edad tendremos la temida fractura de cadera, que conlleva un alto riesgo de discapacidad (más del 50%). Con la densitometría, el médico puede estimar el riesgo de fractura y aplicar un tratamiento preventivo antes de que aparezca la primera fractura (prevención primaria).
Si se realiza la densitometría después de detectar una fractura típica de osteoporosis, hablaremos de prevención secundaria. En este caso, la densitometría permitirá decidir el mejor tratamiento y valorar la respuesta al tratamiento recibido.
Hoy en día, existen diferentes tratamientos muy eficaces y cómodos para la osteoporosis que se adaptan a cada paciente: en comprimidos, bebible o inyectables (subcutáneo diario, mensual, semestral o intravenoso).

Lo ideal es practicar una densitometría a partir de la menopausia, para evitar la primera fractura. Y, por supuesto, siempre que aparezca una fractura sospechosa de osteoporosis (fractura de bajo impacto o por un golpe o caída leve).
Durante la menopausia, las mujeres experimentan una disminución en los niveles de estrógeno, una hormona que ayuda a mantener la densidad ósea. Esta disminución hormonal puede conducir a una pérdida rápida de masa ósea y aumentar el riesgo de osteoporosis.
Por ello, la densitometría ósea puede detectar cambios en la densidad ósea antes de que ocurran fracturas. Realizar la prueba durante la menopausia permite identificar cualquier pérdida de densidad ósea temprana y tomar medidas para prevenir fracturas futuras.