10 hábitos alimentarios que son malos para tu salud

A veces, sin saberlo, tenemos costumbres poco saludables. Descubre con esta lista algunas de ellas, toma nota y haz algo para eliminarlas de tu rutina diaria.
10 hábitos alimenticios que son malos para tu salud

No se trata solamente de lo que ponemos en el plato; el estilo de alimentación y los hábitos también pueden afectar muy negativamente a nuestra salud. En general, ni siquiera nos damos cuenta de esas malas manías que tenemos, pero nuestro aspecto físico, e incluso, estado de ánimo puede darnos muchas señales de que algo no va bien.

Con el estrés del día a día (trabajo, familia, responsabilidades, etc), cada vez son más personas las que han ido adquiriendo malas prácticas. No sentarse a comer, comer en exceso o escatimar en ciertos nutrientes puede ser suficiente para que empecemos a notar cambios alarmantes en nuestro cuerpo.

De lo que sí debemos estar seguros es de que no hay alimentos malos o buenos, sino hábitos de alimentación correctos o incorrectos. El qué, cómo, cuándo y por qué se come es, por tanto, una de las claves para conseguir tener una dieta saludable.

La OMS indica que diez de los mayores riesgos para la salud se relacionan directamente con la alimentación. Podemos tener importantes consecuencias de estas malas prácticas, pudiendo encontrarnos problemas como depresión, hiperactividad, problemas de sueño, ansiedad, falta de concentración o alteraciones en la memoria.

Adquirir esos malos hábitos es más sencillo de lo que imaginamos pero, no te preocupes, es posible romper con ellos y conseguir que aumente nuestro bienestar casi de inmediato, con energía, ganas y buen humor. Lo más importante es ser conscientes de lo que hacemos en nuestra rutina diaria.

Consejos para evitar los malos hábitos alimenticios

  • Piensa el menú con anterioridad, así te organizarás mejor y no se te olvidará incluir ningún alimento o nutriente que necesites. 
  • No comas mientras haces otra cosa, haz que comer sea una actividad que requiera toda tu concentración y disfrútala como se merece. 
  • Come solo cuando de verdad tengas hambre, no comas por aburrimiento o angustia, y si te sientes así, ponte a hacer otra actividad que no implique comer. 

A continuación, te proponemos una lista de algunos de los hábitos más comunes, para que puedas empezar a hacer cambios si fuera necesario. Recuerda, sé paciente contigo mismo, los nuevos hábitos se forman con el tiempo, no se adoptan de la noche a la mañana.

Comer de pie

Comer de pie está estrechamente relacionado a comer deprisa y nuestro cuerpo se ve obligado a estar "en alerta", además, masticamos menos, tragamos más aire y nuestras digestiones se pueden llegar a cortar o convertirse en una indigestión. Si comemos de pie, no registramos realmente lo que estamos haciendo, comemos más rápido, más cantidad y con una menor sensación de saciedad, con lo que el hambre volverá antes de lo previsto. Cíñete a comer o cenar en una silla con plato y cubiertos, siendo consciente de lo que estás masticando y haciendo las pausas necesarias.

Picar de la comida de los niños

Sí, las calorías de los fritos o los macarrones con queso que les sobran a nuestros hijos sí cuentan. Sabemos que no está bien desperdiciar comida, pero la podemos dejar pasar para otro momento. ¡Lo agradecerás!

Comer sin plan

Sabemos que pensar lo que vas a comer o cenar cada día puede ser un gran dolor de cabeza. Pero te aseguramos que es lo mejor para ayudarte a mantener el control de tu ingesta general de alimentos ya que sino lo más probable es que recurras a platos fáciles y preparados: pizza congelada, patatas fritas, etc.Si sueles ir con muchas prisas, puedes preparar tu comida con antelación, meter todo en tuppers y almacenarlo en tu nevera y/o congelador. Así el tiempo no será ninguna excusa.

No escuchar lo que necesitamos

En muchas ocasiones, la mentalidad de querer mantener una dieta saludable nos lleva a ingerir cantidades de comidas basadas en lo que se nos 'permite' frente a lo que realmente nos apetece. Si haces esto, puedes acabar comiendo más de lo que debes y pecando. Escucha a tu cuerpo, haz una pausa durante la comida, y pregúntate si realmente sigues teniendo hambre.

Etiquetar alimentos como buenos o malos

Puedes incluir todo tipo de alimentos en una dieta saludable, siempre que no sufras alergias o una afección médica específica. Etiquetar los alimentos puede causarnos sensación de culpa y acabar conduciéndonos a una mala relación con la comida. En su lugar, asegúrate de elegir alimentos que sean lo más ricos en nutrientes posible y disfruta plenamente de cada comida cuando decidas hacerla.

Usar demasiados sustitutivos de comida

Aunque se vendan para reemplazar comidas completas y mantenerte saciado muchas horas del día, la realidad es que estos batidos o barritas sustitutivas son demasiado bajos en calorías y nutrientes para mantener un cuerpo satisfecho física o mentalmente. No sólo aumentan la posibilidad de tener demasiada hambre y comer en exceso más tarde, sino que también están desplazando alimentos que realmente pueden proporcionarnos las vitaminas o minerales que necesitamos.

No desayunar suficiente proteína

Si desayunas, incluye proteínas, ya que estas ayudan a mantener en perfecto estado nuestra masa muscular. ¿Cuál es la mejor manera de ingerir proteínas por la mañana? Tomando un vaso de leche o de bebida de soja, disfrutando de un yogur sin azúcar o cubriendo nuestros boles de avena con nueces y semillas.

Comer demasiado de noche

Seguro que además de cenar, también te levantes de la cama para ir a por algo de picar a tu cocina. Es un acto más habitual de lo que crees. Intentamos justificarnos de mil maneras: creyendo que la comida nos ayudará a dormir o diciéndonos que a la mañana siguiente desayunaremos menos. Pero no, una comida abundante no nos ayudará a dormir mejor, y al día siguiente nos despertaremos con la misma hambre de siempre. Comer demasiado de noche solo te dejará sentimientos de culpa, tristeza e irritabilidad que incidirán negativamente en tu descanso y calidad del sueño. Así que, la próxima vez... ¡piénsatelo dos veces!

Reducir los carbohidratos a largo plazo

Las dietas bajas en calorías pueden ser muy dañinas porque alteran las hormonas más de lo normal. A largo plazo, una ingesta baja de energía puede provocar consecuencias graves como períodos irregulares o infertilidad. Te recomendamos que no hagas este tipo de dietas bajas en carbohidratos a no ser que te lo prescriba un médico o un dietista-nutricionista.

Picar en lugar de hacer comidas completas

Cuando no comemos lo suficiente en los horarios que debemos o comemos con demasiada prisa, nuestro cuerpo empieza a sentir hambre antes de tiempo. Y aunque a veces la idea de sentarse para una comida completa no te apetezca, picar tanto hace que nuestro cuerpo pase demasiado tiempo liberando hormonas que regulan el azúcar en sangre y el exceso de estrés. Por eso, te aconsejamos mantener más a raya estos aperitivos, centrándote en hacer las comidas que debes y en el horario que debes, para estar el tiempo que debes saciado.

Recomendamos en